12/21/2009


Por qué Telmex sí es un monopolio

Gustavo de la Garza Ortega

El acaudalado, tercero en riqueza y sexto más poderoso personaje de la tierra (Forbes, noviembre de 2009), Carlos Slim Helú, declaró, sin pudor en su lengua, que Telmex no es un monopolio porque sólo tiene 17 millones de líneas telefónicas en el país con 105 millones de mexicanos, por lo que, sólo tiene el 16 por ciento del mercado potencial y eso, según él, no es monopolio. Sin embargo, la realidad es que es un monopolio en el sentido jurídico y en el sentido económico en México.

En el sentido jurídico, la mitad de las áreas locales en México sólo pueden ser servidas por Telmex. En el sentido económico, ha usado su control de interconexión para eliminar a la competencia, a tal punto que detenta más del 96 por ciento del mercado de líneas fijas en México. Ha procedido a eliminar a la competencia, a tal punto que está cobrando más a las empresas competidoras de telecomunicaciones que a sus usuarios finales. Telmex ha aprovechado su monopolio en las áreas de servicio local para imponer los cobros y costos más altos a los mexicanos más pobres y necesitados –los que quieren comunicarse con sus familiares que trabajan en el exterior–. Marcatel busca competir en esa área, ofreciendo mejores precios, pero no los dejan.

Está muy claro. Slim no genera riqueza, acumula riqueza al vaciar los bolsillos de los ciudadanos.

Otros países tienen monopolios de una índole u otra, pero en todos los casos, menos en México, el Estado controla la actuación de los monopolios para evitar situaciones depredatorias. En México, el Estado no ha hecho nada significativo para proteger la competencia y promover una situación de más servicios a precios más bajos. El resultado es desastroso; los mexicanos pagan más para sus comunicaciones que casi cualquiera de nuestros socios en la OECD (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), y los mexicanos más pobres pagan los precios más altos para comunicarse con sus familiares en el exterior. La riqueza, el poder y los márgenes de Telmex son pagados por los ciudadanos mexicanos. ¿Qué hace Telmex con esos abultados e injustos fondos? Slim saca este dinero de México para expandir su imperio comercial en América Latina –acaban de anunciar que este año invertirá, Slim, según la declaración pública, 750 millones de dólares en Telcel, y 3 mil millones en otros países de América Latina.

Telmex y el abuso de su monopolio son un lastre sobre el desarrollo de nuestro país. Es por eso que molesta esta declaración de Slim, de que no es monopolio, al hacerla en el Foro por un México Sin Pobreza, realizado en los últimos días de noviembre. La ironía se extralimita, y lo dicho confirma la agudeza de Joseph Goebbels, el propagandista de Hitler, quien dijo: “Si dices una mentira suficientemente grande, y lo repites suficientemente, la gente lo va a creer. La mentira se puede mantener durante el tiempo que el Estado disimule las consecuencias políticas y económicas de ella”. O como dijo Stalin: “Miente, miente, miente, que algo quedará”.

Decir y repetir que Telmex no es monopolio es una gran mentira. Esta aberración no solamente es tolerada por el Estado, si no que el mismo Estado lo propaga. Pedro Cerisola, exempleado de Slim, que fue recomendado y colocado como titular en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes por el propio Slim, dijo lo mismo durante el manso sexenio de Fox.

Cree el famoso ingeniero que México está poblado por un rebaño de retrasados mentales, o ¿el ingeniero no ha entendido todavía lo que es un monopolio? Será, como dicen, ¿los toros se ven distintos desde la barrera? ¿Será, que cuando se tiene un monopolio y se ejerce su poderío monopólico, la perspectiva de la verdad se pierde y él mismo se engaña para apaciguar su conciencia o a estas alturas se pierde hasta la conciencia? Prefiero pensar que pretende engañarse a sí mismo que pensar que es tan inocente.

Sin embargo, no le gusta a Carlos Slim cuando la bola está del otro lado. Al enfrentar una situación similar a lo que él propaga en México, hace unos años, Slim se quejó de la situación en Chile, y declaró “que en Chile le cambiaron las reglas del juego y que mientras haya que pagar una cantidad excesiva por interconexión (a las otras empresas telefónicas), su participación en el mercado local será marginal”.

Por otra parte, ¿por qué Forbes lo clasifica como el sexto hombre más poderoso de la tierra? ¿Pretende la prestigiada revista ofender al presidente o provocarlo? ¿O será cierto? A juzgar por la pasividad de las autoridades, ante las atrocidades que el monopolio despliega impunemente frente a la competencia, es de analizarlo cuidadosamente.

