4/09/2012

Vázquez Mota, reflejo de la crisis que sufre el régimen conservador

Vázquez Mota, reflejo de la crisis que sufre el régimen  conservador
Seguirá la debacle de Josefina y el PAN


La crisis por la que atraviesa el equipo de campaña de la abanderada panista, Josefina Vázquez Mota, es reflejo de la que sufre un régimen conservador que ya no encaja en circunstancias demasiado complejas. De ahí que no tengan ningún sentido los ajustes que hizo y que anunció ayer, pues la debacle al interior del PAN seguirá su marcha de manera paralela al proceso de firme decadencia que presenta el “gobierno” de Felipe Calderón. Se quiere dar la impresión al electorado de que el problema es de los colaboradores de la candidata, cuando en realidad es un problema derivado de la incapacidad de la derecha para regir los destinos de una nación plagada de muy graves problemas estructurales.

Aunque en honor a la verdad, más que cambios que la pudieran favorecer, se trata de un firme acotamiento a la candidata por parte del inquilino de Los Pinos, quien a partir de ayer es el verdadero coordinador de campaña del partido blanquiazul. Si no pudo imponer a su delfín por la vía del convencimiento a los panistas, lo hará por la de los hechos consumados. Sin embargo, esto tampoco ayudará a la señora Vázquez Mota, pues queda en evidencia que es rehén de los intereses que representa Calderón. ¿”Josefina diferente”? En adelante ni un niño podría creer tal patraña. Podría completarse la frase del siguiente modo: … “porque viste falda y usa maquillaje”.

En lo demás no hay diferencia alguna con Calderón, como tampoco la hay entre Enrique Peña Nieto y los intereses que representa el líder visible de los tecnócratas neoliberales, Carlos Salinas de Gortari. Esto es preciso que lo sepa la gente para que no se confunda y caiga en la trampa de la engañosa propaganda de ambos partidos. La verdadera diferencia está en los proyectos de nación que manejan PRI y PAN, con el del Movimiento Progresista. El de los dos partidos conservadores está orientado a preservar los intereses de la oligarquía, el de la izquierda en cambio a generar equilibrios mínimos en la sociedad que permitan superar la crisis económica y se frene drásticamente la descomposición del tejido social.

Es incuestionable que en las últimas tres décadas el país no sólo dejó de crecer, sino que se descompuso dramáticamente en todos los espacios y niveles de la vida pública nacional. La realidad es que si Salinas no le quita tres ceros a la paridad peso dólar, en su sexenio, nuestra moneda sería un bilimbique con las graves consecuencias de falta de confianza que se hubieran presentado y todavía seguiríamos padeciendo. No sólo se frenó el crecimiento económico, sino que se acarreó una grave descomposición política y profundos males sociales que dieron origen al entronizamiento de los ultraconservadores en el régimen.

El problema de más fondo ahora es que pretenden seguir en el poder, cuando no existen condiciones para sostener por más tiempo tal deterioro de la vida nacional, pues forzar dichas condiciones sólo conduciría a mayor violencia en las calles, más pobreza en los hogares, menos confianza en el futuro con la secuela de problemas que cabría esperar de una situación tan complicada. No se necesita mucha imaginación para darse cuenta que los asalariados no estarían dispuestos, de buen grado, a seguir sosteniendo sobre sus espaldas el costo de los privilegios de que goza un mínimo porcentaje de la población del país.

Se ha llegado a extremos insostenibles, como lo afirma el Observatorio del Salario de la Universidad Iberoamericana de Puebla. Sostiene que el poder adquisitivo del salario cayó 32 por ciento en este sexenio y México se consolidó como el país latinoamericano con la mano de obra más barata en el subcontinente. Por otro lado, disminuyó dramáticamente la contratación de trabajadores “bien pagados” y aumentó para los “mal pagados”, se redujo en 10 por ciento el número de sindicatos en el país, y crecieron la tercerización y la contratación por honorarios, o sea la ocupación sin seguridad ni prestaciones. De ahí la urgencia en que sea aprobada la reforma laboral, pues se quiere “legalizar” una situación ya dada.

Mucho se dice que los índices inflacionarios se mantuvieron a la baja en los dos desgobiernos panistas. Esta situación en realidad es resultado de la contracción tan drástica de la economía. Es como si alguien se la pasa todo el día acostado, el resultado no puede ser otro que consumir poca energía, lo que a su vez implica un gasto menor. El problema, en términos sociales, es para la mayoría de la población que tiene que trabajar cada vez más para ganar cada vez menos.
Tal realidad se agudizaría en los próximos años, en perjuicio del país en general, si continuaran en el poder los representantes de la oligarquía y de los grandes intereses trasnacionales que se han ido apoderando de la nación, con más firmeza en la docena trágica panista. ¿Cómo podría explicar Calderón que una familia española que llegó a México sin nada, se volviera dueña de los principales negocios de Campeche en unos pocos años? ¿Lo puede hacer la señora Vázquez Mota?

Guillermo Fabela - Opinión EMET

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