Pedro Echeverría V.
1. Nada trascendente: como en años pasados. El 18 de marzo, aniversario 76 de la expropiación petrolera, todos festejarán: los socialdemócratas cardenistas criticando la privatización del petróleo durantes tres horas en sus manifestaciones y mítines en las calles y el presidente y sus ministros brindando en sus grandes oficinas por el mismo Cárdenas que expropió el petróleo aquel marzo de 1938. ¡Qué lejos están las tomas pacíficas (sí, pacíficas) de pozos petroleros, el bloqueo del aeropuerto, bancos, bolsas, embajadas por dos o tres días! Todo será un simple paseíllo para estirar las piernas mientras el gobierno aprovecha las tres horas para brindar.
2. La privatización del petróleo y la electricidad (así como en años anteriores de los FFCC, los bancos, las tierras, los transportes, las comunicaciones, los servicios de salud, de educación) fue aprobada sin fuerte oposición porque ésta es casi inexistente; es tan “pacífica” que no se ve. Entre unas semanas salir a la calle y reunirse con más de dos se podrá acusar a los que lo hagan de “conspiración”, “asociación delictuosa”, “faltas a la autoridad” o de “hacer sus necesidades en vía pública”. Se ha confundido el pacifismo con la sumisión, la cobardía, con indignidad, con estar atados de pies y manos. ¿Se olvida que son los gendarmes, el ejército, la policía quienes agraden las protestas?
3. ¿No son acaso los policías y el ejército quienes han convertido en violentas las manifestaciones de protesta al impedir que estas se realicen frente al gobierno y los violadores de derechos? En la ciudad de México en los años 50 y 60 estaba prohibido el Zócalo a la oposición, pero el gobierno y el PRI allí reunían a sus grandes masas para dar bienvenidas a mandatarios extranjeros o para agradecerle “al señor presidente sus bondades”. En Monterrey, Guadalajara, Puebla, Mérida, cada vez que han programado visitas de presidentes ocupan una semana para revisar edificios y bloquear posibles manifestaciones de protesta y cuando éstas se han realizado la represión policiaca ha ocupado el primer lugar.
4. Los únicos que van armados a las manifestaciones de protesta en México son las fuerzas represivas de la policía y el ejército. Yo –como el cien por ciento de los manifestantes- sólo me armo de mi profundo odio a los opresores, llevo los brazos para defenderme y las piernas para correr en caso necesario. Me ha indignado que no nos dejen pasar, que miles de soldados con sus escudos, caballos, perros, gases lacrimógenos, nos impidan nuestra protesta y que desde el pasado 2 de octubre nos encapsulen o acordonen para marchar donde el gobierno quiera. Por eso hoy las marchas o manifestaciones se han convertido en un paseíllo ridículo.
5. Quizá en vez de educar o enseñar a las masas, ese tipo de manifestaciones pacíficas sólo enseñen cobardía o sólo sirvan para descargar nuestra neurosis, y eso el gobierno lo sabe bien. Los manifestantes –siempre pacíficos- nunca han arrojado gases lacrimógenos contra los soldados ni tampoco han llevado poderosos escudos para golpearlos. Más aún los manifestantes –olvidando que reciben salarios y los obligan por el gobierno- siempre han hecho llamados de solidaridad a los soldados por ser de origen miserable como ellos. Nunca los manifestantes han sido los violentos, sino que son las fuerzas del gobierno quienes han provocado la represión y la violencia.
6. La realidad es que –para quienes hemos estado más de 50 años en lo mismo y “sin que nos vean y nos oigan por la clase dominante”- ya estamos hasta la madre de asistir a lo mismo. ¿Por qué no programar por tres días tomas de pozos y bloqueos en aeropuerto, bancos y demás negocios capitalistas? El 18 de marzo cada organización tiene programado su paseillo en México, en Tabasco y otros lugares; en vez de una fuerte unidad se busca realizar actos para justificar la presencia. Mientras tanto la clase dominante seguirá haciendo de la privatización su bandera y los trabajadores sufriendo más hambre, desempleo y represión. Hasta parecería
colaboración con el gobierno. (16/III/14)
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