Nuestra ciudad volvió a ser protagonista de una iniciativa que está llamada a ser referente en la lucha por los derechos de la mujer, particularmente desde el punto de vista de su participación en política y el acceso a cargos de alta dirección en las estructuras del Estado, pues permitirá fijar la agenda de acciones concretas que habremos de desarrollar a nivel local, nacional e internacional para construir sociedades realmente democráticas.
El Congreso Internacional “Participación Política y Liderazgo Femenino”, que concluyó el 1 de abril, permitió a mujeres y hombres de 22 diferentes países corroborar la visión compartida del estado que guarda la participación de la mujer en la vida pública.
Esta visión de conjunto nos permite señalar claramente las directrices de una agenda que habremos de impulsar desde las instituciones públicas y sociales en las que participamos, para lograr que la equidad de género sea una norma en nuestras sociedades.
La Declaración de la Ciudad de México que resultó del Congreso identifica con claridad los rezagos que persisten en metas concretas comprometidas a nivel internacional, pero también señala la ruta a seguir para que cada ciudad y país se ponga al corriente.
Se requiere, por ejemplo, fortalecer el liderazgo político de las mujeres, a partir de la formación de cuadros en los partidos y en las estructuras del ejercicio del servicio público.
Donde no existan los mecanismos de formación de liderazgos, habrá que crearlos. Y donde ya existen, tendremos que hacerlos efectivos. No es admisible más simulación ni atrasos en esta tarea que debió cumplirse hace mucho tiempo.
No hay vuelta hacia atrás en la participación de la mujer en política, ocupando espacios de liderazgo en todas las estructuras del ejercicio del poder y en el entramado de nuestras sociedades.
Requerimos fomentar una nueva cultura de respeto a los derechos de la mujer, de su inclusión en cualquier aspecto de nuestras vidas. Esos valores habrán de inculcarse desde el hogar, desde la niñez, y tienen que reforzarse en la escuela, en el trabajo, en los espacios de convivencia pública. Las instituciones del Estado también tienen que llevarlos a la práctica. Nadie puede negar que la participación de la mujer es mucho más que el derecho a votar y ser votadas.
Solo será posible vivir en plena democracia cuando logremos la plena intervención de la mujer en todas las esferas de la vida pública. Si no es así, seguiremos inmersos en la demagogia.
Por eso, no tengo ninguna duda de que la Declaración de la Ciudad de México de nuestro Congreso Internacional se convirtió en una hoja de ruta hacia una sociedad justa y democráticamente paritaria, y que indica objetivos a cumplir en los partidos, los gobiernos, los congresos y asambleas de representación popular, en tribunales y juzgados, en las organizaciones civiles.
En cada una de estas estructuras del Estado habrá que poner en práctica los principios delineados en este documento, porque ya desde ahora podemos considerarlo como un referente para la implementación de programas y políticas públicas, en la legislación que habrá que cambiar o crear, al momento de impartir justicia y dictar sentencias, al diseñar y ejecutar campañas partidistas, al definir candidaturas a puestos de elección popular. Por eso es que me siento optimista de los alcances de este Congreso para definir el rostro de las sociedades que anhelamos y que ya estamos construyendo.
Me siento además orgullosa de que la Ciudad de México haya sido cuna de esta iniciativa que fue posible gracias al esfuerzo de instituciones como el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, del Instituto Federal Electoral y del Instituto Nacional de las Mujeres.
También fue clave la participación del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, del Tribunal Electoral del Distrito Federal, del Instituto Electoral del Distrito Federal, de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, del Instituto de las Mujeres del Distrito Federal y la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, así como de organismos internacionales como ONU-Mujeres y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo.
esterilidad provocadaen Jalisco
un retroceso para el país.
