Pedro Echeverría V.
1. Donaldo Colosio –el flamante candidato del PRI- cumple 20 años de su asesinato y Octavio Paz –el Nobel de Literatura- 100 años de su nacimiento. Es una casualidad que liga al “Príncipe” con poder y sus consejeros. En México se ve como algo natural que los gobiernos y los partidos tengan que hacer uso de los sabios consejos de los intelectuales orgánicos y que éstos, después de “estudiar y sacrificarse” muchos años, sean agraciados con las mieles del poder. ¿Cómo podrá gobernar un político que no ha tenido el tiempo para atender los libros y por qué un intelectual va a lanzar al desperdicio lo que sabe si puede influir al poder?
2. Recuerdo cuando Paz decía en 1975 (15 años antes de recibir el Nobel): “Lo que a mi me parece inaceptable es que un escritor o un intelectual se someta a un partido o a una iglesia… El escritor debe ser un francotirador, debe soportar la soledad, saberse un marginal”. Lo que a mí me parece hoy –observando, leyendo y escuchando a la mayoría de los intelectuales- es exactamente lo contrario: no es tanto someterse a un partido o una iglesia, sino a una clase capitalista que controla el poder económico, político e ideológico. Pienso que a partir de 1982 con la implantación del neoliberalismo, la llamada globalización y la alta tecnología las cosas cambiaron radicalmente.
3. ¿Cómo pueden vivir revistas de intelectuales de la categoría de Vuelta, Nexos, Letras Libres (con reconocimiento nacional e internacional), sin fuertes subsidios de los gobiernos? ¿Cómo llegar a ser “reconocidos intelectuales” sin que las empresas capitalistas de prensa, radio, televisión y editoriales se encarguen de la difusión de las obras? ¿Cómo difundir el pensamiento en amplios medios si no tiene concordancia con las políticas editoriales de los aparatos de información que son los mismos del sistema de dominación? Por ello la mayoría de los intelectuales para realizarse como tales, buscan y logran todos los apoyos del sistema.
4. Pero sin independencia ideológica, sin compromiso de acercarse lo más posible a la realidad, es imposible analizar y decir las cosas con los mejores criterios de “verdad”. ¿Cómo los “intelectuales” que rodean al “Príncipe”, que reciben dádivas de él, pueden hacerse creíbles ante el pueblo? Por ello los comentaristas de presa, radio y TV, los publicadores de libros, Zuckerman, Reyes Heroles, Aguilar Camín, Enrique Krauze, Octavio Paz, Castañeda y otros más, se los conoce como intelectuales orgánicos, consejeros del “Príncipe” y negociantes de la “cultura”. ¿No es acaso por ese triste papel de consejeros por lo que la cultura independiente es casi nula?
5. Por la mañana escuchaba por radio una larguísima entrevista de Carmen Aristegui a Enrique Krauze que me hizo recordar los aniversarios de Paz y Colosio. El primero brillante intelectual con extensa prosa que he leído con avidez; pero que desafortunamente varios años antes de morir, sirvió con entusiasmo a la empresa Televisa, tan funesta para México; y el segundo un político asesinado siendo candidato presidencial del PRI, que por lo menos en sus últimos seis años estuvo al servicio del presidente Salinas, tan nefasto para el país. Fue tan clara y obvia la relación de Krauze con Colosio que jamás pensé que pudiera ser tan dependiente.
6. Krauze dijo en la entrevista: “Tan profundo era el cambio que proponía Colosio, que afectaba claramente la estructura del PRI” y que si Colosio hubiera sido presidente la izquierda iba a sucederlo.. A tal grado era la relación y la dependencia de intelectuales y gobernantes, que escriben, revisan y corrigen discursos (Krauze añadió frases al famoso discurso de Colosio cuando éste lo visitó en su casa) de los políticos del PRI y del PAN e incluso él y Scherer García sugirieron en los oídos de Colosio que renunciara a su candidatura por los problemas que se presentaban. Yo conocía la estrecha relación de los intelectuales y el gobierno pero no pensé que los gobernantes los tuvieran tan a su lado y su servicio.
7. Me gusta lo que Lorenzo Meyer ha escrito: “El mundo del político y el mundo del intelectual deben ser diferentes y mantenerse diferentes, y en el sentido más profundo son incompatibles, por lo siguiente, el mundo del político es el mundo de la eficacia: yo quiero el poder, yo tengo el poder y deseo conservarlo y mantenerlo. Mi vocación es por el poder. El académico, en cambio, busca la verdad y la verdad no es compatible con los instrumentos que el político usa. Sí, el académico se convierte en un intelectual, pero sigue siendo fiel a la ética académica -a la ética del científico, del que busca desentrañar la complejidad de la realidad, en la política y de la sociedad en general-, para este personaje la realidad siempre estará mal, siempre”. (21/III/14)
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