1/01/2012

Princesas Caídas, de la Fantasía Rosa a las Posibilidades Terrenales


Escrito por

Celeste Ramírez

Imagen de la exposición "Fallen Princesses" (Princesas Caídas) de Dina Goldstein, en la que recrea lo que ocurriría en el mundo real con las Princesas Disney. En este caso, una Cenicienta presa del alcoholismo.

De la mano de su madre llegaba puntual a la función de las cuatro de la tarde al emblemático cine Continental para disfrutar la película de su princesa favorita. Después de pasar a la dulcería y a los mini baños de la “Casa de Disney” se sumergía en la semioscuridad de la sala donde un proyector lanzaba bocanadas de luz y sombra.

A ras de la butaca y con el pastillero “Pez” en la mano esperaba ansiosa que pasara el Noticiero Continental con alguna crónica o breves documentales como la boda de María Félix con Jorge Negrete o sobre alguna recepción que ofrecían los Kennedy.

Después del trance noticioso en blanco y negro, apoltronada en su lugar no había más mundo que el tecnicolor de la joven doncella que termina casándose con un hermoso príncipe azul.

Como en aquel entonces existía la permanencia voluntaria, ella y su pacientísima madre se quedaban a ver otra vez la película. O si el tiempo apremiaba, tenía la promesa, siempre cumplida, de que regresarían.

En esa temporada -cuenta la historia familiar- a ella le dio por ver hasta diez veces la misma película. Sus crueles hermanas hicieron huelga por tal exceso y rechazaron acudir al Continental a ver cualquier tipo de filmes sobre princesas.

Corrían los años setenta, una época en la que no existía el DVD o toda la mercadotecnia alrededor de la fantasía Disney. La oferta era mínima, en el segmento de princesas sólo había tres: Blanca Nievas, Aurora –Bella durmiente- así como la Cenicienta. Eran pocos los artículos para comercializar, a lo sumo los libros ilustrados o el disco LP con el cuento incluido. Y los vestidos de princesa para los cumpleaños y los festivales de la escuela, las mamás los mandaban a confeccionar con la costurera de confianza.

Hoy es apabullante la mercadotecnia en torno al tema. Han surgido nuevas princesas, algunas adecuadas a la exigencia a los tiempos modernos. Se ampliaron el abanico de oferta con personajes e historias para todos los gustos. Pero siembre en torno al estereotipo que ha marcado a generaciones enteras.

Hoy existe una fuerte influencia de la marca Princesas Disney sobre la audiencia infantil. Estudios señalan que las niñas, por lo menos, ven 40 veces el DVD de su princesa favorita. De acuerdo a cálculos para la compañía Disney, el segmento genera ventas por más de 4 mil millones de dólares alrededor del mundo. Y, al ser una de las marcas de mayor crecimiento, seguirá en expansión.

Entre otros números se calcula la edición de más de 4 mil libros basados en las historias de las princesas Disney en más de 90 países, con alrededor de 142 millones de libros vendidos en los últimos cinco años.

Frente al exorbitante mercado y la percepción que genera en las niñas, la artista canadiense Dina Goldstein dio a conocer este año la exposición fotográfica Fallen Princesses (Princesas Caídas) donde a través de fotografías imagina y recrea hipótesis sobre las protagonistas tiempo después del clásico “vivieron felices comiendo perdices”.

De la fantasía rosa a posibilidades terrenales, la artista concibe a Bella obsesionada por las cirugías plásticas; al personaje de la Sirenita, la lleva al escenario de la trata de personas. A Caparucita Roja la ubica entre comida chatarra. La rubia Rapunzel pierde su larga cabellera a causa de la quimioterapia. Y a Jazmín la inserta en un ambiente de guerra. La pobre Cenicienta se encuentra presa del alcoholismo; Aurora, de la Bella Durmiente, se encuentra abandonada en un hospital geriátrico, víctima de la narcolepsia.

De acuerdo con entrevistas otorgadas a diferentes medios, la artista, que ha recibido diversas críticas por romper estereotipos y púberes ilusiones, imaginó la serie fotográfica a partir de que sus hijas se aficionaron a las historias de princesas. Su intención creativa, dijo, fue “situar a las princesas en un entorno realista y actual”.

Hoy, el Cine Continental se encuentra en ruinas. Y ella nunca volvió a ver la película de su princesa favorita, el tiempo le mostró lo divertido que pueden ser los hombres de que azul sólo tienen el color de sus vaqueros.

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