Pero lo extraño de este episodio, fue que ese mismo día la AMC envió un nuevo mensaje a los medios en el que en una de sus partes se señala: “…la Academia Mexicana de Ciencias retira, por el momento, las opiniones de la doctora Silvia Torres Castilleja. Les agradecemos tomar nota”. La organización científica además eliminó de su página de Internet lo dicho por la investigadora y su fotografía, y en su lugar colocó una reseña con las palabras –y una foto muy bonita– de la primera dama. ¿Qué fue lo que pasó?
El comunicado de la AMC aclara que su decisión de retirar las opiniones de Torres Castilleja obedecía a una información emitida por el gobierno del estado de Jalisco. Se trata de un comunicado fechado el 18 de marzo, en el cual el secretario general de Gobierno de esa entidad, Fernando Guzmán Pérez, se queja de que la iniciativa del gobernador de su estado se ha malinterpretado y aclara que ésta se refiere “…a una autorización exclusiva de la persona y no a una decisión compartida con el cónyuge”. El funcionario insistió en que la iniciativa expresa: “…un consentimiento personal, íntimo, de la mujer en el caso de la esterilización por cualquier método”.
Pero la iniciativa de González Márquez no dice eso. La inclusión en la ley de un nuevo capítulo sobre este tema establece que: “Se sancionará… a quien cometa el delito de esterilidad provocada a través de procedimientos quirúrgicos, sin el consentimiento expreso de quien tenga la legitimación de otorgarlo”. Está claro como el agua que no se refiere en ningún momento de manera explícita a la autorización de las propias mujeres.
Silvia Torres, quien además de ser una mujer muy talentosa tiene gran personalidad y carácter, dirigió un comunicado a la AMC, el cual además difundió a través de algunas redes sociales, en el que sostiene sus puntos de vista aportando argumentos muy sólidos. En un texto titulado Claridad en las leyes señala: “Por mi parte, insisto en que es imperativo que en el artículo 232 del capítulo X sobre esterilidad provocada se especifique que la mujer y el hombre (en referencia a la vasectomía) en lo individual son los ‘legítimamente reconocidos’ para decidir procedimientos quirúrgicos de esterilidad”.
La falta de claridad en la iniciativa es evidente para muchas otras personas en el mismo estado de Jalisco. Por ejemplo, el titular de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, Felipe de Jesús Álvarez Cibrián, propuso el 24 de marzo al Poder Ejecutivo del estado hacer modificaciones en su redacción con el fin de clarificarla.
Silvia Torres tiene razón. La iniciativa sobre esterilidad provocada no se refiere al consentimiento de la mujer, sino de quien tenga la legitimación de otorgarlo
. Para no dejar duda a qué se refiere, el secretario Fernando Guzmán comete un error garrafal que lo evidencia completamente, pues se apoya en su comunicado en el artículo 466 de la Ley General de Salud, que se refiere a la inseminación: La mujer casada no podrá otorgar su consentimiento para ser inseminada sin la conformidad de su cónyuge
.
No es la primera vez que los gobiernos panistas buscan introducir subrepticiamente leyes que responden a su ideología conservadora, en este caso para dejar en manos de otras personas una decisión que debe corresponder exclusivamente a las mujeres. Las leyes mexicanas se han visto tramposamente salpicadas con esta ideología y más aún de preceptos redactados por el Vaticano.
Sobre la actuación del AMC en este episodio prefiero retirar por el momento
mis opiniones.
Nacida el 3 de abril de 1961, la profesora Zúñiga participó en la fundación de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) en 1979. Tenía apenas 18 años de edad.
La trayectoria de Elvia desmiente el estereotipo de que los maestros comprometidos con las causas populares y con la democratización de su sindicato son grillos
que desprecian la formación profesional y el compromiso académico. La calumnia, ampliamente difundida por los medios de comunicación electrónicos y beligerantemente divulgada por los intelectuales mediáticos, no resiste ser confrontada con los hechos. La maestra Zúñiga es claro ejemplo de ello.
