Empresarios
y analistas que consideran positiva la reforma laboral en la parte
aprobada originalmente en la Cámara de Diputados recomendaban a los
panistas aprobarla como llegó al Senado, lo que en sí mismo
representaba un avance importante. De modificar la minuta para
introducir cambios en materia de transparencia y democracia sindicales
—sostenían— se correría el riesgo de que, una vez en la Cámara de
Diputados, ésta podría quedar congelada —tras la advertencia explícita
de los priístas en ese sentido—. Decían que más valía dejar por lo
pronto las cosas como estaban en ese terreno y después buscar la
transparencia y democracia sindicales. No por cuestión de principios,
sino de eficacia política. Advertían que la izquierda apoyaría los
cambios sugeridos por el PAN en el Senado con el propósito de que, una
vez devuelta la minuta a la Cámara Baja, la iniciativa podría quedar en
la congeladora o ser modificada significativamente.
Y es que a los partidos de izquierda no les agrada en absoluto lo aprobado en materia de flexibilización laboral. Es decir, el PAN se arriesgaba a tirar por la borda 80% de la iniciativa de Felipe Calderón ya aprobada por los diputados, con tal de ir por la parte restante, sobre democracia sindical. Dijeron los panistas que preferían correr el riesgo que dejar el autoritarismo sindical intacto. Así lo hicieron. Sorprendentemente, el PRI aceptó validar algunos puntos en ese mismo rubro, lo que generó entusiasmo y expectativas de que la reforma saldría, y mejor de lo pensado. Sin embargo, Manlio Fabio Beltrones anuncia que, una vez perdido el carácter preferente de la iniciativa en cuestión, y ya sin prisas, su partido procederá a revisar con más calma la reforma para limar algunos aspectos y equilibrar otros (de corte radical, dice). Los panistas, en cambio, consideran que el carácter preferente no se pierde, por lo que la Cámara Baja tendría quizá otros 30 días para aprobarla o modificarla. Pero al no estar reglamentada esta figura, seguramente prevalecerá la tesis de que se pierde el carácter preferente.
Y es que a los partidos de izquierda no les agrada en absoluto lo aprobado en materia de flexibilización laboral. Es decir, el PAN se arriesgaba a tirar por la borda 80% de la iniciativa de Felipe Calderón ya aprobada por los diputados, con tal de ir por la parte restante, sobre democracia sindical. Dijeron los panistas que preferían correr el riesgo que dejar el autoritarismo sindical intacto. Así lo hicieron. Sorprendentemente, el PRI aceptó validar algunos puntos en ese mismo rubro, lo que generó entusiasmo y expectativas de que la reforma saldría, y mejor de lo pensado. Sin embargo, Manlio Fabio Beltrones anuncia que, una vez perdido el carácter preferente de la iniciativa en cuestión, y ya sin prisas, su partido procederá a revisar con más calma la reforma para limar algunos aspectos y equilibrar otros (de corte radical, dice). Los panistas, en cambio, consideran que el carácter preferente no se pierde, por lo que la Cámara Baja tendría quizá otros 30 días para aprobarla o modificarla. Pero al no estar reglamentada esta figura, seguramente prevalecerá la tesis de que se pierde el carácter preferente.
¿Todo
esto quiere decir que irá a la congeladora, con lo cual el PRI estaría
cumpliendo la amenaza vertida en el Senado? Probablemente no. Lo más
lógico es pensar que, ya que de cualquier manera se modificó la minuta
en el Senado, bien vale la pena retrasar un poco la reforma laboral con
algunas nuevas modificaciones sugeridas por el PRI, para que sea
aprobada durante la gestión de Enrique Peña Nieto y bajo manufactura
más tricolor que blanquiazul. Difícilmente el PRI permitiría semejante
triunfo a Felipe Calderón y el PAN. Por su parte, los panistas apuestan
a que la reforma sea aprobada ya sin cambios y en poco tiempo,
reproduciendo el bloque que votó por la democracia sindical en todos
sus términos: PAN, PRD, MC, PT y Panal. Y es que la bancada del Panal,
de 10 diputados, resulta ser en este caso el fulcro de la balanza, el
partido bisagra, pues dependiendo de para dónde se incline se forma la
mayoría absoluta de estos dos bloques (para este tema). El razonamiento
es que si la senadora de ese partido, Mónica Arriola, se sumó a los
cambios en democracia sindical lo mismo harán en la Cámara Baja los
diputados de ese partido. Con lo que se podría en efecto generar una
mayoría contraria al PRI-PVEM.
Sin
embargo, la izquierda ha secundado a Beltrones en el sentido de que, al
perder el carácter preferente la iniciativa, habrá que analizarla con
más calma, con lo que seguramente esperan, si no echar atrás la reforma
como quisieran, sí modificarla de manera significativa en lo que hace a
las condiciones de contratación y despido. En resumen, la alianza
PRI-PAN (el PRIAN) en la Cámara Baja se rompió en el Senado al aliarse
el PAN con la izquierda y, una vez la iniciativa de regreso en la
Cámara Baja, podría activarse la alianza PRI-PRD para modificar lo
logrado originalmente en materia laboral. E incluso podrían echarse
abajo también otros de los modificados en el Senado en democratización
sindical. Al parecer, tenían pues razón quienes advertían del enorme
riesgo de los senadores panistas al cambiar la minuta, pues se podría
perder al menos una buena parte de lo ya ganado en materia de
flexibilidad laboral, quitando al mismo tiempo una importante victoria
a Calderón.
-->cres5501@hotmail.com
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Investigador del CIDE
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