1/02/2014

Los periodistas pal café . .



En octubre de 1993, un apocalíptico Rudiger Dornbusch, entonces destacado integrante del Instituto Tecnológico de Massachusetts y muy cercano al régimen salinista, pregonaba que si el Congreso estadunidense rechazaba el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), la economía mexicana sufrirá un derrumbe similar al de 1982, con grandes fugas de divisas, que forzará una devaluación y recesión importantes. Para su tranquilidad, dos meses después, en enero de 1994, entró en vigor este poderoso instrumento para atraer nuevas inversiones, crear empleos productivos y elevar el bienestar de los mexicanos (Salinas dixit, obvio es).
¿Qué sucedió? Pues con todo y que el poderoso instrumento fue aprobado y entró en vigor tal cual estaba planeado, aconteció exactamente lo que pronosticó Dornbusch –amigo de Pedro Aspe y asesor de tesis de Luis Videgaray–, es decir, la economía mexicana se derrumbó (en 1995 y en 2009); la fuga de capitales alcanzó una proporción superior a la registrada en tiempos de José López Portillo (el último año de Salinas las reservas internacionales se vaciaron, y sólo hay que recordar que con Fox y Calderón en Los Pinos la exportación de capital superó los 200 mil millones de dólares); el tipo de cambio se fue al caño (de 3.4 con CSG a más de 13 pesos por dólar actualmente, o lo que es lo mismo, alrededor de 400 por ciento) y la recesión es el pan de cada día desde hace, cuando menos, dos décadas.
Al igual que la advertencia de Dornbusch, que se cumplió con todo y tratado, el entusiasta pronóstico de Carlos Salinas de Gortari terminó en el bote de la basura: no se generaron empleos productivos (en realidad, la informalidad se desbocó, y a estas alturas 60 por ciento de la población ocupada sobrevive en ese sector) y mucho menos se elevó el bienestar de los mexicanos (61 millones de pobres –cifras oficiales– certifican tal señalamiento, aderezado con el dato del Coneval de que 82 por ciento de los mexicanos registran cuando menos una carencia, es decir, sólo 18 de cada cien reportan bienestar íntegro). Por si fuera poco, el crecimiento económico a duras penas alcanza una tasa anual promedio de 2 por ciento, y descontando.
Salvo en el pronóstico sobre el volumen de inversión foránea (y eso con sus asegunes, porque a últimas fechas el grueso de ella no es más que reinversión de utilidades generadas aquí), Salinas no dio una, porque a lo anterior se puede añadir la espeluznante cuan creciente dependencia externa de alimentos que México registra, la debacle económica y social en el campo, desplome salarial y constante pérdida de prestaciones sociales, baja productividad, ausencia de soberanía económica, la gran lavandería en la que se ha convertido el sistema financiero que opera en el país (lo que ha sido permanentemente denunciado por la ONU y por el Departamento de Estado) y tantas otras gracias que se quedan en el tintero, sin olvidar la terrorífica concentración de la riqueza, el ingreso y la actividad económica.
Eso sí, el volumen de ventas al exterior se multiplicó, aunque a estas alturas 82 por ciento de las exportaciones se concentra en unas cuantas empresas, la mayoría pertenecientes a los llamados megacorporativos trasnacionales, y más allá de Pemex los principales exportadores mexicanos son, entre otros, General Motors, Chrysler, Ford, Volkswagen, Nissan, Hewlett Packard, Nokia, Daewoo, LG, Panasonic, Samsung y Toshiba, por citar a algunas marcas nacionales. Y 85 por ciento de las exportaciones se dirigen al mercado estadunidense.
Lo que sí se cumplió cabalmente –y 20 años de TLCAN lo certifican– fue la premonición de no pocos grupos antitratado que, también a finales de 1993, advertían que con acuerdo trilateral o sin él, lo más probable es que la economía mexicana fallará de todos modos. Y estaban en lo cierto. Ello se puede resumir con la siguiente numeralia: con Salinas de Gortari, la tasa anual promedio de crecimiento económico fue de 3.9 por ciento; con Zedillo y el TLCAN en marcha, tal proporción se redujo a 3.5 por ciento; con Fox bajó a 2.3 por ciento, con Calderón a 1.8 por ciento y en el primer año de Peña Nieto a 1.2 por ciento. De Salinas a Calderón, tratado de por medio, el de por sí reducido ritmo de crecimiento se desplomó a la mitad, en medio de privatizaciones al por mayor, reformitis crónica, corrupción galopante, muchísimas promesas de bienestar primermundista y millones de muy bonitos discursos.
¿Dónde quedaron las suculentas mieles del primer mundo prometidas por promotores y continuadores del TLCAN?, porque a 20 años de distancia los múltiples beneficios ofrecidos –económicos y, especialmente, sociales– brillan por su ausencia. De hecho, en promedio, el inventario nacional de pobres reporta un crecimiento de un millón anual en dos décadas de TLCAN.
Jaime Serra Puche, negociador salinista del poderoso instrumento, considera que medir “los resultados del tratado con base en las cifras de pobreza y desempleo que persisten en la actualidad ‘es una evaluación un poquitín injusta’, ya que ‘hay muchas cosas que el tratado no resolvió y que no podía resolver’”. Pero, ¿qué fue lo primero que prometió su jefe y amigo, CSG, a la hora de justificar el TLCAN?: crear empleos productivos y elevar el bienestar de los mexicanos, y nada. Eso dice el ex funcionario, pero en sus tiempos al frente de la otrora Secretaría de Comercio y Fomento Industrial afirmaba exactamente lo contrario. Pero al final de cuentas, ¿para qué se mete un gobierno a negociar un poderoso instrumento o cualquier otro artefacto si el objetivo no es el beneficio de sus gobernados y el avance económico y social de su país? ¿No habrá sido para favorecer al gran capital trasnacional, y a los monopolios y duopolios nacionales? ¿O sí?
Las rebanadas del pastel
¡Sorpresa! Luis Videgaray fue designado “secretario de finanzas global y de las Américas para 2014 por la revista The Banker; es el primer mexicano en recibir dicha distinción”. ¡Qué cosa!: no dio una en materia de crecimiento y ni siquiera supo cómo se maneja el gasto público. Para Ripley, a menos que tal reconocimiento sea producto de nuestros impuestos… Y para arrancar bien el año nuevo, el gobierno federal adelantó el primer gasolinazo de 2014: lo hizo efectivo a partir de ayer, pero mejorado: con este primer aumento mensual, más la aplicación extraordinaria del impuesto especial sobre producción y servicios, la Magna tendrá un alza de 19 centavos, la Premium de 21 y el diesel de 24 (La Jornada). Y súmele 17 centavos al gas LP. Pero no se preocupen: si no llegan a fin de mes, coman pasteles.
Twitter: @cafevega



