PTAT fomenta violencia y racismo, denuncia especialista
El
Programa canadiense de Trabajadores Agrícolas Temporales (PTAT),
mediante el cual emigran cada año mujeres indígenas del estado de
Yucatán, fomenta la violencia y el racismo contra ellas, aseguró la
antropóloga Marie France Labrecque.
Al participar en el seminario “Violencia, Racismo y Xenofobia”, en el
Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional
Autónoma de México (UNAM), la experta canadiense informó de algunos de
sus hallazgos tras investigar el funcionamiento del PTAT, entre 2011 y
2015, entre migrantes indígenas provenientes de Yucatán.
La doctora en Antropología por la Universidad de Nueva York expresó que
ese programa descansa en un acuerdo bilateral entre México y Canadá que
data de 1974, y con el que cada año viajan más de 20 mil personas a ese
país del norte, entre ellas más de 500 mujeres.
Anteriormente, el PTAT acogía principalmente a personas provenientes de
entidades cercanas al DF, pero a partir de 2002 se empezó a registrar
más población de los estados del sur: al menos 300 yucatecos indígenas,
de los que 3 por ciento son mujeres y que conforman un conjunto
fuertemente discriminado por su ascendencia indígena y sus condiciones
económicas, acotó Labrecque.
La investigadora detalló que son los empresarios canadienses quienes
deciden si necesitan a hombres o mujeres, el número y la edad de las
personas que emigran.
No obstante –observó– las mujeres indígenas son más vulnerables que las
del resto del país, ya que reciben menor remuneración y no tienen
posibilidades de conseguir la residencia oficial porque el PTAT las
sitúa en el último escalón de la clasificación de trabajadores, tienen
menos experiencia laboral y menos trayectoria migrando.
En contraste, los hombres del centro de México, que no son de origen
indígena, tiene más posibilidades de ascender y son los capataces,
mayordomos y gerentes que mandan a la población indígena mexicana en
Canadá.
El PTAT, dijo Labrecque, no sólo resulta en un estatus especial para las
y los indígenas, también distingue entre extranjeros y ciudadanos, y
entre los extranjeros divide entre los “menos especializados”, quienes
resultan a su vez los menos favorecidos.
“(El PTAT) los tacha de inferiores y ha permitido la perpetuación de
racismo para bloquear que consigan su residencia y su permanencia en
Canadá”, denunció la especialista, quien además aseguró que este
programa no resulta positivo ni siquiera para ese país de acogida porque
impide la cohesión social.
Y expresó que “la estructura del programa se ha configurado de tal
manera que las y los trabajadores se insertan en un mercado de trabajo
segmentado donde las condiciones actuales son más desfavorables para los
nuevos trabajadores que para los más antiguos. Los trabajadores
temporales sirven para precarizar aún más las condiciones de trabajo de
la mano de obra que ya está, y contribuye a las desigualdades entre los
países del norte y del sur”.
A esa exclusión laboral se suma la discriminación que de por sí vive la
población indígena nativa en Canadá con la Ley sobre los Indios de 1996,
que permite el despojo de sus territorios y establece condicionantes a
la vida de las personas originarias sin que ellas las hayan aprobado.
Se agrega que en Canadá hay una vulnerabilidad específica contra las
mujeres, toda vez que la tasa de desapariciones está por encima de las
estadísticas nacionales.
Marie France Labrecque puso como ejemplo que en una comunidad de Quebec
recientemente varias mujeres de la Primera Nación denunciaron abusos de
autoridad y violaciones durante 20 años por parte de miembros de la
policía provincial, lo que provocó la renuncia de la ministra de
Seguridad Pública.
Por: Angélica Jocelyn Soto Espinosa
Cimacnoticias | México, DF.-
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