9/08/2012

La doctrina del shock, política de Estado para someter a la sociedad



José Francisco Gallardo R. / Reflexiones de un general posdoctorado
generalgallardo@yahoo.com.mx

Un estado de shock no es sólo lo que nos sucede, cuando algo malo pasa, es lo que nos pasa cuando perdemos nuestra narrativa, cuando perdemos nuestra historia, cuando nos desorientamos. Lo que nos mantiene orientados, alertas y sin shock es nuestra historia.
Así en un periodo de crisis como en que estamos, es un buen momento para pensar en la historia. Para pensar en la continuidad, en las raíces. Es un buen momento para colocarnos en la larga historia de la lucha humana. La “terapia de shock” se nutre de estrategias de marketing, propaganda y falsificación de datos, tratando de demostrar que el mercado libre es la única vía para escapar de la decadencia económica y de la pobreza masiva. Pero el consenso tiene que ser conquistado electoralmente, aun si eso puede llegar a retardar el ritmo de las “reformas”.
Para remover ese obstáculo hay una estrategia bien probada durante la “guerra de la deuda” en América Latina: crear el pánico, para luego presionar a fin de que se adopten “terapias” económicas neoliberales. El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional se convierten, entonces, en instituciones supranacionales adaptadas al objetivo de limitar la soberanía popular y privar a los gobiernos nacionales de cualquier autonomía de decisión. Los programas económicos son, pues, confeccionados en Washington, pero su aplicación in situ viene garantizada por personal político “fiel a la línea”. (La doctrina del shock, Naomi Klein).
Así las cosas, en mayo de 2009, circulaban dos mitos geniales sobre México y el virus de la influenza humana AH1N1: Felipe Calderón alertó con rapidez a las autoridades sanitarias mundiales de la existencia del nuevo virus, lo que habría permitido mitigar los efectos de éste a nivel mundial (en su versión más chabacana, esta versión habla incluso del papel heroico y de defensor de la humanidad que asumió nuestro país en esta batalla contra el virus).
México está siendo castigado injustamente por la comunidad internacional por haber mantenido informado al mundo, de manera abierta y transparente, sobre la evolución del brote epidémico en nuestro país.
En ese tiempo en que se anunció el brote de influenza, se discutían reformas sobre los recursos energéticos del país, el motivo: “En México ya no existen mantos de petróleo”. (Cuando escribo esta entrega el gobierno anuncia el descubrimiento de grandes yacimientos petroleros frente al estado de Tamaulipas).
En días pasados, el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria informó que inició la repoblación de gallinas ponedoras en unidades avícolas vacías, previamente sanitizadas, tras resultar afectadas por el brote de influenza aviar AH7N3, por lo que mensualmente ingresarán 5 millones de aves con las que se restituirá paulatinamente la producción de huevo.
Paralelamente, inició a partir de la última semana de agosto la segunda etapa de vacunación con 90 millones de dosis, de acuerdo con el más reciente reporte de sanidad, que precisa que se han sacrificado 10.9 millones de aves del 19 de junio al 20 de agosto pasados. Por otro lado, recordó que en la primera etapa se aplicaron 88.3 millones de vacunas para inmunizar a las aves y mantener su capacidad productiva en las granjas.
En consecuencia el anuncio del sacrificio millonario de aves, si fuera así los avicultores ya estuvieran llorando al gobierno para que los rescataran, pero nada de eso sucedió, más bien el anuncio de estos acontecimientos tiene que ver con la decisión del gobierno de Calderón de elevar el precio de un producto básico de la canasta alimenticia que en esta administración se ha elevado más del 100%.
En este contexto de temores, pánicos y presiones que articula la doctrina del shock, tiene por objeto someter a la sociedad en un estado de confusión y de miedo para que acepte las reformas constitucionales sobre los energéticos, se conforme con la resolución que califique las elecciones presidencial, distraiga la responsabilidad de Calderón sobre los crímenes de lesa humanidad cometidos en su lucha contra las drogas, y acepte el alza del precio del huevo; aquí también el gobierno está preocupado por la alimentación de los mexicanos.
En resumen, el gobierno utiliza la doctrina del shock para someter a la sociedad a través del miedo, para que acepte políticas que de otra manera no podría aceptar.

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