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La masacre ocurrida la semana pasada en la iglesia bautista de la comunidad de Sutherland Spring, en Texas, fue un crimen terrible y, también, terriblemente predecible. Como otras masacres similares, el hecho es representativo del problema sistémico que existe en Estados Unidos con las armas y la violencia. El responsable de asesinar a 26 personas y herir a otras 20 antes de suicidarse fue, presumiblemente, Devin Patrick Kelley, un hombre blanco que había sido miembro activo de la Fuerza Aérea estadounidense. Este tiroteo en masa es otro ejemplo letal del vínculo entre violencia doméstica y masacres con armas de fuego.
Cuando integraba la Fuerza Aérea, Kelley fue hallado culpable de agredir a su esposa y de fracturarle el cráneo a su hijastro, que no llegaba a tener dos años de edad. La Fuerza Aérea lo sometió a una corte marcial y lo mantuvo confinado durante un año, pero no informó su sentencia al Sistema Nacional Instantáneo de Verificación de Antecedentes Penales del FBI . Esta no fue la única señal de alarma: también había cometido abuso violento contra animales y emitido amenazas de muerte hacia sus superiores de la Fuerza Aérea. Según se informó, le había estado enviando mensajes de texto amenazadores a su suegra, que concurría frecuentemente a la iglesia donde Kelley cometió el asesinato en masa.
Sarah Tofte, directora de investigación del movimiento a favor del control de armas “Everytown for Gun Safety”, declaró en una entrevista para Democracy Now!: “La mayoría de las masacres con armas de fuego están relacionadas de alguna manera con la violencia doméstica o familiar”. El equipo de Tofte acaba de publicar un nuevo informe, que indica que en el período 2009-2016, en más de la mitad de las masacres con armas de fuego, los agresores mataron a sus parejas u otros miembros de sus familias. La violencia doméstica es más que una señal de alarma; es un crimen en sí mismo. Entre otras cosas, el informe señala:
“La presencia de un arma de fuego en una situación de violencia doméstica hace que sea cinco veces más probable que una mujer resulte asesinada”.
“Las mujeres en Estados Unidos tienen una probabilidad 16 veces mayor de ser asesinadas con un arma de fuego que las de otros países de altos ingresos, lo que hace que este país sea el más peligroso en el mundo desarrollado en cuanto a violencia con armas de fuego hacia las mujeres. Todos los años, las mujeres estadounidenses sufren 5,3 millones de incidentes de violencia por parte de sus parejas”.
“Cincuenta mujeres estadounidenses son asesinadas cada mes por disparos efectuados por sus parejas, y muchas más resultan heridas. Cerca de un millón de mujeres que hoy se encuentran vivas son sobrevivientes de ataques con arma de fuego por parte de sus parejas”.
Soraya Chemaly, directora del Proyecto de Discurso del Centro de Medios de Mujeres ( WMC , por sus siglas en inglés), afirmó en una entrevista para Democracy Now!. “No hay absolutamente ninguna duda de que la práctica de la violencia dentro de un hogar, en un ambiente íntimo, hacia personas que, en teoría, el agresor ama, abre camino a la violencia pública”.
Soraya prosiguió: “El tema de fondo es cómo abordamos la violencia privada, cómo abordamos la violencia sexual, qué pensamos en torno a la violencia de género. La división público-privada con la que estamos trabajando no está resultando para nada, porque tendemos a presentar esta violencia terrorista privada de un modo que parece irrelevante para el ámbito público. Si pensamos en el hecho de que en Estados Unidos hay tres mujeres al día asesinadas por su pareja, si eso ocurriera en un solo incidente y estuviéramos hablando de entre 20 y 25 mujeres muertas a la semana en un solo incidente, quizás las personas comenzarían a reaccionar y a prestar atención”.
Mariame Kaba, activista y educadora que trabaja en programas contra la violencia doméstica, nos dijo: “Nos quedamos enfrascados en el intento de etiquetar a la violencia masiva como ‘terrorismo’. Pero lo que tenemos que hacer —y no estamos pudiendo— es poner fin a la violencia contra las mujeres, contra las personas sin género declarado y contra los niños y niñas, que es lo que está en la raíz de estas formas de violencia armada y tiroteos en masa. Sería mejor que nos enfoquemos en tratar de poner fin a estas otras formas de violencia, que son en sí mismas violencia en masa”.
El vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, viajó a Sutherland Springs para reunirse con familiares de las víctimas de la masacre. Pence es un miembro de larga data de la Asociación Nacional del Rifle ( NRA , por sus siglas en inglés) con calificación “A”. Como congresista, votó para impedir que una persona pueda demandar a los fabricantes de armas y para suavizar las leyes que rigen las compras interestatales de armas. Esta semana, Pence atribuyó la culpa de la masacre en Texas a “fallas burocráticas” y a la enfermedad mental del atacante. A principios de este año, el presidente Donald Trump revirtió una normativa de la era Obama y facilitó que las personas con problemas de salud mental pudieran adquirir armas.
Trump se encontraba en Japón en el momento de la masacre de Texas, en el marco de una gira en la que intentaba vender miles de millones de dólares en armamento a los aliados regionales al tiempo que insistía con su retórica beligerante contra Corea del Norte. El presidente debería aprender de los países que visita. En Japón, un país de 127 millones de habitantes, hay menos de diez muertes causadas por armas de fuego en un año típico, principalmente debido al estricto control de armas. Esa cifra es un gran contraste con las más de 33.000 muertes anuales causadas por armas de fuego en Estados Unidos.
En medio de las negociaciones para la venta de armamento, cuando se le preguntó sobre el control de armas a la luz del horror ocurrido en Texas, Trump sostuvo que era demasiado pronto para hablar de cambios en la política de armas. ¿Cuántas masacres más tendrán que ocurrir?
© 2017 Amy Goodman
Traducción al español del texto en inglés: Inés Coira. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 800 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 450 en español. Es co-autora del libro “Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos”, editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.
Fuente: http://www.democracynow.org/es/2017/11/10/las_masacres_con_armas_de_fuego
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