Gerardo Fernández Casanova
(especial para ARGENPRESS.info)
“Que el fraude electoral jamás se olvide”
Expreso mi sincero agradecimiento a los miembros del Tribunal Electoral de la Federación por el servicio prestado a la patria, cumplieron su cometido y lo hicieron con creces. Cumplieron cabalmente la tarea de recordarnos que sus “instituciones” son una propiedad particular del pequeño club de los dueños del poder y de nadie más; que quienes pretendan, con afán democrático, apelar a ellas en busca de justicia están equivocados y sólo merecen el dictamen de la negación.
Además, lo hicieron con lujo didáctico, sin edulcorar la píldora con engaños, sino con exceso de rudeza “para que aprendan a respetar”. Menos mal, por lo menos nos debe quedar claro que la vía electoral está cancelada, en tanto que se mantenga el régimen de propiedad privada de las instituciones. El anhelo de un México justo tendrá que correr por otro camino. Muchas gracias por la enseñanza, espero no volver a molestarlos con impertinencias.
Lo importante ahora es idear ese otro camino. Desde luego no es el de la resignación y el acomodo servil a la voluntad del patrón; sería renunciar a nuestra condición de hombres y mujeres libres. Tampoco el tan soñado camino de las armas al estilo decimonónico; es abismal la asimetría en capacidad de violencia y muy escasa la voluntad social para emprenderlo; sólo consolidaría la represión; la vía tiene que ser pacífica. Se antoja pensar en la desobediencia civil, cuya expresión eficaz es la abstención del pago de impuestos, pero el grueso de la población no está en posibilidad de ejercerla por su condición cautiva: los impuestos le son descontados del salario o le son cargados en el consumo. La toma de las calles y las manifestaciones de protesta, incluida la huelga de hambre, han perdido eficacia; el régimen tiene todo el tiempo para soportar manifestaciones y toda la fuerza mediática para descalificarlas, en tanto que el que protesta también tiene que trabajar y que comer, además de soportar la diatriba de los particulares que se ven afectados; esta vía sólo puede ser complementaria de algo más eficaz. Hasta aquí la consideración de los negativos, aunque hay muchos más.
Retomo la socorrida frase, creo que de Benito Juárez, que tanto repite López Obrador: “Sólo el pueblo puede salvar al pueblo. Sólo el pueblo organizado puede salvar a la Nación”. Lo importante es convertir la frase en hechos: crear el verdadero poder popular y hacerlo desde el pueblo mismo y en contradicción con el gobierno y a despecho de sus limosnas. Si algo debilita al emperador es la independencia de sus súbditos, no sólo la desobediencia sino la desconexión; el autogobierno, la democracia directa, la economía popular solidaria, la salud y la educación autosustentables, la seguridad autónoma y la justicia comunitaria, entre muchas otras formas en que la gente puede tomar en sus manos el destino sin esperar a la solución del gobierno.
Por ejemplo: hemos renunciado al poder de consumir; lo hemos sometido al dictado del gran comercio y de la publicidad enajenante. No es cosa de decirle a la gente que no consuma tales o cuales artículos ni que compre o deje de comprar en tales tiendas, sino de ejercer la resistencia mediante la solidaridad y el mutuo beneficio. Nadie puede impedir que constituyamos cooperativas de producción, de consumo y de ahorro. Es cosa de convertir el coraje y la frustración ante la imposición gubernamental en energía para la construcción de alternativas válidas.
Se requiere impulsar la iniciativa popular organizada para la promoción y la defensa de intereses legítimos, comenzando por los más inmediatos. Crear el poder popular en el laboratorio de las experiencias exitosas del ejercicio democrático directo.
Sólo el poder popular podrá desterrar los gobiernos espurios, primero con la independencia y luego legalizándolo por la vía electoral. La regeneración de México pasa por la construcción de pueblo.
Estaré el próximo domingo en la asamblea convocada por AMLO. Espero que asuma el liderazgo en el esfuerzo de la independencia.
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