Esta semana, desde varios ámbitos y distintas miradas, se le ha rendido homenaje a Miguel Ángel Granados Chapa, a su memoria, que es recuerdo permanente de entrega profesional, compromiso ético y enorme generosidad humana. Entre los homenajes destacó el que le rindió la Asociación Mexicana de Derecho a la Información, a la que el orgullosamente hidalguense brindó siempre su aval moral, respaldo intelectual y en la que presidió durante tres años su Consejo Consultivo.
Hube de rescatar, en ese marco, uno de sus últimos lances periodísticos, precisamente por el que Miguel Ángel adelantó la operación de compra que Televisa hizo de la empresa de telefonía móvil Iusacell, propiedad de Tv Azteca. Esta revelación le costó los más insolentes improperios por parte de los gatos de angora del duopolio televisivo, llamándole “profesional de la mentira, la calumnia y la difamación”, aunque unas cuantas semanas después tuvieron que tragarse su palabrerío, cuando no pudieron seguir ocultando las negociaciones de fusión, y el siete de abril de 2011 Televisa tuvo que informar a la Bolsa de una transacción por la que adquiría directa o indirectamente 50% del capital social de Grupo Iusacell.
Granados Chapa había desvelado ante la opinón pública uno de los procesos de simulación más arteros de que se tenga memoria, de enormes consecuencias para la economía y la democracia en nuestro país y con serias sanciones en términos de competencia y bursatilización en los Estados Unidos. La simulación por partida doble: la que jugaba con su extraordinario cinismo Tv Azteca ante la licitación 21, y la absoluta deslealtad con que Televisa se comportaba con su socio Nextel, toda vez que desde diciembre del año anterior había incubado la idea de dejarlo en el camino y comprar mejor la empresa de Grupo Salinas.
Desmintieron a Miguel Ángel con tal contundencia sólo para lograr esquivar el tiempo legal que Televisa tenía en su contrato con Nextel, para poder entrar en negociacones con un nuevo socio, en el mismo negocio que intentaba con éste, al que exprimió su bussines plan.
El siete de abril las dos televisoras notificaron a la Comisión Federal de Competencia (Cofeco) dicha transacción y el 14 de ese mismo mes la comisión publicó en su página que, por acuerdo tomado el ocho de abril, le había ordenado a las partes no ejecutar la concentración hasta que obtuvieran resolución favorable. Por supuesto que con todo y el poder que representa el duopolio, ese órgano tenía claro que al autorizar de inmediato dicha operación sobrevendría enseguida un escándalo.
Pero igual que al ocultamiento primero, ahora la Cofeco, a cuya vergüenza mayor se ha colocado Eduardo Pérez Mota, prepara también con trabajada simulación la resolución favorable a la maniobra de hacerse de una muy buena porción del espectro radioeléctrico, por quienes usan el cañón de la televisión concesionada por el Estado para hacerse de nuevas ventajas.
Como lo anticipó Granados Chapa, existen varios elementos que confirman que Televisa y Grupo Salinas ya tenían realizada la concentración desde el mismo día en que la notificaron, siendo que la Ley Federal de Competencia Económica ordena que no la pueden realizar dentro de los 10 días hábiles siguientes a la notificación ni después de recibir la orden de no ejecutarla.
Según información del Reporte Anual de Televisa 2010 (disponible en junio de 2011) y Resultados del segundo trimestre 2011 de Televisa (julio de 2011): el siete de abril de 2011 Grupo Televisa SAB, a través de su subsidiaria Corporativo Vasco de Quiroga, adquirió: 1. Derechos fideicomisarios por el 1.093875% del capital social de GSF Telecom Holdings S.A.P.I de C.V. (“GSF”), titular del 100% de las acciones de Grupo Iusacell en forma indirecta, por 37.5 millones de dólares; y 2. Obligaciones no garantizadas y forzosamente convertibles en acciones representativas del capital social de GSF correspondientes a la Serie 1, por un monto total de aproximadamente 365 millones de dólares y, correspondientes a la Serie 2, por aproximadamente mil 200 millones de dólares.
Los derechos fideicomisarios (37.5 millones de dólares) y las obligaciones convertibles correspondientes a la Serie 1 (365 millones de dólares) fueron pagados en efectivo el 7 de abril de 2011.
Las obligaciones de la Serie 2 (mil 200 millones de dólares) eran pagaderas en efectivo a más tardar el 31 de octubre de 2011 (mediante un solo pago anticipado o varios pagos). Del monto correspondiente a estas últimas, al 28 de junio ya se habían pagado 600 millones de dólares y en El Financiero se publicó hace dos semanas información en el sentido de que Televisa había pagado otros 150 millones de dólares, por lo que de los mil 200 millones de dólares, sólo falta por pagar la suma de 450 millones de dólares.
Es decir, antes obtener la autorización del organismo antimonopolios, ya han desembolsado mil 152.5 millones de dólares.
Y si bien en la propia información hecha pública por Televisa se señala que se trata de “obligaciones convertibles en acciones”, y que “la transacción aún está sujeta a la aprobación regulatoria de las autoridades” (El Financiero, 21 de octubre de 2011), la pregunta es obligada: ¿qué empresa desembolsa mil 152.5 millones de dólares sin tener seguridad sobre la forma en que ese dinero se usará?
Por eso Televisa ya ha tomado participación directa y control en la administración de Grupo Iusacell, como consta en comunicado del 23 de mayo, en el que se informa que Carlos Ferreiro, anterior director de finanzas de Sky (empresa de Televisa), fue nombrado director general de finanzas de Iusacell. Televisa también ha nombrado uno de los cuatro Consejeros que integran el Consejo de Administración de GSF, en virtud de la inversión que ya hizo en el capital social.
Viene una de las más graves lesiones que se le pueda infringir a la competencia en el sector de las telecomunicaciones, y en términos de pluralidad de contenidos a la televisión abierta, ya no digamos en términos de la publicidad comercial.
No sólo por el encargo moral que nos dejó Miguel Ángel Granados Chapa en este tema, sino esencialmente por el bien de México, es hora de denunciar con todo valor y sin complejos la maniobra en puerta.
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