En la clausura del 57º periodo de sesiones de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, ONU Mujeres celebra el resultado de la reunión. Las conclusiones convenidas son un testimonio del compromiso de los Estados Miembros de hacer lo correcto, prevenir y eliminar la violencia contra las mujeres y niñas. Durante las últimas dos semanas, en una reunión en Nueva York, así como en la etapa previa a este periodo de sesiones, hemos presenciado el compromiso y la movilización mundiales, la notable defensa por parte de la sociedad civil, y el liderazgo decidido de muchos Estados Miembros. Las expectativas que las mujeres y las niñas del mundo habían depositado en esta reunión de la Comisión eran muy altas.
La violencia contra las mujeres es un problema universal que necesita una respuesta universal, respuesta que ha recibido ahora. La violencia adopta diversas formas en todos los países y en todos los contextos; perjudica a las mujeres, sus familias y comunidades, pone trabas al desarrollo, y supone un costo de miles de millones de dólares cada año a los países en concepto de atención sanitaria y pérdida de productividad. En 2003, cuando la Comisión asumió el tema de la violencia contra las mujeres y los derechos humanos, los Estados Miembros no fueron capaces de alcanzar un acuerdo. Por ello, me parece especialmente alentador que se haya alcanzado un acuerdo este año para poner fin a la violencia contra mujeres y niñas. Este acuerdo se une a las voces que se alzan en todo el mundo y gritan ¡basta ya!.
El documento aprobado por la Comisión condena de la forma más enérgica posible la violencia generalizada contra mujeres y niñas, e insta a prestar una mayor atención y tomar medidas más ágiles a favor de la prevención y la respuesta. ONU Mujeres aplaude el papel central de la prevención, también a través de la educación y la generación de conciencia, y la lucha contra las desigualdades de género en los ámbitos político, económico y social. La mejor manera de poner fin a la violencia contra las mujeres es asegurar que, en primer lugar, no llegue a ocurrir.
El documento resalta la importancia de implementar servicios multisectoriales para las sobrevivientes de la violencia, incluyendo apoyo y asesoramiento sanitario y psicológico, así como ayuda social a corto y largo plazo. Asimismo, hace hincapié en la necesidad de contar con servicios que protejan el derecho a la salud sexual y reproductiva. El castigo a los agresores también se subraya como una medida fundamental para acabar con la impunidad, al igual que la necesidad de mejorar la base de pruebas y la disponibilidad de datos para aportar información a una respuesta efectiva.
Con la aprobación de este documento, los gobiernos han dejado claro que la discriminación y la violencia contra mujeres y niñas no tienen cabida en este siglo XXI, y han reafirmado su compromiso y responsabilidad de llevar a cabo medidas concretas para poner fin a la violencia contra mujeres y niñas y promover y proteger los derechos humanos de las mujeres y sus libertades fundamentales.
El acuerdo es un paso más hacia el respeto de los derechos y la dignidad de mujeres y niñas. Pero nuestro trabajo no termina aquí. Queda mucho por hacer. Ha llegado el momento de que las palabras se acompañen con hechos, con acciones. Ha llegado el momento de la implementación y la rendición de cuentas. Debemos seguir avanzando con valentía, convicción y compromiso.
ONU Mujeres, junto con nuestros socios del sistema de las Naciones Unidas, seguirá promoviendo los derechos de las mujeres y las niñas a través de un apoyo firme y coordinado. Trabajaremos con los Estados Miembros a fin de que las conclusiones convenidas de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer se traduzcan en resultados concretos para las mujeres y las niñas.
Miraremos hacia el futuro aprovechando los acuerdos internacionales sobre derechos de las mujeres alcanzados a lo largo de muchos años, tal y como se articulan en la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, la Plataforma de Acción de Beijing, el Programa de Acción de la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo, y otros acuerdos y tratados.
No hay vuelta atrás. Seguiremos avanzando hasta el día en el que mujeres y niñas puedan vivir sin miedo, violencia ni discriminación. El siglo XXI es el siglo de la inclusión, el siglo en el que las mujeres deben disfrutar plenamente de igualdad de derechos y participación.
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