■ Ciudad de México.- El número real de desempleados en México es de 8.7 millones de personas y no los 2.4 millones que el Inegi identificaba como población desocupada al cierre de 2011, sostiene un estudio del Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM) de la UNAM.
En su más reciente reporte de investigación, el órgano de análisis señala que el gobierno mexicano ha encubierto de manera permanente las cifras reales de desempleo en el país, debido a que la metodología que utiliza el Inegi para medir la tasa de desocupación no es pertinente.
Lo anterior obedece a que dicha tasa sólo contempla a los desocupados que activamente han buscado trabajo durante el último mes, pero deja de lado a quienes ya se cansaron de buscar o ya no creen tener oportunidad de encontrarlo.
Con la tasa de desocupación, el gobierno no sólo está ocultando al 72 por ciento de la población desempleada, sino que no se está contemplando a quienes sufren de una situación crónica de desempleo, señala el análisis elaborado por los investigadores Jaime Vázquez, Luis Lozano Arredondo y David Lozano Tovar, entre otros.
El CAM explicó que el Inegi mide la tasa de desocupación con base en datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), la cual clasifica a la población de 14 años en adelante en las siguientes categorías: población económicamente activa (PEA) y población no económicamente activa (PNEA).
La primera de ellas está integrada a su vez por dos grupos: los que durante el periodo de referencia realizaron una actividad económica (población ocupada) y los que buscaron activamente una durante el mes anterior al día de la entrevista sin encontrarla (población desocupada).
Cuando se habla de la PNEA se abarca a las personas que durante el periodo de referencia no realizaron actividad económica alguna, ni buscaron desempeñar una en el mes anterior al día de la entrevista.
Ésta a su vez se divide en población disponible, que son las personas que en la semana de referencia no tenían trabajo ni buscaron activamente uno por considerar que no tenían oportunidad de encontrarlo, pero tienen interés en trabajar y en población no disponible, quienes están en la misma situación, pero no tienen necesidad o interés en trabajar.
La forma en que el Inegi calcula la tasa de desocupación, añade el documento, es dividiendo a la población desocupada entre el total de la PEA y multiplicando el cociente por cien, pero dejando fuera a todos los demás.
Por lo tanto, el Inegi no calcula una verdadera tasa de desempleo, lo que hace es medir una tasa de desocupación que excluye a la gente vencida por no encontrar empleo o a quien simplemente tiene un panorama laboral incierto.
El CAM explicó que de acuerdo a la metodología de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en situaciones en que los medios convencionales de búsqueda de empleo son insuficientes o en que el mercado laboral está desorganizado o es de alcance limitado la definición estándar de desempleo puede aplicarse suprimiendo el criterio de búsqueda de empleo.
Tomando como base esta metodología, la tasa de desempleo (que no de desocupación) calculada a nivel nacional al cuarto trimestre de 2011 es de 15.4 por ciento (8 millones 710 mil 108 personas), mientras que para este mismo periodo, el Inegi calculó una tasa de desocupación de sólo 4.8 (2 millones 437 mil 409 personas).
El CAM encontró que durante este sexenio hay una diferencia de al menos 10 puntos porcentuales entre ambas tasas.
Como ejemplo señaló que mientras la desocupación llega a su punto más alto durante el tercer trimestre de 2009 con 6.2 por ciento, para el mismo periodo el desempleo fue de 16 puntos porcentuales.
La importancia de diferenciar los términos resulta nodal ya que al hacerlo podremos tener un panorama de mayor claridad sobre la situación real y cotidiana a la que se ve enfrentada la fuerza de trabajo en México, expuso el Centro.
De acuerdo con datos de la OCDE difundidos este miércoles, la tasa de desocupación en México repuntó en febrero hasta llegar a 5.2 por ciento, pese a lo cual se encuentra todavía entre las siete más bajas dentro de los países que integran el organismo internacional, cuyo promedio en febrero fue de 8.2.
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