Escrito por Jenaro Villamil
Generar odio o pánico moral contra un
movimiento social, una corriente ideológica o una religión es más fácil
que buscar empatía, entendimiento o un mínimo ejercicio de rigor
informativo.
En el caso de las movilizaciones
emprendidas por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la
Educación (CNTE) el manual de inducción al odio se ha aplicado a
rajatabla.
No se necesita ser mago para darse
cuenta, pero sí es difícil desintoxicarse a partir de la premisa que
han aplicado para estigmatizar las demandas del movimiento de las
secciones disidentes del SNTE (el sindicato que controlaba antes Elba
Esther): la CNTE está en contra de la reforma educativa, por tanto, son
malos maestros y, en consecuencia, sus movilizaciones son ilegítimas.
Para reforzar este silogismo los medios masivos han aplicado el siguiente manual:
1.-Entreviste a automovilistas
encabronados por los bloqueos viales. Y retransmita una y otra vez ese
“testimonio” como ejemplo de la furia ciudadana.
Nada más fácil que encontrar a un
conductor que miente madres, que pida la cabeza de quienes bloqueen las
vialidades o que le eche la culpa a los maestros de todos los males de
un mal día.
2.-Genere toda cantidad de
calificativos para desacreditar a un movimiento e inoculará un
prejuicio ante ellos. “Vándalos”, “flojos”, “irresponsables”,
“mitoteros”, “irrespetuosos”, “bárbaros”, “pobresores”, etc.
Cualquier análisis de contenido de la
cobertura informativa en relación con el movimiento de la CNTE
demostrará que más de un 70 por ciento son calificativos, juicios o
estigmas, antes que la descripción del problema, las demandas, las
posiciones de una y otra parte, o la mínima ponderación de los hechos.
3.-Fabrique una sensación de caos y de
amenaza frente a “los bárbaros”. La ciudad de México y sus habitantes
somos susceptibles de sobredimensionar todo, a partir de la alta
repercusión mediática de lo que suceda en esta ciudad. Por eso,
también, nos sentimos “el ombligo de la República”.
Si secuestran en la Zona Rosa la ciudad
es un caos. Si bloquean Reforma o Insurgentes la megalópolis es un
caos. Si “toman” las instalaciones de la Cámara de Diputados o del
Senado, impera la anarquía en todo el país.
Y todo es provocado por los “bárbaros”
que nos llegan de entidades lejanas y pobres como Oaxaca, Michoacán,
Chiapas o Guerrero que en el imaginario del televidente o radioescucha
medio son sinónimos de morenos, pobres y rijosos.
Hay una alta dosis de racismo inducido
en estos casos. No es lo mismo ser profesor moreno de Oaxaca que
estudiante blanco, bien vestido del ITAM, aunque ambos “tomen” las
instalaciones de Televisa para exigir derecho de réplica.
4.-Privilegie la declaracionitis y la
opinionitis. Los dos males endémicos de la cobertura informativa en
medios electrónicos son éstos. Es más importante la declaración del
funcionario que la descripción de los hechos. Es necesario privilegiar
la denostación antes que hacer un esfuerzo de explicación.
Y en el caso de la CNTE, el “sistema
PRI-gobierno” se ha encargado de unificar las voces: el presidente de
la República, el secretario de Gobernación, los coordinadores
legislativos del PRI en Cámara de Diputados y Senadores. Todos, hablan
de “secuestro”, de “actos vandálicos”, de “expresiones radicales” y no
del fondo del asunto.
Junto con la declaracionitis vendrá la
opinionitis. Es la inflamación de la histeria personal –simulada o
convencida– de los conductores y analistas de los programas televisivos
y de radio. Además, como casi todos escriben columnas en los
periódicos, replicarán lo mismo.
Lo políticamente correcto no es pedir
mesura y dimensionar los hechos. Eso resulta radical y se convierte uno
en “promotor de delincuentes”.
5.-Sobredimensione algunos hechos.
Ahora se habla de “pérdidas” por 4.5 millones de pesos en la Cámara de
Diputados ante la irrupción de supuestos integrantes de la CNTE.
¿Por qué los mismos comentaristas que
se rasgan las vestiduras por estos 4.5 millones de pesos no se alteran
con los 200 millones de pesos que cada coordinador legislativo
administra de manera opaca y unilateral? ¿Por qué son “delincuentes”
éstos y no los que desfalcan al Congreso?
6.-Invisibilice a los “bárbaros”. Los
maestros no tienen rostro, nombre ni historia personal. Son una masa
anónima de “revoltosos”, de “flojos”, de “enemigos de la reforma”.
Darles voz es muy costoso porque
humaniza los movimientos sociales. Por eso la demanda de derecho de
réplica de la CNTE ante las televisoras era tan delicada. ¿Acaso son
dueños de su propia voz?
Uno odia lo que no conoce. Le tiene
pánico a quienes nos dicen que son peligrosos. Y, por si fuera poco, si
nos afecta en nuestro derecho a la libre circulación seguramente son
violentos.
7.-Mezcle dos problemas distintos. Si los maestros no quieren un modelo único de evaluación entonces son enemigos de ser evaluados, por tanto, malos maestros que abandonan a los niños en las aulas.
Y si proponen otros modelos de
evaluación o declaran su oposición a la reforma educativa peñista (no a
reformar la educación), entonces son enemigos del progreso, defensores
de intereses y privilegios.
¿Cuál será el privilegio de un profesor
que gana menos de 20 mil pesos al mes frente a la enorme y compleja
alta burocracia de la SEP que gana más que ellos, que forma parte del
entramado de la corrupción?
Eso, por supuesto, no se analiza, no se documenta, no es importante.
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