Alberto Aziz Nassif
Con las debidas precauciones de comparar casos regionales con el proceso nacional, las elecciones en Michoacán tienen varios mensajes importantes para los partidos políticos. Los comicios del domingo pasado son una pequeña muestra de los vicios y problemas que tienen las elecciones mexicanas. La miscelánea de piezas se integra por la rigurosa y generalizada compra del voto, la guerra sucia, el poco espacio para el debate y la deliberación, el tráfico de programas sociales estatales y federales, los apoyos de gobernadores y del nivel federal y, para completar el cuadro, queda una jornada electoral que cierra con tres candidatos que proclaman su triunfo.
Las lecciones de Michoacán son importantes y están diferenciadas. No hay que dejar de lado que la ciudadanía, a pesar del clima de inseguridad y violencia, salió a votar en una proporción superior a sus niveles históricos desde que hay alternancia y elecciones competidas. Más de un 54.2% de los electores ejerció su derecho, lo cual es positivo. Además, lo hicieron para cambiar de partido en el gobierno, con lo cual la elección tiene rasgos de evaluación. La alternancia es un mecanismo que sirve para generar cambios de expectativas y de políticas, o al menos de estilos de gobierno. El perfil de los candidatos también fue importante. Hay políticos más creíbles que otros, que generan confianza y hacen una buena campaña. Es posible que los mensajes de reconciliación del candidato del PRI, junto con sus buenas credenciales como alcalde de Morelia, hayan producido una mayor confianza en los electores. El PRI gana una posición más rumbo al 2012; parece que a Fausto Vallejo no le afectó el moreirazo.
El mensaje para el PRD es múltiple. No se puede tener un gobierno mal evaluado, con niveles de inseguridad y problemas de desarrollo y, al mismo tiempo, ganar las elecciones. Ese partido tendrá que hacer un balance de su derrota y de su candidato porque pasó de partido gobernante a ser tercer lugar. Un mal gobierno en un contexto altamente competido produce un resultado negativo. En contextos menos competidos, como sucedió en Chihuahua, el PRI se pudo dar el lujo de tener un desastre de gobierno, las peores cifras de inseguridad en el país y volver a ganar, porque su contrincante era poco competitivo. Pero con rivales fuertes y liderazgos posicionados, la evaluación de un mal gobierno lleva a una derrota.
El PRD ha perdido tres de sus bastiones importantes. Antes de Michoacán fue derrotado en Zacatecas y en Baja California Sur. Además del gobierno, cuenta mucho el partido, su imagen, la unidad interna y la certeza que ofrece. No se pueden obtener buenos resultados electorales, ni en los bastiones históricos y simbólicos, con un partido que no genera la suficiente confianza. La destrucción de bastiones del perredismo es una pésima noticia, sobre todo ahora que está por iniciarse el proceso de las elecciones presidenciales. Todos los pleitos, divisiones e irresponsabilidad de sus dirigentes son puntos negativos para el 2012. No se puede ganar sólo con un buen candidato a la Presidencia, se necesita también un partido fuerte, unido y que dé certeza a los ciudadanos.
Los otros focos rojos son para el PAN, que había depositado amplias expectativas de triunfo. Al panismo no le alcanzó el apoyo de la federación, ni su alianza con el partido de Elba Esther Gordillo —que en Michoacán no es una fuerza que defina el resultado— ni el hecho de que la candidata, a la que no se le pueden desconocer méritos propios, sea hermana del Presidente de la República. La famosa Cocoa, Luisa María Calderón, se quedó 2.7% debajo del candidato ganador, Fausto Vallejo. Sin duda, un resultado muy cerrado, pero que se traduce en miles de votos. El clima inflado sobre su victoria no resultó consistente. Peña Nieto debería tomar nota.
Si en algún momento se pensó que Michoacán sería la punta panista para iniciar el camino de conquista del 2012, ahora se sabe que no será así. Si se llegó a pensar que esos comicios serían una confirmación simbólica de que la estrategia de seguridad de Calderón tenía apoyo (en ese estado se inauguró la estrategia militar contra el narcotráfico), con los resultados preliminares (99.3%) hoy se sabe que los michoacanos no respaldan en su mayoría la estrategia, ni a la candidata del PAN.
