Alberto Aziz Nassif
Hace muy poco algunos medios de la prensa internacional y agentes financieros decían que a México le había llegado su momento para ser una de las principales economías del Siglo XXI. Diversas voces —que predican las bondades del modelo económico y el ensanchamiento de la clase media—, pensaron que su visión había sido avalada. Sin embargo, pronto la terca realidad hizo que todos esos cálculos y deseos se toparan con pared.
Las buenas noticias se han reducido a las campañas publicitarias, porque los datos duros presentan a un país que acumula problemas. No terminaban de publicar los datos sobre el crecimiento de la pobreza y la violencia, cuando en Michoacán se encendieron los focos rojos por enfrentamientos entre el crimen organizado y las comunidades campesinas, frente a un Estado que no atina una estrategia eficaz de seguridad. Por otra parte, mientras la atención pública se centra en las propuestas de reforma energética, que dejan sobre la mesa dos visiones muy diferentes del país sobre el futuro que necesitan el petróleo y la electricidad, se anunciaron los malos resultados de la economía, el bajo crecimiento y el bache en la inversión pública, que han cambiado de forma importante las expectativas. Y, para no perder el ritmo, en medio de todo llegaron las noticias sobre la exoneración de Raúl Salinas de Gortari y la excarcelación de Caro Quintero. Este conjunto nos indica que entre la publicidad, los discursos de la clase política y la realidad, existen diferencias contrastantes y contradictorias.
Sumado al cúmulo de noticias que provocaron que el momento mexicano se esfumara, llegó el primer periodo extraordinario del Congreso de la Unión, y con él aparecieron los bloqueos de la CNTE contra la reforma educativa. En la prisa reformista que ha inundado al Congreso se planearon varios periodos para sacar la legislación secundaria de reformas constitucionales cuyas leyes han quedado pendientes. Dentro de esta agenda legislativa quedó la reforma al IFAI, pero, para sorpresa de muchos, los aires de regresión soplaron fuerte y la iniciativa que había aprobado el Senado se volvió calabaza con los diputados; la presión hizo que le quitaran algunos candados, pero dejaron una ventana enorme (la presidencia de la República) para que las resoluciones del IFAI no sean definitivas, lo cual es una lamentable regresión y hará de la transparencia un litigio que reforzará la opacidad.
Una de las notas del periodo extraordinario fue la negociación entre gobierno y legisladores del PRI y PRD con los maestros de la CNTE para retirar la Ley General del Servicio Profesional Docente, en donde se establece la evaluación magisterial. La lectura dominante en los medios fue que se doblegó al Congreso y al gobierno y que se cedió ante los maestros. En este contexto es lamentable el llamado panista al Jefe de gobierno para desalojar a los maestros, esa derecha sin caretas que se dice democrática, pero que suda intolerancia. Otra lectura indica que fracasaron las negociaciones con la CNTE y que no se pudo establecer el mecanismo para armonizar la evaluación, la conservación de derechos laborales y la capacitación.
Frente al torbellino de presiones, bloqueos y cambios de sede, los legisladores del ‘Congreso ambulante’ pospusieron temas de agenda del periodo extraordinario, como el nombramiento de los integrantes del Ifetel y de la Cofeco. De cualquier forma, varias de las propuestas de Peña Nieto están lejos de cumplir los criterios de independencia y conocimiento, como lo señaló el comunicado de la AMEDI el 21 de agosto.
¿Qué sucederá con las reformas energética y fiscal? El Pacto por México ha llegado a un momento crítico en donde se pueden reventar los consensos. Si es cierto que se cedió con los maestros para mantener al PRD en la mesa, entonces qué sucederá con los proyectos antagónicos sobre cambiar o no la Constitución (Artículos 27 y 28). El PRD ya cerró filas en torno a la propuesta de Cuauhtémoc Cárdenas que sólo va por cambios a leyes secundarias, pero el PRI y el PAN sí quieren cambios constitucionales.
¿Qué queda del momento mexicano? Una expectativa llena de humo que desapareció frente a la falta de crecimiento. Queda la pobreza, la violencia que no disminuye, las inercias de regresión, las presiones de los grupos de interés, la débil representación política y las reformas que se atoran a la hora de las leyes secundarias. ¡Vaya momento mexicano!
Investigador del CIESAS
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