Bajo la lupa
Alfredo Jalife-Rahme
▲ El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en una cena con líderes empresariales, en el Trump National Golf Club Bedminster.Foto Ap
El millennial Hal Brands, de 35 años –estrella ascendente entre los escasos pensadores geoestratégicos de EU–, comenta en un ensayo para Bloombergque Trump no pudo separar aún a Rusia de China, pero que conforme Pekín se vuelve más poderoso, existe esperanza (sic) para una maniobra kissingeriana(https://bloom.bg/2ANOVhn).
Se ha de referir a la jugada Kissinger en reversa (http://bit.ly/2LQ0OrX), a diferencia de la que había operado en 1971 al acercar a Nixon y a Mao Zedong contra la ex URSS.
El kissingeriano Brands es académico de la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados de la Universidad Johns Hopkins y acaba de publicar su controvertido libro La gran estrategia estadunidense en la era de Trump (https://amzn.to/2ANo591).
A juicio de Brands, la lógica geopolítica (sic) de colocar a Rusia contra China parecería impecable, ya que ambos constituyen las mayores amenazas a la influencia estadunidense y a la estabilidad del sistema internacional encabezado por EU.
MÁs bien se trata de la inexorable decadencia estadunidense, medida por su aventurerismo militar en Afganistán e Irak, y luego en Libia/Siria, sumados de sus graves errores geoestratégicos en el bastón de golf conformado por Turquía/Irán/Pakistán, además de la grave crisis financiera global que provocó EU en 2008, los cuales en su conjunto son inversamente proporcionales a la resurrección de Rusia con el zar Vlady Putin y al ascenso irresistible de China.
Según Brands, Rusia y China conducen campañas paralelas para forjar sus esferas de influencia, debilitar las alianzas de EU, y proyectar su poder globalmente.
Considera que no hay que perder de vista que Rusia y China son rivales para influir en Asia Central, por lo que un día de estos pueden acabar peleados.
Esquiva los grandes proyectos de infraestructura geoestratégica, no se diga su complementariedad geoeconómica, de Rusia y China como la Unión Económica Euroasiática, las tres Rutas de la Seda –la continental, la del Ártico y la marítima con el Medio Oriente y África (http://bit.ly/2LQFOBr)– y el traslape de ambos con los Brics.
Brands acepta que EU se acerca rápidamente a la insolvencia (sic) estratégica –punto en el que sus compromisos globales exceden su habilidad para defenderlos– y así “evitar el bluff estratégico” cuando cunde la crisis de la primacía militar estadunidense” (http://bit.ly/2AMw8Tw).
Mientras Trump se obstina con su bluffestratégico, Hal Brands aduce que “podría alcanzar una nueva détente con Rusia” y así disminuir el lastre defensivo estadunidense en Europa oriental donde sus capacidades se encuentran muy estresadas.
Brands arguye que una administración inteligente evitaría confrontar simultáneamente a Rusia y a China para quizá formar una asociación estratégica con Moscú y así enfocarse a la mayor amenaza de Pekín en el largo plazo.
Para Brands, la analogía del acuerdo de EU y China contra la ex URSS en la década de los años 70 no se aplica aún mediante el axioma Kissinger en reversa, ya que las fuerzas que empujan a Rusia y a China para acoplarse son mucho mayores de las que las podrían alejar cuando ambos juegan muy bonito juntos: cooperan en forma extensiva en temas como el desarrollo de la tecnología militar, ejercicios militares en puntos calientes del Mar del Sur de China hasta el Báltico y promueven el concepto de la soberanía del Internet.
Hoy Rusia y China buscan socavar el orden (sic) internacional encabezado por EU, que consideran inhibe su influencia y prestigio, a grado tal que parecen (sic) haber alcanzado una asociación estratégica en oposición a la primacía de EU.
Para que EU pueda fracturar el eje Rusia/China, Hal Brands juzga que el precio sería probablemente astronómico.
Mientras vislumbra que en el corto plazo el peligro es Rusia y en el largo plazo es China, Hal Brands finaliza que para que Moscú se una a Occidente (sic), con el fin de contener a China, deberá primero concluir que no puede ganar a Occidente mediante su cooperación con China.
¿Pensarán lo mismo los muy solventes estrategas rusos?
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