Maestra normalista por la Benemérita Escuela Nacional de Maestros, egresada por la Escuela Normal Superior de México en el área de pedagogía, con estudios de maestría en educación en la Universidad Pedagógica Nacional, fue, siempre, firme defensora de la educación pública y laica.
Profesora, formadora de docentes e investigadora del Centro de Investigación para el Éxito y la Calidad Educativa, del cual fue fundadora, escribió varios libros y materiales para maestros y alumnos. En sus investigaciones documentó experiencias educativas relevantes de las escuelas mexicanas. Participó en la asociación civil Palabra y Realidad del Magisterio.
Activista comprometida con la lucha magisterial democrática, fue, desde 1980, parte del Movimiento Revolucionario del Magisterio (MRM), la corriente dirigida por Othón Salazar que condujo la lucha de los profesores de primaria de la ciudad de México en 1956-1960. Más adelante desempeñó responsabilidades de dirección en ese agrupamiento. En el año de 1986, la Sociedad Mutualista Seguro del Maestro la eligió para el cargo de comisaria de la junta de administración.
Cuando estalló la primavera magisterial de 1989, el movimiento que derrocó a Carlos Jonguitud como líder vitalicio del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), apoyó la insurgencia. Conseguía auditorios para reuniones, procuraba la solidaridad de la Cooperativa Pascual con los maestros huelguistas, documentaba la rebelión docente.
Elvia sostenía que las trabajadoras de la educación tenemos tareas ineludibles, no sólo comprometernos formalmente con la materia de trabajo, sino asumirnos como clase, como mujeres en lucha por una educación que trascienda lo estrictamente académico, y por condiciones de vida y de trabajo más allá del gremialismo que limita y aisla
.
Simpatizante de la causa zapatista desde enero de 1994, formó parte de la otra campaña. Desarrolló trabajo pedagógico en la Sierra Norte de Puebla, donde contribuyó a echar a caminar el Taller de Autoeducación Docente, iniciativa que busca construir la autonomía de la otra educación.
Activista incansable, apoyó la lucha de San Salvador Atenco, repudió la expulsión del embajador de Cuba, marchó a Los Pinos para pedir justicia por los asesinatos de las mujeres de Ciudad Juárez y se solidarizó con la lucha del Sindicato Mexicano de Electricistas. Acompañó las huelgas en la UNAM contra el aumento de las cuotas. Cada 8 de marzo exigía respeto a los derechos de las mujeres.
No sólo marchaba cada 26 de julio en apoyo a la Revolución Cubana; trabajó en las campañas Dona un lápiz para un niño cubano
, Va un barco por Cuba
y Va por Cuba
.
Como señala María Guadalupe Sánchez Corona, junto a Anarrosa González y Juan Luis Toledo, participó en brigadas para ir a Oaxaca, Puebla, Veracruz y estados del norte de la República para invitar a los maestros a unirse a la lucha de la CNTE. Siempre insistió en la necesidad de luchar contra el poder del cacicazgo sindical. Luchó como estudiante y docente por los derechos de la comunidad académica de diversos centros educativos.
Simultáneamente escribió libros, dictó conferencias y elaboró propuestas pedagógicas. Junto con Gabriela Ynclán publicó En busca de dragones: imagen, imaginario y contexto del docente de secundaria. Con ella documentó la experiencia de un colectivo de docentes en una alejada comunidad de Zacatecas. Dejó un libro sin editar sobre historia para estudiantes de secundaria. Al final de su vida promovía los Círculos de Autoeducación Docente.
Su asesinato provocó inumerables muestras de duelo e indignación. Sus compañeros y amigas han hecho una entrañable semblanza de ella en un folleto editado por Palabra y Realidad del Magisterio.
Promotora de la educación alternativa, sindicalista democrática, revolucionaria, solidaria con las causas de abajo, la maestra Elvia Zúñiga fue ejemplo del tipo de educador que forma la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación.
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