Samuel Schmidt
En México todos son delincuentes hasta que se pruebe lo contrario. Así parecen pensar los tecnócratas de la Secretaria de Hacienda.
Me dan calambres cada vez que la contadora me anuncia y luego recuerda que Hacienda inventó un trámite nuevo. Para este hay que llevar documentos originales, aunque ya se los hayamos entregado a la misma dependencia en más de una ocasión.
Mi última experiencia no es distinta. Ahora se trata del CIECF (clave de identificación electrónica confidencial fortalecida). Esta se podía conseguir por Internet, ahora ya no. NO es por el reconocimiento de que la mayoría de la población tiene acceso limitado a ese recurso, sino que lo mandan a uno a una oficina del Sistema de Administración Tributaria (SAT). Así que coja sus bártulos y a perder el tiempo.
Llegando al SAT hay una fila para los que tienen cita y otra para los que llegan por la libre. Si llega 10 minutos antes de su cita lo hacen esperar ese tiempo para acercarse a la empleada que le dará un número para que se siente pacientemente a esperar. La cita se convierte así en una referencia no muy precisa, es similar al mañana típico mexicano; eso si, la oficina esta certificada por una filial mexicana de una empresa extranjera.
Llegue sin cita, espere en la línea para que me dieran un numerito. La contadora me había alertado que no se tardarían mucho –que tanto es tantito para Hacienda cuando se trata de nuestro tiempo y dinero- y me dio los argumentos para que me atendieran sin mandarme al Internet donde el trámite no se puede hacer y me dio su numero celular como placebo de seguridad, como si los burócratas se fueran a espantar si le llamaba a ella.
Me atendió una joven que me pidió mi credencial de elector, le di mi pasaporte el que “debía ser mexicano”, porque como no soy moreno, el perfil racial entró en acción asumiendo que debo ser extranjero. Ya sentado me dijo:
- ¿Trae copia del pasaporte?
- No
- Ah, no importa
- No
- Ah, no importa
Si no importa ¿por qué demonios me lo pidió? Porque nunca dijeron que había que llevar copia de nada.
Para qué solicita Hacienda documentos que ya tiene. Si usted tiene una empresa y quiere hacer cualquier gestión tiene que llevar una copia del acta constitutiva notariada, lo que tiene un costo adicional.
El acta en cuestión se le tuvo que entregar a Hacienda para abrir los registros fiscales de la misma. ¿Qué hace con las copias?, ¿cuánto nos cuesta almacenar esas copias? Ya no hablemos del riesgo porque el papel es altamente flamable, como sucedió en la tragedia de Hermosillo porque la guardería estaba pegada a una bodega de Hacienda del Estado donde se almacenaba papel.
Tuve que llenar mi clave CIECF en un pedazo de papel, la empleada metió esa información a su computadora y me entregó una hoja de papel como constancia. Eso lo pude haber hecho yo en mi computadora, o mi contadora en el SAT que para eso cobra, pero tenía que ir yo personalmente con mi identificación oficial a perder más de una hora, porque hay que tomar en cuenta el tiempo de traslado, y agregar los gastos de gasolina, etc.
La Secretaría de Hacienda se mueve así con toda comodidad entre la modernidad y el arcaísmo, inclinándose mucho mas hacia el arcaísmo, porque a final de cuentas, tal vez porque no confían ni en sus propias computadoras, terminan creando un rastro de papel que habrá que cuidar para la posteridad porque algún día pedirán la constancia original de que se registró en el CIECF, por cierto, ¿en qué esta fortalecido?, ¿se atreverán a exigirle que regresen aquellos que lo sacaron antes que lo fortalecieran?
Hacienda ha creado versiones elevadas a la potencia n del texto más tortuoso de Kafka. Mientras esperaba hable con una mujer que habiendo asistido el lunes para pagar una multa la hicieron regresar el viernes y después de su paciente espera salió una empleada a decirle que tenía que pagar la multa ese mismo día, de otra manera tendría que volver el lunes para que le dieran otro recibo con un aumento de precio. Y eso se lo hacía en plan de cuatas.
Un empresario me comentaba que los inspectores de Hacienda prefieren imponerle condiciones que lo llevan a cerrar su negocio en lugar de facilitar las obligaciones fiscales, complicadas en época de crisis, porque uno tiene que pagarle a Hacienda aunque el negocio se descapitalice, pero Hacienda tiene razón, la inclinación delincuencial de los mexicanos los lleva a desfalcar al fisco antes que construir negocios sanos que mantengan la economía a flote
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