Autor: Edgar González Ruiz *
No
simpatizaban con la libertad de cultos sino con la imposición de un
gobierno católico, como el que luego existió en España durante el
franquismo o como ellos decían: “instaurar el reinado de Cristo rey
sobre la tierra”.
Han sido el principal emblema de la derecha católica, por lo que
los gobiernos panistas se han esforzado, derrochando dinero del erario,
en fomentar un culto popular a los cristeros.
La película Cristiada, estrenada en abril de 2012, en plena
época de campañas electorales, pretende que la gente se identifique con
el clero y con la derecha en su lucha contra el Estado laico y contra
el legado de la Revolución Mexicana.
Dispendio panista
Los gobiernos panistas, tanto el federal como los de algunas
entidades, como Jalisco, han gastado dinero del erario para hacer
propaganda cristera.
El caso más conocido es la famosa macrolimosna, que hace
unos años otorgó el gobernador yunquista Emilio González para la
construcción de un santuario en honor de los cristeros, en Guadalajara.
Además, se ha impulsado el turismo cristero, con una ruta que
incluye pueblos de la región de los Altos, como San Julián, San Juan de
los Lagos, Santa Ana de Guadalupe y otros, que fueron escenarios de la
lucha contra el Estado laico, desatada por los militantes católicos.
El Consejo Nacional para la Cultura y las Artes ha invertido 160
millones de pesos en varias cintas que hacen apología de la extrema
derecha mexicana o que atacan al Partido Revolucionario Institucional
(véase La Razón, 27 de abril de 2012).
Una de esas cintas es Los últimos cristeros, que hace
apología de las hordas que durante el sexenio de Lázaro Cárdenas
(1934-1940), en una prolongación del conflicto de la década anterior,
mutilaban o asesinaban a las maestras rurales, quemaban escuelas y se
sentían identificados con el gobierno militarista y católico de
Francisco Franco en España.
Pero la principal arma propagandística del clero para reivindicar
a los cristeros ha sido la cinta Cristiada, protagonizada por Andy
García y Eva Longoria, misma que “recibió apoyó del Imcine [Instituto
Mexicano de Cinematografía] aun cuando el fideicomiso debe privilegiar
a las cintas con dificultad para conseguir recursos”.
No es el caso de Cristiada, que con un presupuesto de más de 100 millones de pesos se considera la película más cara en la historia del cine nacional.
Antes de su estreno en los cines, la vieron en El Vaticano
jerarcas católicos de México y de Roma, que aprobaron esa pieza de
propaganda clerical (véase “El Vaticano en pro del filme Cristiada”, en www.razon.com.mx/spip.php?article-118902).
La cinta promueve abiertamente los intereses clericales, al grado
de que durante la visita de Ratzinger a Guanajuato se colocaron
anuncios espectaculares de esa película, al igual que en algunos
templos de la ciudad de México.
El director de la cinta es Dean Wright, y su productor es el
empresario inmobiliario y militante católico Pablo José Barroso, quien
en 2005 fundó la productora Dos Corazones, que “ha participado directa
o indirectamente en la realización y proyección de películas como Karol,
la vida del papa Juan Pablo II; Guadalupe, el relato de las apariciones
de la virgen en México; Cascia, la vida de santa Rita…” (según la página en internet del arzobispado www.siame. mx/apps/aspxnsmn/templates/?a=7042).
Vi la película a fines de abril en un cine del centro de la Ciudad
de México. En la sala había una media docena más de espectadores a
pesar del abrumador alarde publicitario que el clero y la derecha
desplegaron para promoverla.
Está hablada en inglés, pues a los cristeros de hoy en día, como a
sus precursores de principios del siglo XX, les interesa difundir fuera
del país la versión clerical de ese episodio histórico.
Enrique Gorostieta y Andy García
En la película, el actor cubano-estadunidense Andy García encarna
una versión idealizada del general cristero Enrique Gorostieta.
Gorostieta Velarde (1890-1929) estudió en el Colegio Militar. En
1911, por propia iniciativa, se enroló en el ejército porfirista para
combatir contra la Revolución, de la que era enemigo; sirvió a las
órdenes de Victoriano Huerta, quien en marzo de 1913 lo incorporó a su
Estado Mayor, con esto formó parte de los privilegiados del católico
asesino de Madero (véase Enrique Gorostieta. Cristero agnóstico, Marta Elena Negrete, Universidad Iberoamericana-El Caballito, México, 1981).
Se exilió del país al triunfo de la Revolución, pero guardó un
profundo odio al movimiento libertador, al grado de que “este odio
profundo a los revolucionarios será la causa principal de sus
actuaciones futuras” (Ibid, página 56).
A su regreso al país se dedicó a administrar la hacienda de los
padres de su esposa, cerca de Torreón, Coahuila, para luego levantarse
en armas al lado de los cristeros, mismos que lo nombraron jefe de la
zona de Jalisco en julio de 1927, y posteriormente jefe supremo; como
tal, adoptó la llamada Constitución de los Cristeros (que se oponía a
las Leyes de Reforma), prohibía el divorcio por considerarlo un
“sacramento religioso” y limitaba el derecho de huelga.
