Ochoa Reza: ser y parecer
Hace ya varios años, mi maestro Jorge Carpizo, pudo ser beneficiado
con una pensión vitalicia de más de un cuarto de millón de pesos,
asistentes incluidos, por su breve paso como Ministro de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación. Jorge renunció a esa “pensión”, no porque fuera ilegal, sino porque era inmoral, me decía.
Ochoa Reza apela a la legalidad- en este caso muy discutible,
derivado de lo que sostiene el reconocido experto en derecho laboral
Manuel Fuentes Muñiz sobre el tema- pero deja de lado la ética pública.
Sostiene, como “argumento de autoridad” que no ha sido el primero ni
será el único beneficiario, que es una práctica común “interpretar” de
esa forma la norma contra natura de la empresa, la CFE, que sería
impensable paradójicamente si no se tratara de recursos públicos.
Lo que no puede resolver la ley, en última instancia, lo debe hacer
la ética, como lo hizo en su momento el finado Jorge Carpizo cuando se
vio frente a ese caso.
La lucha contra la corrupción requiere no sólo la sujeción a la ley,
sino el ejercicio de la deontología pública y personal como forma de
conducta y estilo de vida. No es el caso del presidente del PRI. Por esa
razón esa noticia ha tenido un alto impacto en las percepciones de la
sociedad. Y la nota se ha procesado en forma negativa para el presidente
del PRI. No sólo por lo absurdo del monto de la prestación- que jamás
trabajador mexicano alguno lograría ni en sus mejores sueños- sino por
el contexto convulso y crítico del país.
Se habla de austeridad, de ajustarse al cinturón, pero casos como el
del presidente del PRI hoy- y ayer el uso por “segunda vez” de un
vestido de diseñador de altísimo costo como aporte de la esposa del
presidente Enrique Peña Nieto a la “política de austeridad” el día del
grito de la independencia- ponen de relieve que hay dos varas para medir:
la de quienes ejercen el poder o están a su servicio – a quienes no se
les debe restringir nada para no importunarlos por “sus grandes
servicios a la patria” que hacen noche y día, y la de todos los demás,
quienes- como siempre- aguantan, lo han hecho y, por desgracia, lo
seguirán haciendo, quien sabe hasta cuándo. Esto es producto de la
caracterología del mexicano que Ramos, Paz y Usigli han identificado de
manera acuciosa.
El presidente del PRI nada sabe de ética pública –
qué es eso, se preguntará, intuyo- se queda con la interpretación
interesada de la norma que le beneficia. Por ese divorcio con el clima
de opinión del país, el presidente del PRI de un momento a otro ha
pasado a ser en la realidad percibida – que es la que existe, no la
realidad única y objetiva que es inasible para el ser humano- un
practicante de lo que retóricamente combate, la corrupción.
Pd. Les recuerdo que en atención a las sugerencias de ustedes he
abierto una petición en change.org para que se elimine la figura de los
“Peñabots” del Presupuesto de Egresos de la Federación, tema que aquí se
discutió la semana pasada, por ser contraria a lo dispuesto por los
artículos 6º y 134 de la Constitución Política. Los invito a que se sumen a firmar esta petición.
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