Luis Hernández Navarro
Karol Marcela Pacheco Zazueta
tiene apenas dos años de edad y ya sabe lo que es la represión. Ella
estaba en el grupo maternal uno del Centro de Desarrollo Infantil uno en
Hermosillo, Sonora. Pero fue expulsada como represalia a la labor de su
mamá, la profesora Marcela Guadalupe Zazueta Pintado.
Lo mismo hicieron con la niña Selene Cebreros Vázquez, de tres años,
que debería estar cursando segundo de prescolar. Ella fue echada de la
Estancia para el Bienestar y Desarrollo Infantil 78 de Ciudad Obregón,
como venganza contra su madre, la maestra Selene Vázquez.
Apenas en junio pasado, durante el aniversario luctuoso de los
infantes que perdieron la vida en la Guardería ABC, la maestra Marcela
denunció el pésimo servicio que las guarderías en Sonora y en todo el
país proporcionan a sus beneficiarios. Sus palabras sentaron muy mal a
las autoridades.
La doctora Zazueta es profesora de la zona 095 en educación primaria
federalizada. Fue despedida por negarse a presentar el examen de
evaluación al desempeño docente. Forma parte de un grupo de 46
trabajadores de la educación cesados en Sonora por esta razón.
Actualmente enfrenta un proceso judicial de defensa por baja que aún no
ha sido resuelto.
La profesora Marcela fue despedida a pesar de que sus compañeros y
los padres de familia de sus alumnos la reconocen como una excelente
maestra. Además de la licenciatura cuenta con maestría y doctorado en
administración educativa, que pudo cursar con el apoyo de su esposo. Es
cinta negra de tae kwon do. Recientemente, la Red Feminista Sonorense le
otorgó la presea al valor.
La doctora Marcela obtuvo sus grados académicos con muchos esfuerzos y
sacrificios. Nacida en el ejido Mayojusalith, municipio de Etchojoa,
fue a la escuela primaria en una carreta jalada por un caballo,
conducida por su papá, que se dedicaba a cuidar vacas. A los 11 años
–narró ella– fue a la secundaria caminando cada día cuatro kilómetros de
ida y cuatro de regreso. Para asistir a la preparatoria se tuvo que
trasladar a casa de unos amigos de sus padres en Ciudad Obregón,
extrañando a su familia y amigos.
Cuando cursaba el segundo año de la licenciatura en ciencias de la
educación (la corrupción y su rectitud le impidieron entrar a la Normal
de Navojoa), su padre falleció en un accidente. Con tres hermanos
menores estudiando, se puso a trabajar como agente de ventas mientras
seguía adelante con su carrera.
La maestra Zazueta resume su vocación por el magisterio en una frase de Tomás Bulat:
Cuando se nace pobre, estudiar es el mayor acto de rebeldía contra el sistema. El saber rompe las cadenas de la esclavitud.
La profesora Marcela batalló enormemente para conseguir una plaza.
Finalmente, en 2002 le asignaron una para trabajar en la escuela
primaria multigrado Juan Bourjac, en el ejido Las Placitas. Allí dio
clases de primero, segundo, tercero y cuarto grados, de manera
simultánea.
Mientras cursaba su doctorado comprendió que la reforma educativa no
ofrecía nada bueno ni a los maestros ni a la educación pública del país.
Su conclusión fue producto del estudio y la reflexión. Preguntó,
investigó a profundidad y meditó sobre el asunto hasta que discernió que
debía rechazarla.
Aunque no se difundió mucho nacionalmente, el movimiento
magisterial en Sonora frenó en un primer momento, con éxito relativo, la
evaluación al desempeño docente. En noviembre de 2015, centenares de
profesores y padres de familia bloquearon desde las cuatro de la
madrugada las sedes de aplicación del examen. Enarbolando la bandera
nacional, entonaron el himno y ocuparon las puertas de entrada. La
autoridad mandó a los granaderos a desalojar a los maestros con
violencia. Finalmente, en esa primera oportunidad, sólo se evaluaron
unos cuantos docentes. Furioso por el descalabro, el secretario de
Educación Pública, Aurelio Nuño, cesó al delegado de esta institución en
Sonora.
Como represalia, el fin de semana posterior a las acciones de
protesta fueron encadenadas la casa de la maestra Marcela y de otros
cuatro profesores más. El 7 de marzo llegó el aviso de cese de 84
maestros en el estado.
Lejos de disminuir, la inconformidad docente se extendió en la
entidad. Un día después del aviso de despido los profesores marcharon al
Congreso, y tres más tarde hicieron un plantón frente a Palacio de
Gobierno. La noche del 21 de marzo, la gendarmería y policías vestidos
de civil los desalojaron, golpeándolos y robando sus pertenencias.
Finalmente, el 15 de abril, 46 maestros fueron cesados. Los padres de familia tomaron
las escuelas en solidaridad. El gobierno contraatacó y el 20 de ese
mes, elementos de la Policía Estatal Investigadora detuvieron a tres
docentes y dos padres de familia en diferentes municipios de la entidad,
acusados de diversos delitos, todos falsos. Los arrestos se realizaron
con violencia, frente a los niños.
Cuando en junio los dirigentes magisteriales de Oaxaca, Rubén Núñez y
Francisco Villalobos, fueron trasladados a Hermosillo, al Centro
Federal de Readaptación Social (Cefereso) 11, maestros sonorenses,
académicos de varias universidades y sindicalistas marcharon, bajo un
sol infernal, para exigir su liberación. Corearon consignas como:
Gobernadora Sonora NO acepta maestros encarceladosy
Oaxaca aguanta, Sonora se levanta.
Que una maestra con la capacitación, el compromiso pedagógico y el
talento de Marcela Zazueta esté despedida por rechazar la reforma
educativa muestra tanto el absurdo de la reforma como el ánimo de
venganza de las autoridades, que quieren imponerla a sangre y fuego. Lo
mismo sucede con los otros 45 profesores despedidos de Sonora y muchos
otros más en el resto del país. Esos maestros, que son parte de los
mejores y más dignos docentes que integran el sistema educativo
nacional, deben ser reinstalados.
Twitter: @lhan55
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