El año recién concluido no le dejó a Morelos una chiva ni una burra, sino un primer lugar en secuestros, de acuerdo con el Sistema Nacional de Seguridad Pública. A pesar de que el gobierno de Graco Ramírez prometió que en 18 meses abatiría la inseguridad –plazo que vence el primero de abril–, las cifras oficiales, las no oficiales y la sensación de los morelenses es que no se ha avanzado, sino que las autoridades están haciendo el ridículo.
Los conflictos entre las células criminales que coexisten en la entidad continúan, aunque han bajado en saña e intensidad. Sin embargo, en el ámbito nacional se sigue considerando a Cuernavaca una de las ciudades más peligrosas del país. Hay otros delitos, como el robo a casa habitación, el asalto al transporte público, el robo de vehículos y las extorsiones, que también parecen haber llegado para quedarse.
A pesar de la estrategia para la paz y la reconciliación del gobierno del estado, que se esmera con la entrega de becas a estudiantes desde tercero de secundaria y de apoyos a jefas de familia, los jóvenes siguen involucrándose en crímenes de alto y bajo impacto.




De acuerdo con información divulgada por Petróleos Méxicanos (Pemex) en acatamiento a una resolución del Instituto Federal de Acceso a la Información (Ifai), en la década pasada esa empresa del Estado pagó más de 12 mil 290 millones de dólares por la compra de gasolinas a la refinería Deer Park Refining Partnership –de la que posee 50 por ciento–, situada en Texas. El organismo de transparencia al rebatir los argumentos interpuestos originalmente por la directiva de Pemex para negarse a proporcionar la información referida, destacó que, de acuerdo con datos públicos, su capacidad de refinación se ha mantenido estancada a lo largo de 20 años.

