La sesión de la tarde del 26 de agosto, titulada “Acumulación por desposesión: trabajo, naturaleza y cuerpo de las mujeres”, abrió con una bienvenida por parte de una compañera de la MMM en Bahia y la compañera de Turquía del Comité Internacional, de la MMM. En un momento en que todo se vuelve mercancía: el agua, bosques escuelas, salud, el feminismo lucha contra el patriarcado y el capitalmo, que explotan al mismo tiempo la naturaleza y el trabajo de las mujeres.
La primera compañera en participar fue
Malalai Joya de Afganistán, para compartir su experiencia de un país
ocupado desde 2001 en nombre de los derechos humanos, de los derechos
de las mujeres. Denunció que no hay seguridad en Afganistán, el país
más peligroso para ser mujer según Naciones Unidas. “La guerra ha sido
una guerra de propaganda, con promesas simbólicas que han sido
mentiras”. Ella fue elegida para el parlamento pero fue suspendida
cuando criticó la postura reaccionaria del parlamento. “La paz sin
justicia no tiene sentido. La presencia de Estados Unidos y la OTAN
(Organización del Tratado del Atlantico Norte) no les permite tener
independencia. Ninguna nación puede liberar a otra, la gente tiene que
liberarse a sí misma. Hay que aprender de la historia y luchar contra
la ocupación y por la emancipación.”
En la MMM queremos la
desmilitarización de nuestras sociedades, denunciamos el control de
nuestros territorios y nuestros cuerpos. Jean Enriquez, de Filipinas,
contó también su experiencia sobre el tráfico sexual. Contó sobre
mujeres de comunidades pobres que le hablaron cómo fueron usadas por
sus esposos, forzadas a tener sexo. Otras tuvieron que casarse con su
violador para salvar su honor. Cuenta Jean: “Pensé que mi cuerpo era mi
territorio. Pero eso no sucede en la vida real. Como joven, estuve
expuesta a la violencia sexual. Sufrí un intento de violación. Tuve que
casarme con el padre de mi hijo, a una edad muy joven. En mi país es
tabú hablar del aborto. Fui hipersexualizada, sufrí la presión de estar
disponible para los hombres. Nos dicen que debemos guardar nuestra
virginidad para nuestros esposos, y al mismo tiempo nos presionan a ser
hipersexualizadas, a cambiar nuestros cuerpos para los gustos de los
hombres.¿Qué pasa con nuestros cuerpos? Están ocupados por hombres, por
corporaciones, por la iglesia. Así sufrimos la desposición. Hay que
visibilizar quién esta acumulando de la mercantilización de los cuerpos
de las mujeres: los hombres y las corporaciones que nos imponen un
modelo de belleza colonial. Nuestra etnicidad está siendo borrada por
el capitalismo, el racismo, el militarismo y el patriarcado”.
“Nuestros cuerpos han sido separados,
solo somos vaginas y pechos, para tráfico sexual. Hay que proteger la
integralidad de nuestro cuerpo. Hay que resistir la heterosexualidad
forzada, a través del matrimonio, de la prostitución. La
heterosexualidad también es construida. Nuestro rol no puede ser
reducido a la procreación o a ser mercancías. Existen relaciones de
poder: la mayoría de los cuerpos vendidos son mujeres y la mayoría de
quienes compran son hombres. ¿Qué puede ser más obvio?”, pregunta.
“Es importante que las mujeres ocupemos
las calles en la noche como una forma de resistencia, reclamar la
noche. Resistir la invasión de nuestros cuerpos, afirmar que no están a
la venta y no se pueden reducir ni mercantilizar. Todas somos hermosas,
sin importar el peso, la edad o el color.”
Helena Hirata, profesora de Francia,
habló sobre la globalización, las transformaciones en el trabajo y los
movimientos de mujeres. Dijo que la globalización aumentó la
desigualdad entre hombres y mujeres, clases y razas. La apertura del
mercado tuvo como resultado la privatización de sistema público: salud,
educación, transporte y las mujeres son más afectadas por la crisis de
los servicios públicos. Encuestas del uso del tiempo muestran que las
mujeres pasan más tiempo en el trabajo doméstico que los hombres, por
ejemplo en Japón las mujeres pasan 5 horas y los hombres 20 minutos.
El trabajo, profesional y doméstico,
formal e informal, remunerado y no, productivo y reproductivo, se ha
transformado. El desempleo afecta más a las mujeres jóvenes y negras en
Brasil y tienen empleos más vulnerables y precarios. Un tema central es
el trabajo de cuidado, efectuado con trabajo de migrantes, muchas veces
sin documentos, un trabajo feminizado. Es una relación de servicio que
implica migrantes, mujeres, de clases desfavorecidas. El salario es muy
bajo en todos los países. Los hombres no pueden tomar estos trabajos
porque no les permite ser proveedores. Estos trabajos deben ser
responsabilidad de todos. Todos somos vulnerables, todos seremos
dependiendes y requeriremos cuidados, necesitamos políticas públicas
del estado y compartir este trabajo con los hombres.
Los movimientos de mujeres contra la
globalización en solidaridad internacional enfrentan las consecuencias
negativas de la globalización con organización contra el sexismo y el
racismo, presente en el empleo. Nuestra organización y lucha colectiva
va más allá de las fronteras nacionales. Como dice Virgina Woolf, en
Tres Guineas, “como mujer, no tengo país, como mujer no quiero país,
como mujer, mi país es el mundo entero”.
Finalmente, Ariel Salleh, de Autralia,
presentó su trabajo como ecofeminista que se ha movilizado en contra de
la minería de uranio, los organismos genéticamente modificados y ahora
frente al cambio climático. Mira la relación entre el feminismo y el
socialismo y afirma que la explotación de la naturaleza es un reflejo
de cómo se explota a las mujeres, y está presente en las instituciones,
en las políticas. El trabajo reproductivo de las mujeres reproduce la
naturaleza, es una filosofía distinta. El feminismo ecológico examina
la filosofía detrás de las políticas. La desposición toma la forma de
deuda; el capitalismo tiene una deuda social con el trabajadores, hay
una deuda pos colonial, del Norte con el Sur, una deuda con las mujeres
por su trabajo de servicio a la vida; una deuda intergeneracional
ligada a los impactos de la acumulación capitalista y una deuda con la
naturaleza por la destrucción y extracción de la energía para la
manufactura.
Frente a esta crisis financiera y
ecológica, Ariel denunció que la economía verde y la modernización
ecológica son mitos. “Cada tecnología introducida es un desplazamiento.
Hay que tener una estrategia organizada frente a los objetivos del
desarrollo sustentable, que se conozcan nuestras visiones”.
Especialmente llama la atención sobre la nanotecnología, pues no
conocemos los impactos en la salud humana y ni en la tierra. El medio
ambiente es lucha de las mujeres y particularmente de las madres. Como
MMM estamos contra la mercantilización de la naturaleza y las mujeres,
estamos contra la militarización. Trabajamos con aliados y no separamos
las luchas.
Carmen Díaz (Marcha Mundial de las Mujeres del Mexico)
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