Pedro Echeverría V.
1. Ayer se anunció que un personaje, al parecer hijo de enemigos de la Revolución cubana, los llamados “gusanos”, Carlos Pascual, ha sido nombrado por el presidente Obama como embajador en México. Sustituye a Tony Garza quien representó a Bush y se casó con la mujer más multimillonaria de México (Aramburozavala); Garza a la vez suplió a Jef Davidow que durante cuatro años fue embajador motivo de acusaciones por la llamada “guerra del agua”. La prensa dice que el embajador Pascual es un especialista en “Estados fallidos” como México y que ha abogado por “cambiar el tejido social de las naciones”, a fin de crear estados “democráticos y orientarlos hacia el mercado” y, según su propia biografía, “ayudó a desmantelar la Unión Soviética”. EEUU escoge muy bien a sus embajadores porque los usa con efectividad.
2. ¿Puede acaso ser de otra manera? Uno de los embajadores yanquis más destacados como fascista de las últimas décadas se llama John Negroponte. El papel de este personaje de la CIA ha sido criminal porque apoyó las acciones encubiertas en la guerra civil en El Salvador y a la “Contra” de Nicaragua, incluyendo las misiones de minado de puertos, recolección de información aérea electrónica, actos de sabotaje contra instalaciones y establecimientos civiles, y apoyo militar general a los “Contras” ha sido fundamental. El mismo Aguilar Zínser, alto funcionario foxista con cierta capacidad, cuando fue presidente interino del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, describió a John Negroponte como un "oficial de combate, fundador de los contras" nicaragüenses y "célebre procónsul de EEUU en Honduras".
3. Negroponte afirmó cínicamente, que hubo menos sufrimiento en Centroamérica como resultado de la intervención estadounidense. ¿Se olvida acaso que la acción conjunta de los militares nacionales y estadounidense costó más de 200.000 civiles muertos o desaparecidos en Guatemala, país al que Clinton, ajeno al gobierno estadounidense en la década de 1980, pidió excusas públicas en 1998 por la política estadounidense en tales años? ¿O El Salvador, donde los muertos durante el conflicto armado se cuentan por decenas de miles, con episodios como el asesinato de los jesuitas en la UCA en 1989 donde actuó personal entrenado por militares de EEUU? ¿O en Nicaragua, donde por su financiación a la contra, la Corte Internacional de Justicia condenó en 1986 a EEUU a pagar una multa de 16 millones de dólares, deuda nunca saldada?
4. Las embajadas, consulados, agencias consulares, que se establecen en todos los países, son instituciones que defienden los intereses de los gobiernos y empresarios de la nación extranjera representada. Los embajadores y cónsules aparentemente respetan las leyes del país donde se establecen; sin embargo la historia de la diplomacia mundial enseña que esas instituciones, sobre todo las de los países poderosos como EEUU, Inglaterra, Francia, Alemania, etcétera, intervienen en la política interna de manera abierta siempre protegidos por altos funcionarios y magnates del capital. Dado que hay mil y un ejemplos conocidos en América Latina y en el mundo, había que asegurar que lo raro es que no intervengan en política. Las embajadas, sobre todo la yanqui, es un bunker lleno de agentes del FBI y de la CIA.
5. En México hay un episodio conocido en su historia que se llamó “El Pacto de la Embajada de EEUU”. Sucedió en 1913 en los sótanos de la empajada yanqui bajo la dirección del embajador estadounidense Henry Lane Wilson y concluyó con un golpe de Estado, la prisión y el asesinato del presidente Madero y del vicepresidente Pino Suárez, así como el nombramiento de los militares que los sustituirían. No fue el primer golpe de Estado ni mucho menos el último en los que las embajadas norteamericanas han sido los centros de subversión a regímenes de gobierno con los que los EEUU no están cómodos. ¿Se puede olvidar Guatemala, Panamá, Granada, Chile, etcétera, etcétera? La realidad es que las embajadas están siempre llenas de agentes.
6. Este nuevo embajador, Carlos Pascual, según publicaciones, es un personaje que buscará profundizar el control yanqui sobre México y de allí extenderse hacia Centroamérica. Trabajó de 1995 a 2000 en el Comité de Seguridad Interna de la Casa Blanca y terminó siendo director en jefe de Asuntos para Rusia, Ucrania y Eurasia, donde “ayudó a desmantelar la Unión Soviética y a facilitar el surgimiento de la llamada democracia occidental en Rusia, así como asegurar su arsenal y material nuclear. Se publica que Pascual está muy bien preparado para asumir esta tarea, ya que fue un miembro clave del equipo de la diplomacia estadunidense que llevó a Sudáfrica y Mozambique a ponerse al servicio del mercado yanqui. Sin duda está bien preparado para cuidar la frontera yanqui.
7. Carlos Pascual, el embajador de Obama, sabe que su misión esencial es combatir el llamado “terrorismo” político de izquierda. Sabe que el narcotráfico, en última instancia, es un aliado del capitalismo y del imperialismo; por eso plantea que: “Dejados en la calamidad, sujetos a la depredación, y negado el acceso a los servicios básicos, la gente llega a ser susceptible a exhortaciones de demagogos y traficantes de odio (izquierdista)”. Pone el ejemplo de que “Afganistán, uno de los países más pobres del mundo, estaba en esas circunstancias en 2001; éste se convirtió en la base para el ataque más mortífero contra Estados Unidos”. Después justificó la invasión del gobierno de George W. Bush a las naciones asiáticas en represalia por el refugio brindado a Osama Bin Laden.
8. A partir de los acuerdos militares conocidos como “Iniciativa Mérida” o Plan México, así como los acuerdos sobre, venta de armas, migración y seguridad que tanto han hablado Janet Napolitano, Hillary Clinton y el presidente Obama, la embajada yanqui en México jugará en los próximos meses y años un papel fundamental. Como sucedió con el Plan Colombia que se firmó para combatir el narcotráfico y que muy pronto se convirtió en un Plan asesino para reprimir a los movimientos izquierdistas y de trabajadores de oposición, lo mismo se busca en México: someter al movimiento de López Obrador, a las guerrillas del EPR, al movimiento zapatista que lucha en las calles y a todos los grupos y corrientes que se oponen al parlamentarismo y la socialdemocracia. Pero el pretexto seguirá siendo el narcotráfico.
9. Además de las muchas tareas que tendrá que cumplir el embajador Pascual en México (“combate” contra el narcotráfico, el terrorismo, la migración, vigilar el muro fronterizo, alentar al ejército que se desplegará en la frontera, asegurar el cumplimiento de la Iniciativa Mérida, etcétera; Pascual tendrá que desplegar a miles de agentes de inteligencia política yanqui para penetrar a los grupos de oposición que desconocen al gobierno de Calderón. Este es el papel, no otro, que cumplirán los funcionarios de la embajada para asegurar el control del país, mismo que el gobierno panista no ha podido hacer. La situación se ha agravado en este período en que la crisis económica se agudiza y el neoliberalismo está en retirada hacia otro paradigma.
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