Sancionada por utilizar sus propios ahorros
La intención de esta carta es exponer cómo a las generaciones jóvenes-intermedias nos afectan ya las reformas estructurales aprobadas desde la década de los 90. Tengo 32 años y empecé a cotizar en el Seguro Social cuando tenía 18, después trabajé durante siete años cotizando con un salario digno ante el IMSS; es decir, obtuve todos los beneficios de la Ley Federal del Trabajo de 1970: servicio médico, ahorro para la vivienda y para el retiro, entre otras prestaciones. Hace más de un año decidí dejar mi trabajo fijo para iniciar estudios de doctorado, perdiendo así toda posibilidad de seguir generando ahorro, pero pensando que la apuesta por la formación científica de calidad y la docencia bien valen la pena en este país. Sin embargo, este año me enteré (porque no me informaron) de que la empresa transnacional que tiene mi ahorro para el retiro (Sura) perdió en la bolsa de valores cinco por ciento de mi dinero.

Tras la forzadamente festiva ceremonia de promulgación de la reforma constitucional en materia de energía –para la cual el patio de honor de Palacio Nacional fue convertido en efímero set televisivo–, lejos de amainar, como podía haberse esperado que ocurriera, ha aumentado sin piedad alguna el blitzkrieg propagandístico, sostenido ya a lo largo de varios meses.

El primero de enero, hace 20 años, un ejército insurgente que reivindica a Emiliano Zapata como su inspirador histórico-simbólico, mostró ese otro México de profundas contradicciones y polarizaciones sociales que se encontraba muy lejos del primer mundo al que prometía arribar Carlos Salinas de Gortari a través de reformas estructurales como la que abrió camino a la privatización de tierras ejidales y comunales con la contrarreforma al artículo 27 constitucional, una de las causas de la insurrección.

Apartir de hoy, México tendrá que prepararse para enfrentar riesgos inéditos. La autosatisfacción de los grupos dirigentes –empresariales y políticos– subrayada por los halagos de la gran prensa global a Peña Nieto, contrasta con el pesimismo objetivo que se deriva de las propias cifras oficiales. La economía no crece; tampoco la seguridad. La política se divorcia de la gente y la incertidumbre se hace horizonte común. La propaganda del gobierno, asimilada y reproducida con fervor mediático, intenta posponer la irritación hasta que la situación mejore o la protesta se disperse y pierda filo. Cierto es que falta un largo trecho para que las reformas se traduzcan en leyes y programas, es decir, en políticas públicas, pero los estrategas del régimen presumen que estamos ante un cambio potencial de gran calado para reubicar a México en la cadena capitalista y en el ámbito de Norteamérica, cuyo diseño formal comenzó con el TLCAN y ahora, con las reformas aprobadas, pretende dar un paso adelante. Se trata, según el embajador mexicano en Washington, Eduardo Medina Mora, de construir una nueva visión junto a Canadá y Estados Unidos a fin de asumir el desafío chino, incorporando sectores con la tecnología de la información, operaciones en red, así como la nueva realidad energética regional y la formación de capital humano, es decir, educación.

Las expectativas sobre el desempeño de la economía mundial en 2014 son mejores que las de 2013. Las proyecciones del FMI señalan que habrá un crecimiento de 3.6 por ciento anual, superior en siete décimas al desempeño de 2013. Para el conjunto de economías avanzadas se espera un aumento del producto de dos por ciento, cuando en 2013 fue de apenas 1.2. Particularmente para USA el producto podría aumentar en 2.6, un punto porcentual más que en 2013. La Europa del euro, que en 2013 cerró con un dato recesivo de -0.4 por ciento, se espera que este nuevo año crezca uno por ciento.

La revista cuatrimensual que une a los teatristas del país Paso de gato ha ampliado sus publicaciones hasta llegar, con diversos apoyos, a editar interesantes volúmenes, además de los muy conocidos cuadernillos en sus diferentes series, que aquí enumero: En Cuadernos de dramaturgia internacional, está Cuenta regresiva, de la rumana Saviana Stanescu, presentado por Boris Schoemann. En Cuadernos de dramaturgia para joven público tenemos S.O.S. La gran travesía de Francisco Solís, con introducción de Reyna Echeverría, y Consejos para cuidar gatos, de Ivi May Dzib, presentada por Verónica Maldonado. En su serie de Dramaturgia mexicana publicó Todo lo que encontré en el agua, de Conchi León, con introducción de Guillermo Heras. Testimonial con V de vergüenza y Rastrojos, de Roberto Corella, con introducciones de Rocío Galicia y Gonzalo Valdés Medellín, respectivamente. Are you bringing something from México?, de Daimary Sánchez Moreno, obra ganadora del premio Wilberto Cantón 2011. Reporte metereológico y Bailando una pieza sin música, de Pablo Mandoki, con presentación de Luis Mario Moncada, e Intervenciones, de Hugo Abraham Wirth, prologada por Alegría Martínez.


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