Sergio Ortiz Borbolla
En México hay 548 hospitales que
cuentan con servicio de urgencias. En la capital, 25 de estos
nosocomios forman parte del Sistema Integral de Urgencias Médicas, que
congrega hospitales de la Secretaría de Salud federal, de la Secretaría
de Salud del Distrito Federal, del Instituto Mexicano del Seguro Social
(IMSS) y del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los
Trabajadores del Estado (ISSSTE), y que “tiene como objetivo mejorar la
atención de los pacientes que requieren tratamiento médico de urgencia
y mejorar la capacidad de respuesta ante incidentes con saldo masivo de
víctimas y desastres”, según el portal de internet de la Secretaría de
Salud capitalina.
Sin embargo, el trato y las condiciones
a las que se ven sometidas las personas que llevan a sus pacientes al
servicio de urgencias no forma parte de ningún esfuerzo entre las
instituciones públicas. Se trata de un tema olvidado e intrascendente
para las autoridades de todos los niveles.
La ausencia o la negativa de abrir un
espacio que albergue a las personas que aguardan el parte médico de
algún familiar o incluso ellos mismos ser atendidos obedece a la
excesiva demanda y a la falta de infraestructura, pero también a la
indolencia de las autoridades, quienes atienden a sus pacientes en
hospitales privados y no pasan las penurias de los familiares de
enfermos pobres. Algunos de los sanatorios con más demanda en la
capital han sido apenas remodelados o no se les han hecho cambios desde
su construcción, que en su mayoría datan de la década de 1970.
En el Hospital General de Zona 1-A del
IMSS Municipio Libre, ubicado a un costado del Parque de los Venados,
en la colonia Portales, la situación de las personas que esperan a sus
pacientes o a ser atendidos es peligrosa e incómoda.
“Llevamos más de 2 días acá; a duras
penas nos dejan pasar al baño y el frío es horrible”, comenta Rosa
María, una mujer de 55 años que tiene que esperar junto con su hijo y
su nieta noticias de su nuera, quien cayó enferma de bronquitis unos
días antes. “Con la niña es muy difícil. No puedo creer que ni porque
tenemos a una niña con nosotros nos dejen pasar. Ella está muy chiquita
para padecer tanto”, dice.
No es el único caso: “Yo vengo de
Hidalgo y mi mujer enfermó mucho. La llevé al hospital de la Magdalena
de Las Salinas [Hospital General de Zona, 24] y no nos atendieron. Me
gasté los últimos 100 pesos en el taxi para llegar a este hospital.
Sólo me dejan pasar a verla poco tiempo. Tengo que dormir aquí: no hay
de otra. A los policías les molesta pero no tengo otro lugar a donde
ir”, dice Jaime, de 40 años, quien lleva pernoctando en la rampa de
emergencia 3 días.
De la misma manera Graciela, de 61 años
de edad, espera a su esposo desde hace más de 5 días en las
inmediaciones del mismo hospital. “Aquí el servicio es horrible. No
puedo creer que teniendo un espacio para una sala de espera nos tengan
a todos aquí. Nosotros no estamos acá por gusto, tenemos que estar
aquí, y lo menos que podrían hacer sería abrir esa reja y dejarnos
pasar”.
Estas personas tienen que esperar en la
rampa de emergencia del hospital para ser atendidos o para tener
noticias de su familiar, lo cual genera un problema para ambas partes,
ya que en muchas de las ocasiones la ambulancia no puede subir
rápidamente por la rampa, provocando la pérdida de tiempo valioso para
el paciente que va dentro y, por otro lado, porque genera incomodidad y
tensión a las personas que esperan.
En dicho nosocomio se encuentra un
espacio señalado como “sala de espera”, junto a la sala de urgencias.
El lugar, sin embargo, permanece cerrado durante las noches. Muchas de
las personas que se encuentran ahí creen que es “terrible” que ese
espacio no esté abierto para ellos.
“Creo que el problema es la falta de
sensibilización y de infraestructura de las dependencias
gubernamentales, que desperdician gran parte del presupuesto en asuntos
personales en lugar de construir una sala decente de espera para tantas
personas. También la limpieza es un problema grave y nosotros no vemos
que se atienda”, dice Leonardo, de 23 años, médico interno.
En el Hospital General de México,
ubicado en la colonia Doctores del Distrito Federal y perteneciente a
la Secretaría de Salud federal, la situación tampoco deja de ser
incómoda para los familiares y amigos.
En este inmueble, además de esperar por
varias horas y a veces por días en la calle para tener información
acerca de sus pacientes, los usuarios de los servicios de salud se ven
sorprendidos por la delincuencia o de los franeleros, que les cobran
diariamente una cuota por un lugar en la calle para el automóvil.
También se convierten en “clientes” cautivos de quienes les rentan
bancos de plástico, para que la espera les resulte menos pesada.
“Ya estamos cansados de estar aquí. No
me dicen nada de mi hijo y en las noches no podemos ni ir a la tienda,
porque dicen que por acá es muy peligroso… Voy a terminar acompañándolo
a él [como enferma] en lugar de esperarlo si seguimos en este frío y
pasando tanta hambre”, dice Magdalena, de 66 años, quien lleva 2 días
afuera del hospital. Su hijo fue atropellado cerca de la estación
Indios Verdes del Sistema de Transporte Colectivo Metro.
Éstas son historias de personas que,
con tal de estar cerca de sus familiares, son capaces de soportar frío,
inseguridad, hambre e inclusive presión por parte de comerciantes para
poder tener un lugar para sentarse, o inclusive pasar recados.
“La verdad, creemos que ya hay
demasiada gente que viene aquí. En parte entendemos, porque no podemos
ser tantos… Pero esperar aquí afuera a que te den noticias, buenas o
malas, es una tortura. No creo que una sala de espera salga más cara
que dos coches de un funcionario. Creo que lo que pasa es que como
nunca lo han vivido y nunca lo harán, no les importamos”, reflexiona
Mario, de 57 años, cuyo hijo fue internado por influenza, y lleva
esperando 2 días…
Contralínea solicitó entrevista
con Sergio Lozada Andrade, director del Hospital General de Zona 1-A
del IMSS Municipio Libre, para conocer las razones por las que se cerró
la sala de espera de ese nosocomio. También, con César Athié Gutiérrez,
director del Hospital General de México, para conocer si la dependencia
planea construir un área de espera para los familiares de los pacientes
que vienen del interior de la República. Hasta el cierre de edición, no
se obtuvo respuesta.
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