Pedro Echeverría V.
1. Desde la escuela primaria se ha enseñado que México no es un gobierno centralista, sino que siguiendo a los EEUU, constitucionalmente, es una república democrática y federal, con estados independientes. Sin embargo México –“por necesidad práctica”- ha sido centralista, por ello desde que leí a principios de la década de los sesenta al profesor Pablo González Casanova en su obra clásica: La democracia en México, comprendí que al imponer el PRI todos los gobiernos en los estados, al tener cuarteles del ejército federal y al funcionar una oficina central de la secretaría de Hacienda en todas las entidades, el centralismo se hacía vigente.
2. Otra acción que me convenció del centralismo mexicano fue cuando en 1921 José Vasconcelos –el recién nombrado secretario de Educación por el presidente Obregón- se vio “obligado” a viajar a cada estado para cambiar las constituciones y así centralizar la educación, cuando ésta –de acuerdo a la Constitución de 1917- dependía de los gobiernos de los estados y, la realidad es que por falta de presupuesto y condiciones, iba muy mal. El federalismo, la autonomía y la independencia han sido principios anarquistas, pero en México –heredero de una poderosa dictadura porfiriana- heredó un fuerte centralismo político y económico.
3. Por ello López Obrador, aunque para ahorrar miles de millones de pesos desaparecerá a unos 40 delegados federales que durante muchas décadas atendían a todas las secretarías federales establecidas en los estados, se ha visto obligado a mantener a un delegado que se encargará de vigilar y facilitar las inversiones federales en cada entidad. Obvio, los empresarios y la derecha recalcitrante del PAN, quieren que nada cambie por ello se han dedicado a atacar esta medida que según dicen: “quita independencia al gobernador”. Si en esto de “un delegado en cada entidad” –así como en Bartlett- cede AMLO, pues se convertirá en un gran triunfo de la derecha.
4. Este delegado responderá directamente a la Presidencia de AMLO y al gabinete; pero seguramente tendrá el cuidado, incluso la prohibición, de no intervenir en la política interna del partido Morena sino tiene por lo menos un año de militancia y todavía está en desacuerdo con los principios y los estatutos. Morena debería transformarse en movimiento que garantice movilizaciones para apoyar las posiciones populares o radicales del gobierno; de ninguna manera deberá cesar en sus protestas; al contrario debe aprovechar incrementarlas para que AMLO no sea tentado por la derecha. De la vigilancia y las movilizaciones dependerá un buen gobierno.
5. Pienso que personajes como Aguilar Camín, Jorge Castañeda, Krauze y muchos más “intelectuales”; así como Fox. Calderón, Salinas, Fernández de Cevallos, el PAN, el PRI- los eternos adoradores de los EEUU y enemigos de Venezuela, Bolivia, jamás abandonarán su posición recalcitrante contra el gobierno de López Obrador. Mucho más cuando sus gigantescos ingresos y negocios serán recortados y aún no encuentran otros medios para sustituirlos. El único “sincerote” de ellos es el expresidente Fox, quien ha declarado mil veces que está gestionando la legalización de la marihuana para poner a flote a su gran negocio en preparación. (6/VIII/18)
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