Pedro Echeverría V.
1. Elena Poniatowka, la escritora multipremiada y López Obrador, el dos veces candidato de centroizquierda a la Presidencia –así como todo el mundo de gobiernos, empresarios, políticos, medios de información, incluso ciudadanos- tenemos la obligación de defender la paz y nunca el uso de violencia. Pero luego es un discurso, un simple deseo que no corresponde a la realidad porque todas las sociedades son “de por sí” violentas por la existencia de la gran propiedad privada en manos de unos cuantos y la enorme pobreza y miseria en el 80 por ciento de la población. ¿Cómo el gran poder va a defenderse de esa gran mayoría que explota sino usa la violencia armada, física e ideológica?
2. Jamás Marx, Lenin, Mao, Ben Bella, Castro, Ortega, ni los revolucionarios de tiempos anteriores, dijeron ser partidarios de la violencia; pero tampoco la negaron porque concebían que “la clase dominante jamás entregaría de manera pacífica el poder despótico que ejercía y que lo defendería con su vida”. Por tanto la violencia surge de la clase dominante que defiende sus riquezas producto de la explotación y el saqueo ante el reclamo de justicia, paz e igualdad. No es un asunto de “tranquilidad” o de “amor de los unos a los otros” como dice la iglesia. Es extremadamente claro: si no te dejan protestar, manifestarte y te bloquean, la tranquilidad significa regresar a tu casa a ver televisión.
3. No conozco en la historia ninguna revolución pacífica. Las revoluciones: inglesa, norteamericana, francesa, rusa, china, argelina, cubana, nicaragüense y otras más, fueron revoluciones violentas porque las clases dominantes en todos esos países -que vivían para explotar y someter al pueblo- defendieron su poder con todo tipo de armas. Y en México la Conquista, la Independencia, la Reforma, el Porfiriato, la Revolución, fueron de enorme violencia de las clases poderosas contra el pueblo. Son las reformas o los pequeños cambios los que se registran más o menos pacífica o evolutivamente; es decir los cambios (para adelante o para atrás) que se decretan en una sociedad dentro de los mismos marcos de dominación.
4. Todas esas revoluciones violentas –casi siempre encabezadas por la burguesía o las clases medias burguesas- destruyeron sociedades feudales o precapitalistas, gobiernos monárquicos dictatoriales, e instalaron nuevas dictaduras capitalistas o esas que les llaman democráticas, pero a pesar de ello, es innegable que rompieron una sociedad para construir otra que ahora llaman “moderna, liberal o democrática”. ¿Era peor o menos mala para el pueblo trabajador, para su vida diaria, su alimentación, su ecología, sus relaciones humanas, una sociedad feudal, precapitalista o burguesa? Es una discusión pendiente que tiene que ver con eso que se conoce como “progreso” y modernidad.
5. En los últimos 15 años –después de la experiencia pacífica-electoral de Salvador Allende en Chile (1970-73), que fue salvajemente destruida por el gobierno de Nixon-kissinger de EEUU y el ejército encabezado por el general Pinochet- han surgido gobiernos (pacífíco-electorales) en Venezuela, Bolivia, Ecuador, que se han manifestado antiimperialistas y han declarado querer construir el socialismo. No hay duda de que han logrado cambios importantes, pero dentro del sistema capitalista; en más de 10 años no han logrado tocar las estructuras capitalistas y sí han sufrido las amenazas serias de golpe de Estado militar.
6. El enojo, el coraje, los insultos, muchas veces el arrojo de piedras, han sido las débiles respuestas de los pueblos, de los jóvenes, frente a la violenta explotación y miseria que sufren a diario provocada por la clase dominante. A esas respuestas desesperadas del pueblo que protesta en las calles los gobiernos, empresarios y medios de información llaman violencia; entonces la contra respuesta de la policía y el ejército se hace brutal: gases lacrimógenos, golpes de tolete, perros entrenados, caballos, cárcel y muerte. ¿De qué violencia se habla y quién la ejerce? El escritor Dostoyevski explicaba muy bien la violencia.
7. ¿Acaso “la violencia no ha sido la gran partera de la historia”, la que interviene para una nueva vida y que sin ella en el hogar, hoy en los hospitales, peligra la vida del nuevo ser o una sociedad? ¿Podría desecharse totalmente cuando sabemos que los problemas se acumulan y que llega un momento en que el pueblo ya no puede aguantar esa violencia maldita de la que no es culpable? Pienso que en vez de declaraciones mecánicas, improvisadas, para salir del paso, tenemos que estudiar más el significado que ha tenido la guerra y la paz, la violencia y eso que llaman “la no violencia”. AMLO (aceptando la presión) repite mucho que es pacífico porque la gran burguesía lo acusa a diario de ser violento. (19/III/14)
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