12/04/2014

La Feria del Cacique

Román Munguía Huato

En la Feria Internacional del Libro [FIL], organizada por la administración central de la Universidad de Guadalajara [UdeG], del año pasado el país invitado fue Israel. Además de provocar una fuerte indignación de un sector de académicos y estudiantes de la UdeG también originó la de un grupo de intelectuales y académicos de la ciudad de México, entre ellos nuestro admirado Juan Gelman. En una carta de octubre del 2013 proponían que en la próxima FIL hubiera un equilibrio en la participación entre Israel y Palestina. Era de esperarse, quienes organizan tal festividad hicieron ninguneo de la propuesta.

En ese entonces escribimos que la derecha judía en México afirmó replicante que “este grupo de intelectuales pretende transformar a la FIL en arena política. Por lo visto, los firmantes están mal (o tendenciosamente) informados. La FIL Guadalajara es un evento específicamente cultural –diseñado para difundir la cultura, las artes y el conocimiento– y no un foro de índole política donde se tengan que resolver y discutir temas relacionados con conflictos ajenos al propósito de una Feria del Libro.” Y añadimos, “pero este sector sionista que comparte toda la política expansionista genocida del gobierno derechista israelí, debe de saber que la FIL más que un evento cultural es un evento comercial y que lo cultural es una apariencia que oculta intereses empresariales y políticos. Es muy cierto que hay actividades de carácter cultural [música y reuniones literarias] y académicas [mesas redondas, algunas sobre temas políticos], pero ante todo tiene propósitos mercantiles.” La FIL en realidad es un acontecimiento estrictamente mercantil revestido culturalmente, y los intereses predominantes son los de las grandes y poderosas empresas editoras españolas.

Argentina es la invitada de honor por segunda ocasión a la FIL y no podemos hacer ningún cuestionamiento al respecto; es un beneplácito para toda la comunidad universitaria recibir la representación cultural de un país hermano latinoamericano, así como la digna solidaridad mostrada por Estela de Carlotto en estas tierras. El año pasado la FIL se daba en el marco de una tragedia de exterminio de Palestina en Gaza, sin sospechar lo que vendría funestamente, los mexicanos hoy vivimos un verdadero infierno dantesco por la violencia social desatada y agudizada por un Narco-Estado a partir del 26 de septiembre pasado con la masacre de seis estudiantes y ciudadanos en Iguala, Guerrero, y la desaparición de 43 jóvenes de la escuela rural de Ayotzinapa.

En México tenemos una lumpenización gansteril de todo el sistema político, y la población está harta de las matanzas impunes por los cárteles narcos y los crímenes de Estado. Todo es una bola de fuego creciendo desde 1982 con el neoliberalismo y más aún con la restauración en el poder presidencial del PRI hace dos años. Esta terrible situación nacional bien podría ser un capítulo más en la Historia Universal de la Infamia, de nuestro querido Borges.

La UdeG es la segunda institución pública en México con alrededor de 265 mil integrantes entre estudiantes, académicos y administrativos y de servicios. Maneja un presupuesto este año de poco más de 715 millones de dólares; el segundo presupuesto financiero después del gobierno del Estado de Jalisco. El verdadero problema de esta universidad es una antidemocracia, un autoritarismo corporativo-clientelar sustentado en un caciquismo regido desde hace 25 años por el exrector Raúl Padilla López, quien nunca ha tenido ninguna trayectoria académica; es un político que ha hecho de la “cultura” un negocio para su enriquecimiento personal. Tal cacicazgo ha derivado en una profunda crisis académica.

La universidad está al servicio de sus intereses personales y de su grupo de poder local. El “Licenciado”, como le llaman sus subordinados, ostenta formalmente más 15 cargos directivos en la UdeG, y uno de ellos muy importante es precisamente el de ser presidente de la FIL. Durante los primeros años el premio literario de la Feria se llamó Juan Rulfo, pero una legítima demanda de la viuda y los herederos de quien ha sido el mayor escritor mexicano anuló tal denominación. Padilla López es un cacique universitario de lo cual se jacta ostensiblemente. Rulfo escribió que: “Pedro Páramo es un cacique. Eso ni quién se lo quite. Pedro Páramo es un cacique de los que todavía abundan en nuestros países: hombres que adquieren poder mediante la acumulación de bienes y éstos, a su vez, les otorgan un grado muy alto grado de impunidad para someter al prójimo e imponer sus propias leyes.” Cierto, un cacique universitario puede afirmar tajante y cínicamente: No hay ley más que la mía; y lo puede decir sin tapujos porque las redes de complicidad con el poder gubernamental le confieren esa impunidad.

Detentar el poder caciquil le ha permitido la cercanía sumisa y adulación de reconocidos intelectuales y escritores mexicanos quienes le han prodigado cobertura para la FIL, que ha tenido nula influencia académica en la universidad, pues las prioridades de la administración central y de los sucesivos rectores que él impone no son académicas sino empresariales con la promoción de una “cultura universitaria” con espectáculos propios de la farándula artística musical de alfombra roja y demás parafernalia. La FIL como simulación de la cultura.

En días pasados, con motivo de la inauguración de la FIL, Padilla López en su discurso grandilocuente quiso mostrarse muy consternado, al igual que Peña Nieto, por los 43 desaparecidos de Ayotzinapa, pero todo queda un histrionismo de bisutería. Lágrimas de cocodrilo. Quienes pugnamos por una universidad democrática si queremos una FIL, pero una que no tenga intereses mercantiles acordes con la privatización de la enseñanza pública. Contra eso lucharon y luchan los estudiantes de Ayotzinapa y de México ¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!

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