Utopía
Eduardo Ibarra Aguirre
Al nombre con el que bautizó la presidenta Claudia Sheinbaum y la titular de Comunicación Social, Paulina Silva Rodríguez, sólo le falta que se corresponda con la realidad, como todas la ediciones que se realizarán a lo largo de seis años de lunes a viernes, pues así como una golondrina no hace verano, tampoco dos mañaneras realizadas los días 2 y 3 de octubre prefiguran al milenario resto.
Me explico, el expresidente Andrés Manuel como inventor y practicante de la comunicación circular durante 2000-2004 en la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal y 2018-24 en Palacio Nacional, jamás apeló al vocablo pueblo en el nombre de lo que denominó conferencia de prensa, a pesar de que ni remotamente indicaba que fue muchísimo más que eso, pues no sólo se dirigía a los colegas de los medios sino a que creció y se amplió considerablemente –como lo documentaron los impresionantes resultados del 2 de junio–, gracias a que la mañanera fue el instrumento fundamental de la comunicación presidencial. Y en esa medida, el estímulo más vigoroso de lo que llamó la revolución de las conciencias, que es el empoderamiento o apoderamiento de las mayorías populares.
Desde la mañanera López Obrador fijó la agenda política a lo largo de cinco años y 10 meses, dio instrucciones a los integrantes del gabinete y muchos otros funcionarios, incluso a gobernadores algunas veces sin guardar las formalidades; recibió miles de denuncias de todo tipo y alcance, incluidas las presuntas o reales fallas de titulares de las secretarías de Estado y él agradecía a los reporteros y yutuberos que fueron portadores de las voces de la base de la pirámide social; varios terminaron como expertos, mientras que otros inspiraron desconfianza.
Dicho de otra manera, la gobernanza durante el sexenio que concluyó el martes pasado es inconcebible sin la mañanera presidencial de AMLO. Un columnista muy distinguido por sus “voladas”, aseguró en Primer Grado que después de concluida la mañanera, Obrador atendía dos o tres asuntos, encargaba el “changarro” y se iba a jugar béisbol. ¡Mitómano!
Aquí es preciso rescatar la idea de López Obrador sobre que los dirigentes políticos tienen derecho a repetirse, mientras que los literatos no pueden hacerlo, justo para impulsar la “revolución de las conciencias” y que independientemente de cómo se le denomine, es un resultado insuficientemente valorado, pues sin ella el Plan C sería imposible, la mayoría calificada en la Cámara de Diputados y el Senado para emprender reformas constitucionales y auspiciar la renovación democrática del corrompido y faccioso Poder Judicial.
El mismo presidente Andrés Manuel reconoció en las últimas semanas que ya se repetía mucho, al parecer no estaba convencido de ello porque no se observó ninguna corrección. Y en este aspecto es plausible, por lo menos para mi trabajo, la concisión en las respuestas de Sheinbaum Pardo, quien con cuatro palabras respondió la primera pregunta de las miles que le esperan: “Primer día ya como Presidenta de la República de los Estados Unidos Mexicanos. ¿Cómo se siente? ¿Cómo está usted? ¿Cómo durmió ayer?”. Y la respuesta de doña Claudia fue “Bien. Responsable, preparada”.
Surge la pregunta si con tan exagerada concisión o un poco menos, los casi 36 millones de votantes se mantendrán bien informados y los resortes intelectuales de su conciencia se verán estimulados. Lo ignoro, pero es un desacierto hoy como ayer, que cada reportero formule tres preguntas y no una para darle cabida no a cuatro o cinco colegas sino a 12 o 15 porque en la variedad de interrogantes también radica la diversidad.
Acuse de recibo
“Mi estimado Ibarra, al leer tu ‘Acuse’ vi que te cayó el veinte en cuanto leíste mi texto, y el tuyo me hizo ver la sinceridad de la amistad y el aprecio con que me honra un comunista de excelencia como tú (hay escala), lo que te agradezco sin límite. Y al hacerlo recuerdo que la pridictadura me boletinó como comunista, para que nadie me empleara. No obstante logré trabajo en Novedades, pero bajo ese membrete. Me hastiaron llamándome comunista y al fin les dije. No soy comunista; pero me honran porque para ser comunista hay que ser muy chingón, y yo no lo soy. Santo remedio fue saber que con el mote me halagaban, no me ofendían como creían y querían hacerlo”. Lo anterior afirma Moisés Edwin Barreda, periodista y editor que pasa por una dura prueba en materia de salud y que seguramente la superará… De Jorge Meléndez Preciado, director del portal www.periodistasunidos.com.mx: “Gracias, querido Iborro, como diría (Enrique) Semo”... Y Elba Pérez Villalba: “¡Por la paz en el mundo! Un vampiro insaciable recorre el Medio Oriente, apadrinado por Estados Unidos: Netanyahu quiere más sangre, no le satisface chupar la de los palestinos, ahora agrega la de los libaneses. ¿Alguien lo puede detener? ¿Quién seguirá?”…https://laregiontam.
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