4/10/2012

‘Haiga’ sido como ‘haiga’ sido



JOSÉ ANTONIO CRESPO

Fue un ejercicio interesante la presencia de Felipe Calderón en el programa Tercer Grado, de Televisa, la noche del día que adelantó su último informe de gobierno. Se puede comentar y precisar mucho sobre los distintos temas que abordó Calderón en férrea defensa de su gobierno y sus supuestos o reales logros. Pero me centro en uno, el de su origen y legitimidad.

Calderón expresó que no le importa demasiado quién gane la elección presidencial (en referencia al PRI), sino que lo haga claramente y con plena legitimidad, pues agregó (supongo que por su propia experiencia) que sin suficiente consenso las tareas de gobierno se hacen mucho más difíciles de realizar. Ante ello, le pidieron su opinión sobre el perdón extendido por Andrés Manuel López Obrador, y respondió que agradecía el gesto, pero no lo necesitaba (pues, según él, ganó en buena lid), reprochando en cambio al "Peje" su actitud de "perdonavidas" (eso logra López Obrador con su estrategia del amor incondicional, excelente en el ámbito religioso, pero no en el político, cuando además logra enojar a su base dura, como lo reflejó el emblemático Gerardo Fernández Noroña).

A propósito de ese tema, sus interlocutores le preguntaron justo si no se arrepentía por no haber pugnado por la apertura de la paquetería electoral (como lo solicitaba 80% de los ciudadanos). Respondió que no se arrepentía, pues no podía pedir la apertura de paquetes porque con ello se violaría la ley. Recordó que eso había sido una causal de nulidad en el proceso de Tabasco en 2006 (en ello se basó precisamente la estrategia del PAN para evitar que se abrieran paquetes durante los cómputos distritales del IFE, y por eso Luis Carlos Ugalde pareció apoyar al PAN al enviar una circular con ese mismo argumento).

Calderón también citó las causales por las que se podían abrir los paquetes, pero omitió la más frecuente: las inconsistencias aritméticas en las actas electorales entre rubros que deben coincidir (justo también fue la cláusula que se omitió en otra circular enviada por la presidencia del IFE a los consejos distritales, mismos que dejaron sin abrir numerosos paquetes con inconsistencias de hasta 400).

Precisamente, el Trife, en su primera sentencia (5/ago/06), dictaminó que el IFE tuvo que haber abierto todos los paquetes que mostraran cualquier inconsistencia aritmética, así fuera una sola, y pese a que no fuera determinante en el resultado de la casilla, justo porque la suma de tales inconsistencias a nivel nacional podría opacar la certeza del resultado final en toda la elección, dado el estrecho margen de ventaja del ganador. Si el Tribunal ya había dicho que tenían que haberse abierto todos los paquetes con inconsistencias (64% del total), de haberlo ordenado así no se habría producido la anulación de la elección, como lo esgrimía el PAN y ahora Calderón: el Tribunal no podía ordenar una apertura (cualquiera que fuese su amplitud) y después utilizar eso como causal de nulidad; sería absurdo.

El Trife pudo ordenar bajo su supervisión la apertura de los paquetes con inconsistencias, pues está facultado para ello por el artículo 191 de la Ley Orgánica del Poder Judicial (incluso hay jurisprudencia al respecto), para casos excepcionales (como lo fue 2006) y cuando la certeza del resultado esté en riesgo por lo estrecho de los resultados (tal como ocurría). Pero el Trife no quiso utilizar dicha facultad, lo que en automático sembró dudas (que prevalecerán históricamente) sobre su imparcialidad.

Sin embargo, lo que realmente preocupaba entonces a Calderón al negarse a un recuento amplio de paquetes no era el estricto cumplimiento de la ley (que en todo caso era el Tribunal el responsable de definirla), sino que, como lo comunicó a Salvador Camarena, "iba a haber errores, iba a haber inconsistencias, iba a haber incluso algunas casillas seguramente donde con dolo se hizo trampa a favor de uno o de otro, donde... alguien se pasó de listo... Si se abre la totalidad de casillas y resulta que en un alto porcentaje no coincide exactamente con la cifra o hay alguna irregularidad, ahí puede entonces encontrar (el Tribunal) el argumento jurídico para anular" (El presidente electo, 2006).

Es decir, Calderón no estaba seguro de lo que había en los paquetes, y temía que el triunfo se le fuera de las manos. A confesión de parte... Ahora, seguramente a partir de su propio déficit de legitimidad, sostiene que le preocupa que el próximo gobierno, sea cual sea su signo partidista, llegue con pleno consenso, en elecciones limpias, claras e imparciales. ¿Será?

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