8/05/2018

Primero los pobres... ¡niños!

Infancia y sociedad
Andrea Bárcena

Infancia es destino es hoy un paradigma político preciso para reconstruir el país. Por eso extraña que en más de 12 años de críticas a la mafia del poder y de buscar alternativas para un nuevo proyecto de nación, AMLO no haya mencionado la falta ética más grave del neoliberalismo: el abandono criminal de la infancia mexicana. Como si los niños no existieran, López Obrador no parece preocupado por ellos, ni los nombra ni les dedica una reflexión o siquiera una promesa. Sobre la crueldad contra niñitos migrantes, AMLO no dijo ni píoen su carta a Trump”.

Al ver la primera publicación del Proyecto de Nación 2018: Propuestas con esperanza me entusiasmé porque la portada se engalanó con niños del pueblo, pero tristemente encontré que en el texto ni siquiera se les nombra.

Como hombre de Estado, AMLO debiera tener muy claro que el círculo de la pobreza se reproduce en la niñez y que por lo tanto es ahí en donde tiene que romperse; debe trabajarse con la infancia para evitar la violencia, el delito y la barbarie cultural. No se puede pensar un futuro de grandeza sin hacer fuertes inversiones en los 21 millones de mexicanos pobres menores de 15 años.
Contrariamente, AMLO sólo propone becas para los ninis mayores de 15 años (que ya votarán en 2021) y apoyos económicos para toda la tercera edad, incluidos ancianos fifís; pero parece ciego ante la tragedia nacional que arrastra a nuestros niños del hambre al abandono escolar, a la droga y, finalmente, a la delincuencia.
Tenemos en México, además, decenas de miles de huérfanos de guerra y 4 millones de pequeños que no reciben educación básica. Se necesitan miles de escuelas y de jardines de niños nuevos.
La infancia es la mejor inversión que puede hacer cualquier país si de verdad quiere trasformarse. Para trascender, el gobierno de la próxima República necesita crear un Padrón Nacional de la Niñez que le permita ubicar perfectamente a cada niño en las condiciones en que vive o sobrevive; después crear un Instituto Ombudsman de la infancia que diseñe y haga funcionar programas de rescate y desarrollo de los más pequeños, para que el día de mañana se les pueda reconocer como las semillas florecientes del nuevo gobierno y entonces sí poder decir: ¡Hicimos historia¡

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