Los ataques terroristas.
lasillarota.com
Atrapados en una sala de conciertos. Los hombres de negro con el
rostro cubierto disparan ráfagas de ametralladora. Huir pecho tierra por
entre las butacas, alcanzar el techo, una puerta de seguridad. Nadie
entiende nada, sino esa urgente necesidad de salvarse y ayudar a otros a
salvarse. Cuando se pudo. En la narración que hace la joven mexicana
que logró escapar del infierno en el que se convirtió el Bataclan
(narración transmitida por su padre), cuenta como algunas personas se
ayudaron las unas a las otras hasta alcanzar el techo. Como una familia
en un edificio vecino albergó a cerca de cincuenta personas en su casa
durante las tres horas que duraron los ataques. Sumergidos en la
oscuridad. Esperar que el horror termine. Que el horror que te alcanza,
no te arranque la piel.
Cuando las balas se agotan, los hombres hacen estallar sus cinturones
con explosivos. Eligieron ser “mártires”. No se suicidan, asesinan
“cruzados” en una guerra que es “bendita” y que los llevará al encuentro
del jardín del Edén creado con piedras preciosas. Allí donde esperan
las huríes del profeta. Estos musulmanes bien concretos, con nombres y
apellidos, estos, y no todos los demás, alcanzarán el Edén –están
convencidos- por la vía de la destrucción y del asesinato masivo.
Además del Bataclan: Ataque en los alrededores del estadio. Otro
frente a un restaurante y un café. Uno más frente a otro restaurante.
Otro contra una pizzería. Otro en el bulevar Voltaire. La vida
cotidiana: el concierto, la terraza de un cafecito, la rebanada de
pizza. Lo recordamos: 12 personas fueron asesinadas el 7 de enero de
este año en el ataque terrorista en las oficinas del semanario satírico
Charlie Hebdo.
Los kamikazes. Foto tomada del periódico francés Libération.
Un inmenso duelo por las personas asesinadas y heridas en París. Por
las amenazas de la organización Estado Islámico de que el horror
continuará. Una tiembla por los musulmanes que viven en Europa. Por los
musulmanes que estudian, trabajan, forman familias, cohabitan
amistosamente con sus vecinos. Llegaron a Francia (a Europa) cargados de
esperanzas y luchan por ellas todos los días. O nacieron en Francia y
han vivido allí todas sus vidas. Una tiembla nada más de imaginar lo que
sigue: los discursos de la ultra-derecha contra la inmigración y el
derecho de asilo. La islamofobia. La caza al árabe y a todo aquel que
pudiera parecerlo. El pánico llama a la xenofobia.
Marine Le Pen, líder del partido de ultra-derecha Front National
declaró: “Diga lo que diga la Unión Europea, es indispensable que
Francia recupere el control de sus fronteras nacionales de manera
definitiva”. Dijo que Francia tiene que determinar quiénes son “sus
aliados y quiénes sus enemigos”. Y los “enemigos” de Francia son “los
países que sostienen lazos con el islamismo”. Llamó al cierre definitivo
de las fronteras francesas.
¿Cerrar fronteras de manera definitiva? Las barcazas retan el mar
cargado de seres humanos urgidos de refugio. El Mediterráneo y el Egeo
arrojan los cuerpos sin vida de personas desesperadas que intentaron
huir de la guerra. El cuerpo del pequeñito sirio tendido boca abajo
sobre la playa. Uno de los terroristas entró a Francia con un pasaporte
sirio, aún no determinan si real, robado o falsificado. Uno que llegó a
matar, por decenas de miles que intentan llegar a vivir. El empecinado
anhelo de vivir y de confiar. El empecinado anhelo de remar en la
esperanza. Y se nos mezclan la tristeza, la desesperanza, el enojo. La
confusión. ¿A dónde van a ir? ¿A dónde? Ellos, los que también huyen del
Estado Islámico.
LOS ATENTADOS CONTRA LOS MUSULMANES CHIITAS EN BEIRUT
Adel Termos.
