Que en la actualidad más de la mitad de la población del país esté sumida en la pobreza, que haya casi ocho millones de jóvenes que ni estudian ni trabajan
n el foro México, Cumbre de Negocios, quedó muy claro que los llamados barones del dinero no están satisfechos con los cientos de miles de millones de dólares que han obtenido en los últimos treinta años, gracias al extraordinario apoyo gubernamental. Consideran que aún pueden seguir acumulando más riqueza, toda vez que el Estado mexicano todavía cuenta con nichos de oportunidades para hacer negocios, como por ejemplo Pemex y la Comisión Federal de Electricidad. Para lograrlo cuentan con la solidaridad de Enrique Peña Nieto, quien sin andarse con rodeos patentizó su decisión de privatizar la principal paraestatal.
Puntualizó que hay que “ser audaces” y poner fin al tabú que significa la propiedad del Estado sobre las dos principales empresas, aun cuando en los hechos mucho se haya avanzado en realidad hacia su privatización. Según él y los “audaces” defensores de la privatización de Pemex y la CFE, la inversión privada sería el detonador para hacerlas más productivas y se conviertan en el detonador del crecimiento sostenido de la economía nacional. Sin embargo, han pasado tres décadas de un firme adelgazamiento de la economía estatal, y en ese lapso no se han visto los beneficios de las privatizaciones. ¿Algún tecnócrata podría tener la suficiente audacia para decir lo contrario?
Uno de los más firmes impulsores del neoliberalismo, quien fuera secretario de Hacienda, gobernador del Banco de México y ahora presidente del Grupo Financiero Banorte, Guillermo Ortiz, reconoció en el mismo foro que el PIB per cápita, en los últimos 50 años apenas se ha incrementado 2 por ciento en promedio anual, mientras que en Asia el incremento ha sido de 5 por ciento y en Europa el promedio es de 3 por ciento. El propio ex gobernador mexiquense aceptó que en la última década, la mexicana ha sido la economía con menor crecimiento en América Latina, sólo 1.7 por ciento en promedio anual.
Ser audaz en estos momentos en México debería ser enfrentarse a la voracidad de la oligarquía, no actuar como cómplices serviles con el fin de seguir esquilmando a la nación, como lo han hecho sus principales integrantes, con el mayor cinismo y una mezquindad inconcebible en otras latitudes del planeta. A este respecto fue muy claro Ricardo Salinas Pliego, al decir que a partir de Carlos Salinas de Gortari los empresarios tuvieron cabida en el aparato productivo nacional. Hasta entonces, “el Estado estaba de tal tamaño obeso que (Salinas) tuvo que venderlo todo porque no lo podía manejar”. Y como considera que gracias a las telecomunicaciones puede seguir enriqueciéndose fácil y aceleradamente, va por más: “Ahora pretendemos competir en telecomunicaciones. Ese mercado sí cuenta, es de 30 mil millones de dólares, y el de la televisión, de 3 mil millones. La televisión es gratis, la telefonía no”, afirmó.
Que en la actualidad más de la mitad de la población del país esté sumida en la pobreza, que haya casi ocho millones de jóvenes que ni estudian ni trabajan, que la descomposición social sea de las más dramáticas del subcontinente, eso no importa a los barones del dinero, para ellos lo único importante es seguir acumulando ganancias y privilegios, pues se lo merecen, como dejó entrever Salinas Pliego al señalar cómo su grupo empresarial ha crecido exponencialmente. Se refirió a las tiendas Elektra, que eran 54 en 1981 y en la actualidad suman más de 2 mil. Además, cuenta ahora con un banco que maneja 11 millones de cuentas y una empresa de microcrédito con 12 millones de usuarios. Pero no está conforme y quiere más.
Es comprensible su actitud, pues sabe que el aparato gubernamental está a su servicio, como así lo puso de manifiesto Peña Nieto al puntualizar su visión tecnocrática del papel del Estado en la vida pública. Es obvio desde ahora que el ex gobernador mexiquense contará en el 2012 con el pleno apoyo de la oligarquía, pero a cambio de quedar maniatado para ejercer su trabajo gubernativo con libertad y un elemental sentido de justicia social. Estaría absolutamente al servicio de los barones del dinero, como lo han estado todos los mandatarios desde el sexenio de De la Madrid, aunque cada vez con menor posibilidad autonómica.
Aunque es también muy claro desde ahora, que tratar de continuar el modelo neoliberal deshumanizado a ultranza que caracteriza a México en la actualidad, sería una invocación a la violencia social incontrolable. Eso no importaría a los oligarcas, lo sabemos, pues al fin y al cabo ya tienen sus ganancias a buen recaudo en el extranjero, como lo ejemplifica la familia Servitje, que convirtió a su empresa panificadora en la mayor del mundo, al concretarse recientemente la compra por 908 millones de dólares de las más importantes empresas del ramo en Estados Unidos, Argentina, España y Portugal. Tal parece que algunos de ellos saben que han estirado demasiado la cuerda de la injusticia en el país y se aprestan a ponerse a salvo. Otros quieren seguirlo haciendo. ¿Estará de acuerdo en ello Peña Nieto? Parece que sí.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario