MÉXICO, D.F., 2 de julio (apro).- El crimen organizado está imbatible; políticos y ciudadanos comunes, por igual, no han escapado a las balas. Ya han sido ejecutados candidatos a regidores y a alcaldes, un aspirante a gobernador, dirigentes locales de partidos, mientras que del otro lado, de la gente de a pie, por la que nadie rinde honores ni homenajes, han muerto niños en retenes, a manos de militares, matrimonios y estudiantes en fuegos cruzados entre narcotraficantes y fuerzas federales, trabajadores de maquiladoras que salieron de su trabajo a la hora equivocada… ¿Quién más sigue?
¿Qué es lo que requiere el encargado del despacho federal, Felipe Calderón, para que haga a un lado su necedad e intereses particulares y cambie totalmente la estrategia para combatir al crimen organizado?
El pasado miércoles, durante la sesión de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, Oscar González Yañez, diputado por el PT, preguntó si lo que hace falta es que maten a un secretario de Estado, al presidente de la República o a otro candidato presidencial, para que Calderón entienda que su estrategia ha fracasado.
El senador del PRD por Guanajuato, Carlos Navarrete, integrante de Nueva Izquierda, la corriente perredista que se alió con el gobierno federal, Calderón, César Nava y el panismo en su conjunto, cambió el planteamiento: recordó que el narcotráfico ha corrompido autoridades municipales, estatales y federales, ¿Qué sigue ahora?, preguntó. ¿Acaso que corrompa al presidente de la República actual o al candidato del 2012?
El posicionamiento llamó la atención, pues mientras los priistas reclamaban desde la tribuna castigo para quienes ejecutaron a su candidato al gobierno de Tamaulipas, Rodolfo Torre Cantú, el senador Navarrete, ahora aliado del panismo, hacía recordar a Zhenli Ye Gon, el chino nacionalizado mexicano al que se le decomisaron --en medio de un aparatoso despliegue publicitario--, 250 millones de dólares en efectivo, en su casa de Las Lomas.
A nadie se le podrá olvidar que cuando el supuesto dueño de los dólares reapareció, lo hizo en Estados Unidos y desde ahí ofreció datos reveladores que ningún medio de información escudriñó más allá de lo que el poder permite; dijo el chino-mexicano que un “señor Alarcón”, del PAN, era el dueño de parte de esos dólares, que eran algunos de los que habían sobrado del financiamiento de la campaña presidencial del PAN.
Zhenli Ye Gon, que fue acusado de ser narcotraficante, dejaba entrever que se trató de la campaña electoral de Felipe Calderón Hinojosa; su insistencia hacia el “señor Alarcón” llamó la atención porque justo por esos días, gracias a la investigación de un medio de comunicación, se pudo revelar que el secretario del trabajo, Javier Lozano Alarcón (a quién muchos supusimos que se refería Zhenli Ye Gon pero nadie pudo confirmar), tenía una oficina alterna a las impresionantes oficinas que tiene en el Ajusco, a dos cuadras de la residencia donde se realizó el millonario decomiso.
También recordamos, por supuesto, que el propio Javier Lozano Alarcón negó en conferencia de prensa toda relación con Zhenli Ye Gon y sus señalamientos, pero también sabemos que anunció una demanda contra el chino-mexicano, nunca supimos si verdaderamente la interpuso.
Lozano Alarcón no convenció; pero tampoco hay elementos para decir que efectivamente “mandó” guardar el dinero que sobró de la campaña, como lo dijo Zhenli Ye Gon; pero fue inevitable no recordar el dato, luego de la arenga del senador perredista.
Navarrete dijo que, en caso de no modificarse la estrategia antinarco, uno de los peligros que enfrenta el país es que el crimen organizado corrompa al actual presidente de la República o al que viene, al que será elegido en las elecciones del 2012.
El senador recordó que las muertes, la violencia y el consumo de estupefacientes no han disminuido a partir de la guerra de Calderón, ni mucho menos han quedado realmente descabezados los grupos criminales, pues cuando se mata o detiene al número uno, su suplente ya está operando.
Recordando los señalamientos de Zhenli Ye Gon uno se puede preguntar si realmente el presidente actual no fue ya “comprado”, si no se corrompió ya. Pruebas no hay, pero sí muchas dudas sobre la estrategia, su estrategia que no acaba con nada y que sólo ha generado más violencia, muerte, desasosiego y miedo.
Uno se pregunta por qué el cártel de Joaquín El Chapo Guzmán no ha recibido fuertes golpes; por qué el Ejército, la Policía Federal y la Marina no han podido encontrar al capo que se fugó del penal de Puente Grande en 2001, o a Ismael, El Mayo Zambada, cuando éste se mueve tranquilamente por todo el país y puede hasta concertar entrevistas con don Julio Scherer García, el fundador de la revista Proceso.
No es raro, entonces, que la actuación de Calderón genere suspicacia, máxime si recordamos el caso de Zhenli Ye Gon, sus palabras, y las contraponemos luego con las pocas acciones en contra del cartel de Sinaloa.
¿Quién puede afirmar que el propio Calderón ya fue corrompido o no?, ¿si fue presionado o no? Nadie puede tener esa certeza, sólo el mismo Calderón. Él es el único que puede responder la duda del senador Carlos Navarrete y de muchos mexicanos sobre si ya sucumbió al poder del narco, o si está pronto a hacerlo; si su “guerra” contra el narcotráfico es dictada por un cártel o si es real.
Hasta el momento ningún medio de información ha podido probar ni lo uno ni lo otro, y esto, quizás, sólo lo sabremos al tiempo.
Dudas
Han comenzado a circular versiones que abonan las dudas sobre el atentado: que el jefe de Seguridad de Rodolfo Torre Cantú, un miembro del Ejército Mexicano enviado desde las “más altas esferas”, un día antes de la ejecución decidió “adelantarse” a Matamoros junto con otros integrantes de la milicia que formaban parte del equipo de seguridad del malogrado candidato; dicen que eso dijeron horas después de la ejecución. Y saltan más dudas aún sobre la otra especie: “que la camioneta blindada del candidato también había partido a Matamoros un día antes y sin Rodolfo Torres Cantú, por supuesto”.
Sólo son dudas que seguramente sólo la Procuraduría de Justicia de Tamaulipas, el Ejército o la PGR pueden despejar.
Comentarios: mjcervantes@proceso.com.mx
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