10/25/2011

El comportamiento estúpido de "Los Chuchos" le facilita las cosas a la extrema derecha

El comportamiento estúpido de
Aun así, la dirigencia y los militantes del PRD sólo tienen ojos y oídos para cuidar sus raquíticas cuotas de poder

Es muy lamentable que la izquierda desaproveche la última oportunidad que le queda para tomar el poder y salvar al país del caos al que lo está llevando la oligarquía con su voracidad y ceguera. Ciertamente no toda la izquierda, pero sí una parte importante, la que milita en el PRD, la cual sigue empecinada en no ver más allá de sus mezquinos intereses de cortísimo plazo. En vez de actuar con la madurez y visión que demandan las condiciones en que vivimos los mexicanos, dirigentes y muchos militantes continúan demostrando un comportamiento estúpido que le habrá de facilitar las cosas a la extrema derecha para instaurar un Estado policíaco con el beneplácito de los grandes grupos de interés trasnacionales.

Si hace seis años, la oligarquía se vio obligada a utilizar todo tipo de recursos para evitar que Andrés Manuel López Obrador asumiera la presidencia de la República, incluido un complot que se probó finalmente, al darse a conocer los memoranda de Wikileaks dados a conocer recientemente, en el 2012 no necesitará recurrir a maniobras sucias, porque todo se lo está facilitando el PRD con su nefando modo de hacer “política”, favorable a los fines de la extrema derecha que nos desgobierna desde hace tres décadas.

Mientras en Argentina la sociedad da muestras de sentido de responsabilidad y madurez acorde con los tiempos, al llevar a cabo un proceso electoral ejemplar en todos sentidos, gracias al cual fue reelecta Cristina Fernández, los mexicanos seguimos sumidos en el más cabal subdesarrollo político y social, como así lo quieren los grupos minoritarios que usufructúan el poder y tienen un control total de la vida nacional, sin permitir avances mínimos a la sociedad, y sí en cambio sumiéndola en un grave desgarramiento del tejido social, cuyo común denominador es la violencia que, según el titular de la Casa del Migrante de Tapachula, Chiapas, el sacerdote Flor María Rigoni, nos tiene ya “en guerra civil no declarada en varias zonas del país”.

Aun así, la dirigencia y los militantes del PRD sólo tienen ojos y oídos para cuidar sus raquíticas cuotas de poder, sin parar mientes en que con su actitud le están dando a la extrema derecha un cheque en blanco para controlar al país como le venga en gana después de su triunfo en el 2012. Con lo acontecido en el proceso electoral perredista del domingo, no caben esperanzas de que dicho partido pueda superar sus muchas deficiencias, sus enormes vicios y graves fallas de origen, que se remontan incluso a los tiempos en que los grupúsculos de izquierda actuaban en el clandestinaje y no aspiraban a tomar el poder, sino simplemente a ser un contrapeso ideológico del hegemónico régimen priísta.

Es vergonzoso lo ocurrido el domingo en el proceso electoral del PRD, que contrasta dramáticamente con los comicios argentinos, donde la población mayoritaria evitó un conflicto postelectoral, dándole a la señora Fernández una victoria inobjetable, demostrativa del alto nivel de politización de un pueblo consciente de su valía y de la enorme responsabilidad que le compete en esta etapa de creciente deterioro del sistema neoliberal impuesto al mundo por las súper potencias.

Así quedó claro que la única opción para los mexicanos es la conformación de un gran frente amplio opositor, donde el peso principal lo tengan los ciudadanos. Se corrobora que es correcta la idea de organizar el Movimiento Regeneración Nacional (Morena), que sirva de receptáculo y catapulta de la fuerza popular hoy desperdigada por todo el territorio nacional, sin posibilidad real de poder hacer oír su voz y menos aún hacer valer su voto. Si los dirigentes y caciques de tribus perredistas no quieren entender que con su modo arcaico de hacer “política”, se están haciendo harakiri, allá ellos. Los militantes de base deben actuar conforme al imperativo de superar actitudes egoístas y canallas, porque sólo así estarán en posibilidad de hacer honor a su fortaleza, hoy desaprovechada.

Las diferencias al interior del PRD no se van a resolver en “mesas de diálogo”, como pretende Jesús Zambrano, sino abandonando las filas del partido los militantes conscientes, responsables y con vergüenza, porque dejó de ser la organización representativa de la izquierda, a partir del momento en que “Los Chuchos” la utilizaron con fines espurios en favor de la oligarquía, como ha sido más que probado por los acontecimientos. Este proceso electoral corroboró el grado de descomposición del partido, irreversible ya, de modo que no quedó más que el cascarón de lo que fue una importante organización partidista.

Se comprobó de manera fehaciente que los gobernadores tienen el control de las dirigencias en varios estados, como es el caso notorio de Durango. El que ni siquiera haya habido condiciones mínimas para realizar el proceso electivo en cuatro estados y en el Distrito Federal, demuestra la necesidad obvia de dar por terminada la etapa del PRD como alternativa político-ideológica. Lo conducente es dejar que los dirigentes se queden en la más completa soledad, rumiando sus traiciones.

Guillermo Fabela Quiñones

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