ÁLVARO DELGADO
MÉXICO, D.F., 10 de agosto (apro).- Poco antes de iniciar la sesión del Consejo Nacional del Partido Acción Nacional (PAN), el sábado 8, le pregunté a Juan José Rodríguez Prats si su amigo Diego Fernández de Cevallos asistiría como uno de los 371 integrantes de ese órgano electivo. Y respondió: "Hablé con él y me dijo: 'No voy a ir a esa farsa'. Está muy enojado Diego."
En efecto, en entrevistas difundidas en el diario La Razón y en MVS Noticias, la estación desde la que transmite Carmen Aristegui, Fernández de Cevallos había anticipado su desacuerdo con la "forma desaseada" con la que Felipe Calderón perfilaba la imposición de César Nava como sustituto de Germán Martínez, su primer dedazo en el PAN.
"Ya en la elección de Germán Martínez vivimos una elección forzada --dijo el candidato presidencial en 1994--, pero tuvimos que aguantarnos y asumir que era por el bien del país. Pero ya desde entonces advertimos, a puerta cerrada, que eso no iba a funcionar. Vienen los malos resultados, la catástrofe, aunque lo quieran minimizar, y vuelven a hacer lo mismo. Es repetir la historia para llegar a una candidatura presidencial con estas cuentas pendientes."
Otro de los 33 ausentes en la sesión del Consejo Nacional del PAN fue Vicente Fox, quien prefirió implantar embriones a sus vacas --"estoy creando una raza nueva"--, aunque ya había anticipado también, y ayer mismo lo ratificó, que Nava, exsecretario particular de Calderón, no tiene estatura para presidir ese partido.
Estas dos y otras 21 ausencias, sumadas a los 39 votos nulos y 19 abstenciones --que son todos de abierto rechazo-- pueden parecer, de manera aislada, poco significativos antes los 290 que obtuvo Nava, pero son prácticamente un tercio de ese total y no el 12% que se reconoce oficialmente.
Esto tampoco es sorpresa: Se sabía, desde que se integró este Consejo Nacional, en la Asamblea Nacional de junio de 2007, celebrada en León, Guanajuato --memorable por el montaje de la rechifla a Manuel Espino--, que se había impuesto una lógica de facción, porque la mayoría formaba parte de la alta burocracia felipista y a quien no lo era, y su voto era necesario, se le compró.
Pero si cuantitativamente es ilusorio 88% de los votos que obtuvo Nava, nueve puntos porcentuales menos de los que logró Martínez, el 7 de diciembre de 2007, cualitativamente el problema es más severo y trasciende los liderazgos inconformes con la imposición, así sean Manuel Espino, Santiago Creel, Ricardo García Cervantes, Fox y Fernández de Cevallos.
El enojo y la frustración por la arrogancia y prepotencia de la cúpula, que se tradujo en imposiciones de la mayoría de los candidatos federales y estatales, está en la militancia de todo el país, pero también en quienes simpatizan con ese partido y que, hay que hacer la distinción, no votaron por los partidos que derrotaron al PAN, particularmente el PRI, sino que sancionaron tales conductas con la pasividad definida como huelga de brazos caídos.
Por eso en la sesión del sábado, en el auditorio Manuel Gómez Morín, no se percibía entre los consejeros nacionales entusiasmo, sino la mansedumbre y la abulia por el cumplimiento de un trámite burocrático. Ni la presencia de Calderón, que hizo convertir la sede nacional del PAN en un cuartel para la soldadesca, arrancó siquiera una aclamación. Y un debate en el órgano deliberativo por excelencia, que permitiría honrar un mínimo la tradición del PAN, fue groseramente censurado por Martínez, quien no sólo rubricó su triste paso por el PAN acallando las voces críticas, sino que --en el único mensaje que fue transmitido a los medios-- ratificó su condición servil: "¡Este es y seguirá siendo su partido!", reiteró a Calderón, la misma frase que pronunció cuando fue también impuesto.
Parecidos en muchas cosas, entre ellas su origen espurio, Nava avaló la censura y su primera definición ante los medios de comunicación fue imponer la opacidad: Se opuso a entregar la videograbación de las intervenciones de Creel, Fernando Canales, Rodríguez Prats, Javier Corral y Humberto Aguilar Coronado, y recomendó a los solicitantes hacerlo por la vía de la Ley Federal de Transparencia.
Mal comienza también Nava también porque, en la misma lógica de servidumbre a Calderón, queda prácticamente intacto el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) que encabezó Martínez, particularmente los operadores electorales que encabeza Jorge Manzanera Quintana, el propietario de Desarrollo y Operación de Campañas (Docsa), una de las tantas empresas de panistas que está haciendo negocios al amparo del poder.En la consumación del montaje, materializado el inequívoco dedazo de Calderón, Nava vistió un traje oscuro, camisa blanca y una corbata de color púrpura, un tono inusual en los políticos, salvo que, como es el caso, se pretenda enviar un mensaje: Es el color de los jerarcas católicos.
En su unción, Nava mencionó el "humanismo integral" como doctrina del PAN, que definió como el que "es capaz de sintetizar la trilogía libertad, igualdad y solidaridad", que evoca a Desarrollo Humano Integral y Acción Ciudadana (DHIAC), uno de los organismos de fachada de El YunqueY no hay que olvidarlo: César Nava es un miembro juramentado de esa organización de extrema derecha íntimamente vinculada a la jerarquía católica, de la que Calderón es socio y cuya complicidad derrumba el mito construido por sus propagandistas de que es casi de izquierda...
Cachorrito de El Yunque, como otros muchos de su equipo, Nava inicia su gestión de menos de año y medio bajo los peores augurios, no sólo porque forma parte de la facción que ha hecho pedazos el país, sino porque carece no sólo de autoridad política y moral, sino autoridad a secas.
Será, apenas, un gerentillo… ApuntesSería de extrema gravedad para la República si se confirma que se urdió un plan para asesinar a Calderón, como lo dio a conocer la Secretaría de Seguridad Pública en el contexto de la públicamente anodina reunión con Barak Obama, presidente de Estados Unidos, y Stephen Harper, primer ministro de Canadá.
Por el hermético y numeroso dispositivo de seguridad que lo resguarda, a cargo del Estado Mayo Presidencial, un atentado a la integridad de Calderón implicaría hacer volar el edificio que lo aloje o lanzar estallar la nave que lo transporte. Se ve difícil. Tampoco están claras las explicaciones de la secretaría que encabeza Genaro García Luna, un experto en montajes, como lo es también su jefe... Una cosa es segura: Germán Martínez vivirá del presupuesto federal...
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