Desde
entonces hubo algunos avances: por ejemplo, 10 de los 23 ministerios
que hay en el actual gobierno de Michel Martelly son dirigidos por
mujeres. Pero de todos modos la implementación de la norma se encuentra
estancada.
“Con el apoyo de organizaciones feministas,
tradicionalmente activas desde 1986, las mujeres que ocupan cargos
políticos tienen el potencial de transformar a la sociedad toda, que se
sustenta principalmente del trabajo de ellas”, dijo Marina Gourgue,
secretaria de estado para la Educación Profesional, en entrevista con
IPS.
“Las mujeres que están en puestos de toma de decisiones
tienen las mayores capacidades para influir en la agenda política,
legislativa y económica… para promover sus derechos”, señaló.
Pero
“es necesario tener una ley de implementación que indique
detalladamente cómo avanzar en la realización concreta del artículo
17-1 de la Constitución, aprobada en 1987, o incluir esta disposición
en la nueva ley electoral”, dijo Gourgue.
Las mujeres haitianas
constituyen poco más de la mitad de la población, y su contribución con
la vida social, política y económica del país más pobre de América se
debe también a que cumplen un doble rol, en el hogar y en el trabajo.
En
general, la representación femenina en los parlamentos del mundo es de
20 por ciento, guarismo que refleja la falta de igualdad de género.
En
2010, según la Unión Interparlamentaria, Haití fue uno de los países
con menos participación de mujeres en la política y en los procesos de
toma de decisión.
La situación mejoró un poco con las elecciones
de 2011, que siguieron al devastador terremoto del 12 de enero de 2010.
Actualmente, la cámara baja del parlamento haitiano tiene cinco mujeres
de un total de 99 integrantes: Marie Jossie Etienne, Ogline Pierre,
Guerda Benjamin Bellevue, Marie Denise Bernadeau y Ruffine Labbé.
En el Senado solo hay una mujer: Edmonde Supplice Beauzile.
“Es
necesario que el gobierno tome medidas para implementar la cuota mínima
de 30 por ciento y busque obtener una igualdad plena en términos de
participación femenina, logrando 50 por ciento en todos los puestos
electivos y designados en las dos cámaras”, dijo Jean-Claude Muenda
Kabisayi, representante de ONU Mujeres en Haití, en diálogo con IPS.
Wany
Berrenite es la directora de la Organización Mujeres en Acción (OFAC),
una entidad no gubernamental que reúne a habitantes de contextos
marginados en Petit Goâve, una localidad costera ubicada 68 kilómetros
al sudoccidente de Puerto Príncipe.
“La adopción de la cuota
mínima puede ayudar a que las mujeres apoyen políticas sensibles al
género y garantizar que se atiendan las necesidades y los derechos de
las haitianas”, dijo a IPS.
OFAC
brinda capacitación, herramientas y apoyo para empoderar a las mujeres
en los planes social, político y económico para potenciar su plena
participación en la sociedad haitiana.
La ley haitiana prevé iguales
condiciones laborales independientemente del género, las creencias
religiosas o el estado civil, pero no prohíbe explícitamente el acoso
sexual, que es rampante en los lugares de trabajo.
“El acoso
sexual es algo común en Haití”, dijo Berrenite. “Las mujeres que ocupan
puestos políticos y de toma de decisiones son sensibles hacia la
defensa de otras de todas las formas de violencia, especialmente la
sexual”.
“Las organizaciones feministas llaman al gobierno
haitiano a abordar seriamente la violencia contra mujeres y niñas con
leyes adecuadas que puedan castigar estos delitos que empobrecen a
nuestro amenazado país”, agregó.
La participación de las mujeres
en la vida nacional, especialmente en la política, también es esencial
para fortalecer la democracia y el imperio de la ley.
Uno de los
principales obstáculos para las mujeres es la discriminación
estructural asociada con la organización patriarcal de la sociedad y
con el limitado acceso a la educación formal.
“Hay muchas
barreras culturales y estereotipos de género que determinan la
percepción común de la política como un asunto masculino”, dijo
Kabisayi, de ONU Mujeres, a IPS.
“Es en la esfera política que
tenemos los instrumentos y el presupuesto para el desarrollo, mediante
la formulación y la implementación de leyes. La presencia de mujeres en
la política no solo es esencial para promover los derechos femeninos,
sino también los de toda la sociedad”, añadió.
Estas
desigualdades son especialmente pronunciadas en el ámbito local. En los
últimos comicios, solo tres por ciento de las mujeres fueron elegidas
para el Consejo de Administración y apenas dos por ciento para el Poder
Judicial.
En marzo, el Consejo de Seguridad de la Organización de
las Naciones Unidas exigió a los líderes mundiales romper un impasse de
16 meses que impidió celebrar las muy postergadas elecciones, que
debían haber tenido lugar en enero de 2012.
El mismo mes, el
Palacio Nacional de Haití observó que el parlamento finalmente había
enviado los nombres de tres de sus miembros para integrar un consejo
electoral de nueve integrantes, que tendría a su cargo celebrar
elecciones para alcaldes y 10 de 30 escaños en el Senado.
Sin
embargo, las actuales fricciones políticas, las discrepancias y las
preocupaciones por quién integrará el poderoso Consejo corren el riesgo
de retrasar aún más la votación.
“La política como un juego de suma cero no es algo que haga avanzar a un país”, dijo Nigel Fisher, el jefe de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (Minustah) en un comunicado divulgado el 21 de marzo, en el que llamó al gobierno a programar de inmediato nuevas elecciones.
“Crear
consenso en torno a los elementos centrales de un proceso político
inclusivo y de instituciones democráticas es muy importante”, planteó.
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