Octavio Rodríguez Araujo
La desesperación del Partido Encuentro Social (PES) ha demostrado ser enorme. Debe desaparecer como partido nacional y probablemente así suceda. Si no hubiera sido por el error de López Obrador al hacerlo parte de Juntos Haremos Historia no estaría pidiendo absurdos para mantener su registro. No conozco a nadie, mínimamente informado sobre la historia de los partidos políticos en México, que haya aplaudido la alianza de Morena con el PES, pero la ciudadanía entendió muy bien de qué se trataba y, en lugar de votar por todos y cada uno de los partidos de tal alianza, sufragó de manera diferenciada y al partido evangélico le dio menos del 3 por ciento necesario para mantener su registro. Menos del 3 por ciento en elecciones presidenciales, de diputados y de senadores; es decir, sin derecho a usar la ley electoral en su favor.
Entre los absurdos que le ha pedido al tribunal electoral destaca la pretensión de que no sea considerada la votación por El Bronco. Cierto es que el mismo tribunal le dio registro al nuevoleonés como candidato independiente, a pesar de la gran falsificación de apoyos en su favor, pero una vez registrado y habiendo sido contendiente legal a la Presidencia, sus votos contaron y la regla establece que sus votos fueron efectivos y computables para determinar la votación total válida y de ésta los porcentajes para calcular los sufragios de cada instituto político. El artículo 41 constitucional establece que el partido político nacional que no obtenga, al menos, el tres por ciento del total de la votación válida emitida en cualquiera de las elecciones que se celebren para la renovación del Poder Ejecutivo o de las Cámaras del Congreso de la Unión, le será cancelado el registro. Y, de acuerdo con la ley electoral vigente (artículo 15), se entiende por votación válida emitida la que resulte de deducir de la suma de todos los votos depositados en las urnas, los votos nulos y los correspondientes a los candidatos no registrados. Por lo tanto, si el PES obtuvo menos, no se puede hacer otra cosa sin caer en ridículos jurídicos y políticos como el ocurrido en 1964, que recordaré a continuación y en breve para mis lectores:
A partir de la reforma a la ley electoral que incorporaba la figura de los diputados de partido (28 de diciembre de 1963), el requisito para tener este tipo de diputados en el Congreso de la Unión era de 2.5 por ciento de la votación total (con lo cual se tendrían los primeros cinco diputados) y un diputado más por cada 0.5 por ciento hasta 20. En la elección para diputados de 1964 el PPS obtuvo 1.37 por ciento de la votación total, y el PARM 0.71 por ciento. Sin embargo, la diputación del PRI argumentó que se les debían de dar diputados (10 al PPS y cinco al PARM) con base en una interpretación flexible de la ley, y una diputada del PAN, cuyo nombre no recuerdo, contrargumentó, con razón, que los porcentajes no se podían interpretar: que 2.5 por ciento significaba 2.5 por ciento y no 1.37 o 0.71. El PRI usó su aplastante mayoría y se le otorgaron indebidamente diputados a ambos partidos.
Ese ridículo es irrepetible en estos tiempos y no creo que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (conocido popularmente como Trife), vaya a hacer algo parecido, pese al desprestigio que se ganó en elecciones anteriores y con la misma validación del candidato dizque independiente de Nuevo León.
El PES, que en su desesperación llegó a impugnar la elección presidencial, solicitando incluso la anulación de la misma (véase Georgina Saldierna, La Jornada, 05/8/18), deberá perder no sólo su registro sino el respeto que quizá todavía le tenga AMLO. ¿Anular el triunfo del tabasqueño para mantener su registro? Demencial. Esto no lo han pedido ni los más encarnizados enemigos del candidato que ayer obtuvo su constancia de presidente electo.
Y todavía le falta lo que opinen los próximos diputados, pues según El Universal del domingo pasado, se dice que el área jurídica de la Cámara de Diputados está analizando este caso porque, aunque tendrán más de 50 legisladores en la 64 Legislatura, para conformar una bancada se necesita el respaldo de un partido político, pero si pierde el registro el PES muchos se están preguntando ¿qué pasará? Puede que no pase nada, pero si no los dejan formar bancada, ¿serán diputados independientes o se sumarán a la bancada de otro partido? ¿De cuál? Hasta donde se sabe sólo unos 25 de esos diputados provienen realmente del PES, pero tratándose del oportunista Hugo Éric Flores, que tradicionalmente ha vendido su apoyo al mejor postor, sus diputados hasta podrían pasarse al PRI o al PAN, sobre todo a éste dadas sus afinidades ideológicas.
Los partidos pequeños tienen derecho a existir, ciertamente, pero están obligados a cumplir los requisitos de ley. No hay de otra.
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