En este 2024 se cumplieron 56 años de los hechos de Tlatelolco y como es costumbre, se congregó la población en la Plaza de las Tres Culturas, para la manifestación anual que exige al Estado mexicano rendir cuentas de los hechos, no obstante, otras personas que no vivieron la violencia de forma directa también fueron marcadas y esto determinó su desarrollo.
Poco se ha hablado de las niñas de 1968. Aquellas que fueron trastocadas por los actos de violencia de este momento histórico. Ellas también son parte de la memoria de Tlatelolco y muchas aún no olvidan.
Cimacnoticias pudo dialogar con dos de estas mujeres quienes en aquella época vivieron los hechos de forma cercana y en este 2024 acudieron a recordar los hechos.
María Guadalupe y Yolanda Mora, dos mujeres que vivieron de cerca la matanza de Tlatelolco, aún recuerdan lo que sucedió esa tarde en la Plaza de las Tres Culturas. Después de 56 años, siguen participando en las marchas para pedir justicia y esclarecimiento de los crímenes de lesa humanidad cometidos durante el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz contra estudiantes.
El día de ayer se llevó a cabo la marcha del 2 de octubre. Como cada año, sobrevivientes, familiares y estudiantes se unieron para recordar la memoria de las personas asesinadas y desaparecidas. Cimacnoticias, pudo conversar con dos mujeres que, en ese entonces siendo niñas, presenciaron la atmósfera cambiante cuando el Ejército Mexicano abrió fuego en el lugar.
María hoy es abogada, activista y defensora en materia de derechos humanos. A los ocho años fue a Tlatelolco porque una de sus compañeras de 12 años vivía cerca. Ambas decidieron asistir a la Plaza de las Tres Culturas al escuchar los rumores que corrían sobre la reunión estudiantil.
A pesar de no entender el contexto, sabían que las y los estudiantes buscaban el diálogo con el gobierno para acabar con la represión de la época. María y su amiga permanecieron un rato hasta que vieron unas luces que les dio “mala espina”, por lo que dejaron el sitio.
Al día siguiente, ambas regresaron. En medio de la plaza encontraron un zapato y en uno de los elevadores de los edificios observaron la silueta de manos de las y los estudiantes que intentaron entrar para resguardarse.
Yolanda hoy es una trabajadora con una pensión. Detalla que siempre ha participado en las marchas, ya que se considera una mujer de lucha. En 1968 tenía catorce años y después de terminar su educación secundaría, entró a trabajar en la Secretaría de Hacienda.
Desde ahí observó la violencia del Ejército mexicano contra la población joven. Fue testiga de cómo un elemento del ejército hirió con una bayoneta -arma que combina la función de un cuchillo y una lanza- a un estudiante del Colegio San Ildefonso. “Tápate el agujero porque en este momento te pueden salvar de una infección”, le dijo Yolanda al estudiante después de ayudarlo a sacar el arma de su cuerpo.
Su padre nunca le dejó apoyar el movimiento. Antes de morir intentó hacerla prometer que no volvería a participar en marchas. Sin embargo, se negó porque “no podía prometer algo que no podía cumplir”. A sus 73 años, hoy, Yolanda sigue participando en algunas protestas colectivas.
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