Murió el 2 de junio de 1929 cerca de Atotonilco, Jalisco, en un
encuentro con soldados federales, a quienes los fanáticos llamaban
“herejes” e “hijos del infierno”. Algunos cristeros pensaron que la
muerte de su jefe fue producto de una traición, por lo que un corrido
compuesto en su honor dice: “el General Gorostieta/de promesas se
creyó/que le hicieron el gobierno/y un arzobispo traidor /[…] se confió
en los emisarios que el arzobispo mandó…”
Nacido en 1956, Andy García emigró a Estados Unidos con su familia
cuando tenía cinco años, y hoy en día no sólo es ferviente
propagandista de los cristeros, sino decidido opositor del gobierno
cubano, del que ha dicho: “el régimen castrista es represivo y debe
cambiar, ya que mantiene un embargo sobre los derechos de los propios
cubanos que impide que haya libertad” (www.pinceladasdecuba.com/2009/04/andy-garcia-el-cubano-en-cuba-no-tiene.html).
El entusiasta papel de García en la cinta propagandística del
clero lleva un doble mensaje: por un lado, como apología del
conservadurismo católico en México y, por otro, como advertencia de que
en Cuba las fuerzas reaccionarias y clericales esperan su oportunidad
para hacerse con el poder, como ha ocurrido aquí en México.
Versión clerical
Cristiada es una versión clerical de la Guerra Cristera,
que otorga un gran protagonismo a José Sánchez del Río (1913-1928), un
adolescente que tomó las armas al lado de los cristeros, por lo que fue
ejecutado por las tropas federales.
Fue declarado mártir de la Iglesia por Benedicto XVI el 20 de
noviembre de 2005, precisamente en el aniversario de la Revolución
Mexicana, en una ceremonia donde participó el entonces secretario de
Gobernación, Carlos Abascal.
En el filme también aparece Anacleto González Flores, ideólogo de
los cristeros que en sus escritos combatió la trilogía del
protestantismo, la Revolución y la masonería. Fue organizador de grupos
secretos de extrema derecha e igualmente fue llevado a los “altares”
por el pontífice.
Otro personaje que aparece en la cinta es Victoriano Ramírez, el Catorce,
un asesino y bandolero, llamado así porque antes de la Guerra Cristera
dio muerte a 14 soldados que lo perseguían, acusado de homicidio en
riña.
Contrariamente a lo que se presenta en la cinta, el Catorce
fue muerto por sus propios compañeros, comandados por Heriberto
Navarrete, jefe del Estado Mayor de Gorostieta, el 17 de marzo de 1929.
Navarrete relata el episodio en su libro de memorias titulado Por Dios y por la patria,
donde menciona que Victoriano se mostraba indisciplinado e indomable,
al grado de atentar contra la vida de varios de los gorraprietas (apodo
que el Catorce le había puesto Gorostieta y sus seguidores).
También se le acusó de haberles quitado dinero a los dueños de la
hacienda El Águila, del que se negó a dar cuentas, alegando que lo usó
en “gastos del servicio”.
Luego de la Guerra Cristera, Navarrete se dedicó a organizar
grupos conservadores como la Acción Cultural Politécnica, que en la
década de 1990 participó activamente en campañas para imponer la
censura moralista.
La cinta pasa por alto episodios tan importantes como el asesinato
del general Álvaro Obregón, perpetrado por el cristero José de León
Toral, el 17 de julio de 1928, en pleno conflicto religioso. A
excepción del ataque al tren de la Barca, el 19 de abril de 1927, donde
los cristeros quemaron vivos a sus víctimas, el filme clerical omite
prácticamente cualquier otra referencia a las numerosas atrocidades
cristeras, provocadas por el fanatismo de los defensores de la Iglesia.
Los periódicos de la época abundan en los relatos de esos crímenes, de
los que se jactaron los propios cristeros en su literatura.
Atrocidades de los cristeros
En su libro Episodios de la Guerra Cristera (Costa Amic,
México, 1976), el coronel cristero José Guízar Oceguera relata, por
ejemplo, la masacre que los cristeros cometieron contra los habitantes
del barrio de La Lagunilla, en Cotija, Michoacán, simplemente porque no
simpatizaban con su causa.
Florencio Vargas, asistente del general cristero Pedro Quintanar,
en una entrevista que concedió muchos años después de la guerra,
relataba sus hazañas en Mezquitic: “…Fuimos a los trancazos, había
mucho enemigo de la causa. Les prendimos fuego a las casas. Estuvo
refeo (sic). Entre aquellas jumaredas (sic) se ollían (sic) los gritos y los llantos de mujeres y niños. Pero pos (sic) ni modo, éramos revolucionarios, teníamos que defender a Dios pos las iglesias taban (sic) cerradas…” (tomado del documental A salto de mata. Voces de la Cristiada, Alfredo Hernández Quesada, gobierno de Jalisco, 1996).
En sus memorias, el general Luis Alamillo Flores, quien combatió a
los cristeros, relata que en 1926, antes de iniciar las operaciones
contra ellos en Jalisco, se les arrojaron volantes llamándolos a
deponer las armas. “En respuesta, los pocos telegrafistas que aún
despachaban en algunas poblaciones, considerados culpables de divulgar
el mismo llamamiento, fueron amarrados y quemados vivos en sus propias
oficinas” (Luis Alamillo, Memorias, Extemporáneos, México, 1976).
De 1977 data la película La Guerra Santa, del director
mexicano Carlos Enrique Taboada, que es un relato de la Guerra Cristera
donde sí presenta la forma de ser y de pensar de los cristeros, su
fanatismo y sus atrocidades, tal como ellos mismos las expusieron en
sus escritos y testimonios.
*Maestro en filosofía; especialista en estudios acerca de la derecha política en México
Fuente: Contralínea 297
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