L’OBS (Le Nouvel Observateur) publica esta foto de un hombre
joven posando junto a su hijo. Fue asesinado en Beirut cuando detuvo a
un terrorista durante los atentados cometidos por la organización Estado
Islámico este 13 de noviembre en la capital libanesa. 44 muertos, 239
heridos. Dos de los terroristas detonaron sus cinturones explosivos en
una calle de comercios frente a una panadería. Un tercero corrió hacia
la mezquita (chiita) llena a esa hora. El padre del niño que aparece en
la foto se precipitó sobre él y lo detuvo. Explotaron ambos. Se llamaba
Adel Termos y su nombre y su imagen recorren –en un homenaje- las redes
sociales. Al reivindicar el atentado el EI calificó a los musulmanes
chiitas como “apóstatas”. Los ataques sucedieron en territorios del
Hezbollah.
En los medios y en las redes sociales se levantó una inmediata oleada
de empatía con el pueblo francés. En México, pronto comenzaron a
circular los mensajes que señalaban –dolidos- que la tragedia en París
ocultara la tragedia en Beirut. “¿Hay víctimas de primera y de
segunda?”. Facebook propuso un avatar con los colores de la bandera
francesa para acompañar la foto de perfil.
Cantidad de personas se sumaron a esta iniciativa como una manera de
manifestar su solidaridad. En lo personal, no me encantaron esas fotos
donde las personas sonríen o de plano ríen, en donde posan sexys,
arregladitas, en poses de baile, (cuando es el caso) como señal de
duelo. En todo caso, era más adecuada la bandera y evitarse la foto. Las
fotos personales hacen ruido. Una especie de ruido mundano. La bandera a
secas sería una forma de silencio.
Unas horas después, decenas de personas eligieron como perfil su foto
con la bandera mexicana reivindicando las desapariciones forzadas, los
asesinatos impunes en México. Ayotzinapa. Los feminicidios. “¿Por qué
lloramos por Francia si no lloramos por México?” Algunas personas
eligieron la bandera del Líbano: “¿Por qué los olvidamos a ellos?”.
“¿Por qué el atentado en el campus de la universidad de Garissa en Kenya
(perpetrado por el grupo islamista somalí Al-Shabbaab en abril de este
año) y sus 152 muertos pasó casi desapercibido?". Es terrible y es
cierto. Las noticias de las personas asesinadas en Kenya ocuparon muy
poco espacio.
No sé qué decir, ante esta escalada de horror que azota al mundo.
Desde septiembre Francia bombardea los territorios bajo control del
Estado Islámico en Siria e Irak. Desconocemos el número de víctimas
inocentes que los ataques hayan causado. Recojo opiniones de las redes.
Preguntas: ¿Por qué se habla más de París que de Beirut? ¿Por qué lloran
por los habitantes de París quienes no se preocupan por los
feminicidios en el Estado de México? Las explicaciones son tantas. Desde
el esnobismo más banal, hasta los vínculos amorosos profundos que unen a
muchos mexicanos con Francia, como a muchos franceses con México. Cada
quien llora por lo que quiere y por lo que puede. ¿Quién es una/o para
juzgar?
En cuanto a una cierta tendencia a ignorar lo que sucede en México:
¿Quizá es menos complejo aceptar la tragedia y asimilarla cuando se le
mira a distancia? ¿Quizá se tiende a negar y a evadir cuando el horror
nos golpea en lo inmediato? En lo personal, no creo que dolerse por el
cuerpo ensangrentado de un muchacho asesinado en el Bataclan -¿cómo
podríamos no hacerlo?- nos arrebate los dolores que son tan nuestros y
nuestros compromisos con ellos. Una empatía no excluye la otra.
Atrapados en la oscurísima noche de Iguala. Un cuerpo tendido en esa
noche. Un cuerpo tendido en la noche de París. Un cuerpo tendido en una
acera en Beirut. Los crímenes son distintos. A cada uno su
especificidad. Para intentar entender. Jamás justificar. Jamás.
