MONEDERO
El crecimiento de los hechos de violencia contra las mujeres y las constantes protestas y preocupaciones de la sociedad civil –nacional e internacional– por esta situación, que no sólo lesiona a las mujeres sino a toda la sociedad, han obligado al Estado ha por lo menos registrar las estadísticas de lo que está sucediendo en materia de violencia contra las mujeres.
Es así como el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi) crea el “Sistema Integrado de Estadísticas Sobre Violencia Contra las Mujeres (Siesvim)”, un proyecto de estadística derivada que contiene un conjunto amplio de indicadores provenientes de las principales fuentes de información del país.
Permite dar cuenta de la dimensión de la violencia ejercida en contra de las mujeres, las características, los tipos e intensidad con la que ocurre. Está conformado por un total de 272 indicadores, distribuidos en cuatro temáticas principales.
Esta plataforma se desarrolló con el apoyo de la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Conavim) y el Consejo Nacional de Población (Conapo) de la Secretaria de Gobernación, además del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), la Secretaria de Salud, la Secretaria de Educación Pública y el Instituto Nacional de Desarrollo Social (Indeso) de la Secretaria de Desarrollo Social.
De acuerdo con la organización temática del Sistema, los indicadores se distribuyen de la siguiente manera:
89 indicadores sobre el “Contexto sociocultural, demográfico y económico”,
74 indicadores sobre la “Situación de la violencia contra las mujeres”,
19 indicadores sobre “Daños y consecuencias de la violencia en la vida de las mujeres”, y
90 indicadores sobre el tema “Recursos institucionales para la prevención, atención, sanción y erradicación de la violencia contra las mujeres”.
En síntesis, este nuevo sistema permite conocer la situación de violencia contra las mujeres; daños y consecuencias y, recursos institucionales.
Comprende un glosario de términos, donde entre otras cosas define violencia contra las mujeres, violencia de género y violencia laboral:
Violencia contra las mujeres: Cualquier acción u omisión, basada en su género, que les cause daño o sufrimiento psicológico, físico, patrimonial, económico, sexual o la muerte tanto en el ámbito privado como en el público.
Violencia de género: La violencia de género o por razones de género consiste en aquellas formas de violencia que tienen fundamento en las diferencias adscritas socialmente para las mujeres y los hombres, lo cual implica que la violencia de género no tenga como únicos blancos a las mujeres o las niñas, sino también a los hombres y niños, discapacitados y homosexuales, que por su condición se alejan del prototipo tradicional masculino y se aproximan a lo que se considera femenino en nuestra sociedad.
Violencia en el ámbito laboral: Se refiere a las situaciones o actos que una persona o grupo, con o sin jerarquía en el medio laboral, ejercen sobre las mujeres en el desarrollo de su trabajo o a consecuencia del mismo, como hostigamiento, discriminación, acoso y abuso sexual, en alguno de los trabajos desarrollados a lo largo de su vida laboral y la ocurrida en los 12 meses anteriores a la entrevista, sin importar si tuvieron empleo todo el periodo o sólo una parte.
La ley vigente define a la violencia laboral y docente en los siguientes términos:
Se ejerce por las personas que tienen un vínculo laboral o análogo con la víctima, independientemente de la relación jerárquica, consistente en un acto o una omisión en abuso de poder que daña la autoestima, salud, integridad, libertad y seguridad de la víctima, e impide su desarrollo y atenta contra la igualdad.
Constituye violencia laboral: la negativa ilegal a contratar a la víctima o a respetar su permanencia o condiciones generales de trabajo; la descalificación del trabajo realizado, las amenazas, la intimidación, las humillaciones, la explotación y todo tipo de discriminación por condición de género.
Como se puede apreciar en la gráfica ese renglón de “con incidentes” que va del 16.5 al 10.2 por ciento puede abarcar cualquier tipo de violencia laboral. Pero evidentemente estas estadísticas oficiales sobre el tema tienen un enorme subregistro y sólo permiten acercarse a una imagen de las “cifras del silencio” que tiene este grave problema, dadas las características del mercado laboral femenino.
Es un hecho que el marco jurídico no ofrece la suficiente protección a las trabajadoras, que la impunidad rampante de los empleadores y la gran oferta de mano de obra inciden de forma importante. Son muchas las mujeres que prefieren guardar silencio porque no únicamente pierden el trabajo, sino que también son boletinadas en las tiendas o fábricas donde pueden trabajar, se les califica como trabajadoras poco confiables y conflictivas.
También enfrentar los procedimientos jurídicos de una denuncia son y siguen siendo vergonzosos para la trabajadora, y terminan victimizando a las mujeres.
Además las mujeres viven con cierta “naturalidad” la violencia laboral porque proceden de hogares donde la violencia familiar o doméstica es el pan de cada día, así crecieron y llegan a creer o pensar que así es la vida normal de una mujer.
El crecimiento de la violencia familiar no es nuevo, simplemente que ahora se lleva un registro. Por ejemplo, en 2010 era de 12.0, para 2015 aumentó considerablemente a 26.0 por ciento de las mujeres. Así, cuesta mucho más trabajo que las mujeres estén conscientes y denuncien hechos de violencia laboral.
Otro factor que influye considerablemente es que no conocen sus derechos, no cuentan con sindicatos, o bien éstos son sindicatos patronales y nunca van a defender a las trabajadoras.
Por fortuna ya hay muchas trabajadoras informadas y valientes que se atreven a denunciar, claro no tantas como se requiere pero se está avanzando en esta materia.
Hay un enojo machista por el avance social de las mujeres dice la maestra Marcela Lagarde y si, claro hay mucho de eso en las crecientes estadísticas sobre violencia, incluyendo la laboral, un importante avance social femenino.
El mundo del trabajo era y todavía es en algunos sectores un espacio esencialmente masculino y las mujeres son unas intrusas, tradicionalmente él era el proveedor. Pero las cosas están cambiando, hoy hay una nueva mujer y una sociedad diferente, les guste o no.
La masculinidad y con ella los hombre también tienen que transformarse, estamos en el siglo XXI. Que bueno que se perfeccionen las estadísticas sobre la violencia contra las mujeres, pero lo que se requiere son más y mejores políticas públicas contra la desigualdad.
* Economista especializada en temas de género
Twitter @ramonaponce
Especial
Por: Carmen R. Ponce Meléndez*
Cimacnoticias | Ciudad de México.-
No hay comentarios.:
Publicar un comentario