El monopolio de Slim es un cáncer que ha invadido a México con pronóstico de convertirse en una peligrosísima metástasis, no solamente para las telecomunicaciones, sino para el sano desarrollo político, social, democrático y económico del país. No estamos muy lejos de una situación en la cual los intereses particulares de Slim se podrán poner por encima de las necesidades e intereses de la nación y la sociedad mexicana. Los ingresos monopólicos de Telmex han sido utilizados para establecer dominancia sobre la Bolsa Mexicana de Valores. No es saludable que el índice, que debería reflejar el comportamiento del sector empresarial de toda la economía, reflejara los intereses de un solo grupo. Si no se extirpa a tiempo este cáncer, luego será demasiado tarde y los daños serán irreparables, aunque a estas alturas sabemos que ya son demasiado costosos, pero aún estamos a tiempo.

Si se pretende impulsar el crecimiento económico y mejorar la competitividad nacional, esto no será posible bajo condiciones de un monopolio asfixiante. La frase, acuñada por las huestes del ingeniero, “lo que es bueno para Telmex es bueno para México” habrá que desterrarla y sustituirla por “lo que es bueno para el monopolio es nocivo para México”.

El presidente Calderón se ha propuesto acertadamente romper los cárteles de la droga, pero se le pasó proponerse acabar con el cártel del monopolio de Telmex que ha perjudicado más al bienestar nacional, aunque, hay que reconocer que ha manifestado, en multitud de ocasiones, que hay que apoyar las tres “C”: Competencia, Cobertura y Convergencia, sólo que sus colaboradores, haciéndose los sordos y viendo para otro lado, han tolerado la práctica monopólica con la negación a actuar, el retraso a aplicar la ley, permitir la degradación del servicio y tolerando la aplicación monopólica del dumping de los precios sin inmutarse. Esto lo he denunciado públicamente en México y en el extranjero.

Ante la pasividad y complacencia de las autoridades, hemos sobrevivido, hasta ahora, gracias a la protección del Poder Judicial que todavía aplica la ley.

En mi opinión, el poder del Estado es hoy aún mayor que el poder del monopolio, aun cuando Forbes ubique el poder del ingeniero muy por encima del poder del presidente. Yo personalmente no lo creo por varias razones: primero, porque sé que en el momento que el presidente se decida pondrá las cosas en orden; segundo, porque en sus iniciativas, como el Plan Chapultepec, nadie le hizo caso y fue un fracaso y, tercero, porque para ejercer el poder se necesita un liderazgo y el liderazgo requiere el respeto de la comunidad. De todas maneras, el poder puede crecer y más vale actuar ahora, más tarde ¿quién lo puede predecir?

La visión de Marcatel es invertir en México para llevar los servicios de telefonía e internet a todos los mexicanos, incluidos principalmente los que viven marginados en las áreas rurales; pero el monopolio no nos deja y las autoridades sólo miran. En cambio, el monopolio toma el dinero de los mexicanos para invertirlo en el extranjero empobreciendo más a México. Nuestro grito es: ¡Que nos dejen competir! Si el monopolio no lo va a hacer, pues nunca lo ha hecho, que se haga a un lado y nos deje trabajar. Que la autoridad actúe y controle. Que use el poder del Estado para limitar al monopolio con toda su jauría de abogados y sus múltiples y experimentadas triquiñuelas y que fomente la competencia y el servicio al consumidor y, si estas restricciones no funcionan porque no se acaten, que opte por la ruptura en vez de la complacencia cobarde, humillante, perversa y nociva.

Hasta hoy, no hay aplicación de un régimen regulatorio. La autoridad, acomplejada ante el poderoso monopolio ha creído que su función es mediar y tratar de conciliar entre las empresas y el monopolio, olvidándose que ésa no es su función, su responsabilidad es regular, hacer cumplir la ley y fomentar el bienestar de los consumidores y, consecuentemente, elevar la competitividad del país a niveles internacionales.

Ya basta de burlas, como sus desafortunadas declaraciones ante el Foro, ya basta de impunidades, ya basta de complacencias ¿Qué esperan? ¿Que el país se desmorone para actuar?

*Presidente de Marcatel

Ser o no ser

Al cierre de esta edición, Javier Mondragón, apoderado jurídico de Telefónica, aseguró que “el servicio que ofrece Telmex no es de interconexión, es de larga distancia nacional; por ello no están obligados a darlo”. Mondragón, con esta declaración, dijo que la telefónía no es dominante, pero que sí es monopolio y que no solamente lo es, sino que ejerce a voluntad su poder monopólico. Esto contradice las declaraciones de Slim cuando negaba, sin sustentarlo, que no tenía monopolio. Por otro lado, el mismo Mondragón parece desconocer los contratos de interconexión y reventa, declarada interconexión por las autoridades, que han firmado con los operadores. (Nota del autor)


No hay comentarios.:

Publicar un comentario