Lydia Cacho
Imagine un evento cultural en México al que en menos de una semana asisten 701,857 personas. Imagine a 157,000 niños y niñas pululando entre los pasillos, corriendo para conocer y escuchar en viva voz a una escritora o un dibujante. Ese evento no es en la ciudad de México, ombligo del mundo intelectual, sino en Guadalajara que pasó de ser la capital del mariachi a la capital de la literatura.
La Feria Internacional del Libro (FIL) fue fundada por la Universidad de Guadalajara hace 25 años, pero hace diez comenzó su verdadera transformación, cuando Nubia Macías tomó las riendas para convertirla en uno de los más importantes y prolijos proyectos culturales producido en México. El liderazgo de Nubia fortaleció el impulso internacional de la FIL para que los libros en español sean tomados en cuenta por agentes literarios y editoriales de todo el mundo; para que autoras y autores jóvenes pudiesen ser descubiertos por editoriales y lectores potenciales. No cabe duda de que con su inteligencia y carisma Macías supo combinar a la perfección la cultura y el gozo de compartirla. En la FIL lo que está a la vista es de suyo extraordinario, sin embargo lo que siempre me impresionó más es justamente lo que no se ve; la entraña que hace posible la magia de la FIL. La magia de una burocracia que sentó el ejemplo de lo que puede y debe ser un proyecto cultural público.
Asisto a la FIL desde hace 15 años, en los últimos diez pude ver de cerca a quien hace que las cosas sucedan con fluidez y natural éxito. Nubia Macías es una joven mujer oriunda de Jalisco, periodista de profesión, ávida lectora que estudió en escuelas públicas, lejos de los privilegios que en su infancia tenían aquellos con recursos para comprarse títulos y vivir en el esnobismo cultural. Macias es una notable periodista que vivió en Europa como corresponsal y más tarde, de vuelta en Guadalajara, trabajó como jefa de prensa de la FIL hasta que fue nombrada directora. Conformó un equipo de tan sólo 30 personas en nómina del cuál 80% son mujeres. Entendiendo el papel que la maternidad juega en millones de trabajadoras, Macías estableció una política progresista en la que el equilibrio entre la vida familiar y la personal es el eje. Por ello sus oficinas parecen una guardería en la que el trabajo siempre se termina a tiempo, donde mujeres y hombres nunca temieron perder su trabajo por resolver un problema familiar. Así Nubia logró que su equipo trabajara horas extras sin pago durante todo el año, por puro gusto y amor al arte. Esa célula creativa, guiada por la fuerza de la naturaleza que es Nubia, inspira a su vez a cientos de estudiantes que se preparan afanosamente durante todo el año para conformar un voluntariado profesional y comprometido, inusual en México. Ella le enseñó a su equipo a tratar como iguales a todas las visitas, a implementar seguridad y cuidados de emergencia. El eje de las enseñanzas de Nubia se basa en la pasión y el disfrute del trabajo y en el reconocimiento de la humanidad de todas y cada una de las personas que asisten a la FIL, sólo así se puede entender que haya logrado transformar una maquinaria burocrática universitaria en un espacio de efectividad, transparencia, profesionalismo y gozo. Nubia logró evitar, a costa de grandes esfuerzos, que alguno de los soberbios patriarcas intelectuales se apropiara de la feria para desterrar a otros. Llevó la FIL a las escuelas públicas para compartir ideas y libros con estudiantes, creó un mundo fabuloso de colaboración.
Ahora, luego de una década de trabajo ejemplar, de hacer valer los dineros públicos de la cultura como debe ser, Nubia Macías renunció a la FIL. Ella logró institucionalizar el éxito sin un liderazgo aplastante, a la vez que su filosofía personal está en cada movimiento de esta fina maquinaria. Es una mujer que no es capaz de mirar su propia grandeza y poder transformador, tal vez eso la hace única y más poderosa aun. Nubia es insustituible. A su equipo le corresponde defender esa escuela humanista de la transparencia y accesibilidad a la cultura lejos de la política y la corrupción burocrática. Nubia deja tras de sí una jugosa cosecha nacional, es sin duda la reina de la cultura de este país. Celebro lo que le dio a México y lo que seguramente seguirá dando al mundo y a quienes hemos aprendido tanto de su sabiduría y honestidad.
www.lydiacacho.net
@Lydiacachosi
Periodista
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