Muy rápido se lanzó el panismo a cantar una victoria que no tenía, muy pronto festejó y ahora debe explicar a los ciudadanos por qué perdió. El mensaje para el panismo es reiterativo: la estrategia del gobierno federal no funciona, los ciudadanos no la quieren y no sirve para ganar votos. Cualquiera que vaya a ser el candidato del PAN para el 2012 tendrá que cargar con el estigma de la guerra de Calderón. En suma, focos rojos para el PAN y el PRD…
Investigador del CIESAS
José Antonio Crespo
PRD: encuesta y ganador
Se supone que en las próximas horas o días se dará a conocer, a partir de las encuestas levantadas hace poco, quién está mejor posicionado para contender por el PRD en 2012; si Andrés Manuel López Obrador o Marcelo Ebrard. Se supone también que la decisión de adelantar tanto esa decisión responde a que la fecha límite para registrar coaliciones es el 18 de noviembre, y que se forme una coalición de izquierda depende de quién sea el candidato (el PT ha dicho que irá con López Obrador, pues Marcelo es aún un joven imberbe e inexperto, que promete mucho pero hoy por hoy está muy verde). De ahí la premura de sacar un candidato mucho antes de que lleguen los tiempos para ello. Pero de esa misma explicación se infiere que si López Obrador no resultara ser el mejor posicionado según las encuestas, entonces no habría coalición, pues el PT y quizá ex Convergencia se irían por su lado con López Obrador. Pero de eso mismo también se infiere que si López Obrador no es favorecido por las encuestas, no respetaría lo que muchas veces ha dicho en sentido de que levantaría la mano a Ebrard y se iría con él como candidato único de la izquierda. Si así fuera, ¿qué prisa por determinar desde ahora al candidato? ¿No sería más adecuado registrar como sea la coalición entre PRD, PT y ex PC, sobre la seguridad de que todos irían con el abanderado designado una vez concluida la precampaña?Hay desde luego varias incógnitas en el aire. ¿Qué pasará si las dos encuestas marcan un ganador distinto, o hay un empate técnico, donde la distancia entre ambos aspirantes es menor que el margen de error? Probablemente habría que esperar a otro momento para definir candidato o cambiar el método para hacerlo. Me parece que la premura con que se hace el ejercicio para determinar al candidato perredista no favorece a Ebrard, pese a que finalmente se aceptó aplicar las preguntas a todo el universo de votantes, y no sólo los alineados por la izquierda. Y es que, en primer lugar, es lógico que López Obrador tenga más reconocimiento de nombre tras haber sido el candidato presidencial en 2006. Mientras más tarde se hiciera la encuesta, más probabilidades tendría Marcelo de darse a conocer mejor, y eventualmente de atraer más simpatizantes. Los debates que se ofrecieron, y por falta de tiempo se suspendieron, hubieran podido también ser una plataforma muy benéfica para Ebrard. Por supuesto, no creo que necesariamente después de la precampaña legal y los debates Marcelo tendría que ser el inevitable ganador. Pero sí que hubiera tenido más oportunidades de desplegar lo que puede ofrecer. Ese puede entonces ser un error del PRD; definir candidato cuando no ha habido suficiente discusión y exposición de los contendientes puede llevar a una mala elección, y designar al menos competitivo.
Pero además están los criterios para determinar al más competitivo de los candidatos. Sabemos algunas de las preguntas que se habrían incorporado al cuestionario, pero no conocemos todas ellas ni los criterios para interpretarlas. A partir de tales preguntas se determinará quién es el más competitivo hoy, pero probablemente no se tomen en cuenta los indicadores que proyecten al más competitivo al día de la elección.
Es decir, una encuesta puede arrojar elementos para determinar qué candidato tiene más posibilidades de crecimiento, y cuál está mejor posicionado para atraer al voto útil. Sin un importante segmento del voto independiente y del voto útil, difícilmente se puede ganar. Esa proyección suele hacerse a través del saldo de preferencias e intenciones de voto, restando el porcentaje de quienes dicen que votarán por un candidato del relativo a quienes jamás votarían por él.
En principio, el mejor posicionado sería quien tuviera un saldo positivo más amplio. Pero también las encuestas pueden indagar la segunda preferencia de los electores, y presentar incluso un escenario donde, por ejemplo, Enrique Peña Nieto va a la cabeza seguido por el candidato del PRD (López Obrador y Ebrard, en pregunta separada). Hay algunas encuestas que, por ejemplo, sugieren que de ir el PRD en segundo lugar, un número significativo de panistas votarían por Marcelo como voto útil contra el PRI, pero mucho menos en el caso de López Obrador. Bajo esos indicadores, parecería claro que el candidato con más potencial (que no necesariamente es lo mismo que el mejor posicionado meses antes de la elección) podría ser Ebrard. Pero si las encuestas no se lo preguntan, no lo dirán.
cres5501@hotmail.com
Facebook: José Antonio Crespo Mendoza
Investigador del CIDE
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