Actuales propuestas carecen de perspectiva de género
Por Guadalupe Cruz Jaimes
México, DF, 6 abr 11 (CIMAC).- Una legislación laboral con perspectiva de género debe promover la conciliación del cuidado familiar con el trabajo asalariado, a través de medidas efectivas en las que Estado, empresas y familias asuman sus responsabilidades para aligerar la excesiva carga de tareas que desempeña casi la totalidad de las 16.9 millones de trabajadoras del país.
Este tema debe incluirse en la reforma laboral, que actualmente revisa la Cámara de Diputados, pues ninguna de las iniciativas presentadas lo contempla, a pesar de que en la redacción de sus propuestas mencionan la visión de género, señaló la investigadora feminista Marta Lamas, del Programa Universitario de Estudios de Género (PUEG).
Durante el Foro “Desafíos de la reforma laboral: derechos, democracia y desarrollo”, que se realizó hoy en San Lázaro, la antropóloga aseguró: “Sólo una legislación laboral que atienda la conciliación del ámbito familiar y del trabajo podrá abordar lo social y lo justo de forma adecuada”.
Para ello, una reforma laboral con perspectiva de género requiere diseñar alternativas de cuidado con una responsabilidad tripartita del Estado, empresas y familias, que aligeren la carga del trabajo doméstico depositada en las mujeres con el acceso a servicios sociales de cuidado infantil, para personas adultas mayores, enfermas o con alguna discapacidad.
Otra medida que debe estipularse en la reforma laboral es el desarrollo de instancias sociales, como lavanderías y comedores públicos, que aligeren el trabajo de las mujeres. Así como la necesidad de que las empresas otorguen permisos a los hombres cuando tienen familiares que cuidar.
Actualmente, la conciliación entre trabajo y familia representa un “conflictivo desgaste”, debido a que las trabajadoras después de cumplir con su jornada pasan largos tiempos en el transporte de regreso a sus casas, donde les espera su segunda jornada: el trabajo doméstico no reconocido como tal, a pesar de ser “la condición de posibilidad de existencia del sistema social”.
Con frecuencia, la falta de tiempo les impide a las mujeres hacerse cargo de las y los integrantes vulnerables de la familia, aún así, las mexicanas destinan 29.2 horas a las actividades domésticas, mientras que los hombres les dedican 7.8 horas a la semana, según datos del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) con base en la Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo (ENUT) 2009.
Además, ellas se ocupan 19.9 horas en labores de cuidado, mientras que los hombres dedican apenas 8.8 horas a esta tarea. Por cada hija o hijo menor de cinco años, el trabajo en el hogar aumenta 5.92 por ciento, mientras que por cada niña o niño de 6 a 12 años de edad la carga crece 4.87 por ciento.
La “brutalmente desigual” distribución del trabajo doméstico entre mujeres y hombres, sumado a la creciente inserción de las mujeres al trabajo asalariado, deriva en la pérdida de calidad de vida de las mexicanas.
Al respecto, las políticas laborales han cambiado poco y las reformas se diseñan como si la gente tuviera en casa una esposa o una trabajadora del hogar, refirió la experta.
Marta Lamas apuntó que es preciso legislar teniendo en cuenta que el trabajo doméstico “no sólo es un cuidado afectivo”, debe entenderse como un trabajo que implica la realización de diversas tareas domésticas, casi siempre llevado a cabo por mujeres de forma gratuita.
De igual modo, 9 de cada 10 personas que se ocupan de esta tarea en otras casas, son trabajadoras del hogar, quienes tienen “las peores condiciones”, pues ni siquiera se les reconoce el derecho a una jornada máxima de ocho horas, además de un salario mínimo.
Estos derechos tampoco fueron tomados en cuenta en las iniciativas de reforma de los partidos Acción Nacional (PAN) y Revolucionario Institucional (PRI), las cuales están lejos de plantear condiciones que garanticen un trabajo decente a mujeres y hombres del país.
La investigadora feminista citó el informe “Una mirada regional hacia el trabajo decente, nuevas políticas para trabajadoras y trabajadores con responsabilidades familiares”, elaborado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el cual advierte que “la falta de medidas efectivas para la conciliación entre trabajo y familia compromete decisivamente las posibilidades de desarrollo humano de las naciones”.
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