Pero a veces una no entiende ya más nada. A veces, ninguna
explicación racional nos permite aprehender las dimensiones de la
crueldad. Esa depredadora voluntad de dominio. Hoy me paseaba por las
salas de Bellas Artes. Quise ver la exposición “La vanguardia rusa”,
pero creo que no entendí demasiado. Como que no me concentraba, como que
no estaba allí. Sí me ha dolido muchísimo París. Me duele ese país que
me recibió durante nueve años y que me ofreció cantidad de
oportunidades. Toda una vivencia de la democracia. La calidad de ese
otro país de mi hijo mayor.
Me duele sobre todo ese infinito desconcierto que una siente cada vez
ante los horrores de la condición humana. ¿Hacia dónde va la escalada
de la violencia? Cada escalada de cada específica violencia. Tanatos.
Tanatos. Tanatos. Y esa pintura en una sala de Bellas Artes: un bello
jinete de Kandisnky, que no puedo compartirles porque no lo encuentro.
Eros. Eros. Eros. A veces una no entiende ya más nada. Nos aferramos a
la cotidianidad. Ese día a día que la violencia incendió, arrebató a las
víctimas. A todas las víctimas de todas las infamias.
París. Foto tomada del periódico Libération.
Encontré varias citas del comunicado con el cual la organización
Estado Islámico reivindicó los atentados de París, pero quise traducirlo
completo: la locura destructiva palabra por palabra. “El ataque bendito
contra los cruzados”. Por “cruzados” entendamos “los cristianos”. Sí,
como durante las guerras cruzadas. Dicen ellos. No dejen de leerlo. Es
tremendo. Y cuando puedan quienes viven en la ciudad de México, vayan a
mirar ese Kandinsky. O lo que más les guste mirar creado por las manos
de los hombres y por las mujeres. La creación y la destrucción. La luz y
los abismos. Los extremos de la condición humana.
Communiqué sur l’attaque bénie de Paris contre la France croisée
Comunicado sobre el ataque bendito de París contra la Francia cruzada
“Alá el muy alto ha dicho: y ellos pensaban que en verdad sus
fortalezas los defenderían contra Alá. Pero Alá vino a ellos por donde
no se lo esperaban, y lanzó el terror en sus corazones… en un ataque
bendito en el que Alá facilitó las causas, un grupo de creyentes
soldados del Califato, que Alá le ofrezca poder y victoria, tomó como
objetivo la capital de las abominaciones y la perversión, la que porta
la bandera de la cruz en Europa, París.
“Un grupo habiendo divorciado de la vida aquí abajo, avanzó contra
sus enemigos, buscando la muerte en el sendero de Alá, socorriendo su
religión, su profeta y sus aliados, y humillando a sus enemigos… Alá
conquistó por sus manos y arrojó el miedo en el corazón de los cruzados
en su propia tierra
“Ocho hermanos portando cinturones explosivos y fusiles de asalto
tomaron como objetivo lugares elegidos con minuciosa anticipación en el
corazón de la capital francesa, el estadio de Francia durante el partido
de dos países cruzados, Francia y Alemania al cual asistía el imbécil
de Francia François Hollande, el Bataclan en donde estaban reunidos
centenas de idólatras en una fiesta de perversión, así como otros
objetivos en los distritos décimo, undécimo y décimoctavo, y esto,
simultáneamente. París ha temblado bajo sus pies y sus calles se
volvieron demasiado angostas para ellos. El balance de sus ataques es de
un mínimo de 200 cruzados asesinados y muchos más heridos, la alabanza y
el mérito pertenecen a Alá.
“Alá ayudó a nuestros hermanos y les concedió lo que ellos esperaban
(el martirio), detonaron sus cinturones explosivos en medio de esos
infieles después de haber agotado sus municiones. Que Alá los acepte
entre los mártires y nos permita alcanzarlos. Y Francia y aquellos que
siguen su camino deben saber que permanecen como los blancos principales
del Estado Islámico y que continuarán sintiendo el olor de la muerte
por encabezar la cruzada, haber osado insultar a nuestro profeta,
haberse vanagloriado de combatir al Islam en Francia, y golpear a los
musulmanes en tierra del Califato con sus aviones que no les sirvieron
de nada en las calles malolientes de París. Este ataque no es sino el
comienzo de la tempestad y una advertencia para aquellos que quieren
meditar y aprender la lección”.
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