El reguetón, el rap gangsta y en México la música banda se distinguen por su letras machistas. Es un mal que ha estado presente en la música popular desde hace mucho tiempo y del que ni siquiera la aparentemente inocua música pop queda exenta
Madrid,
01 nov. 15. AmecoPresss.- Que se repita un patrón, una idea o cualquier
otra cosa hace que guste más y se acepte como lo bueno y lo normal. Así
reza la Teoría de la Mera Exposición, un fenómeno psicológico según el
cual las personas tienden a desarrollar preferencia por aquello que les
es familiar. Ahí reside, precisamente, el peligro de las canciones
sexistas: que si se repiten lo suficiente sus mensajes y estereotipos
pueden llegar a calar en la sociedad. De ello se muestra convencida
Carmen Díez, profesora de la UPV/EHU, especialista en género y
antropología feminista.
¿Hasta qué punto es importante la música para la sociedad?
La música
siempre ha sido muy importante en cualquier tiempo y lugar. Sirve para
muchas cosas, incluso para terapia. Pero lo que realmente ha sido y es
la música es una poderosa fuente de creación de emociones. Cuando
escuchamos una canción de nuestra infancia nos evoca esas vivencias de
nuestro pasado, aunque no recordemos conscientemente haberla escuchado. Y
puede transmitir infinidad de mensajes. Es más, como elemento de
comunicación tiene más fuerza que otros medios como la televisión,
porque es más profundo.
¿Qué ocurre entonces cuando la música transmite letras sexistas?
Este tipo de
letras misóginas y machistas nos envían mensajes con representaciones de
la mujer y de los hombres muy perjudiciales para la sociedad. En el
reggaetón, por ejemplo, hay letras escandalosas, en las que solo se
tiene en cuenta a la mujer como objeto sexual. Y la violencia también
está muy presente. Esto se ve claramente en los videoclips de estas
canciones: llegan a aparecer chicas con los ojos morados. Por no hablar
de que salen culos y tetas por todas partes. Todo esto envía un mensaje
muy negativo a la sociedad y, sobre todo, a los jóvenes.
¿Por qué a la juventud?
Por tres
razones, principalmente. El género se construye a través de la práctica.
A los 12 y 13 años los jóvenes empiezan a socializarse como chicas y
chicos y es una etapa clave. Muchas veces, inconscientemente, asimilan
estos mensajes sin ninguna herramienta para contestarlos. Al fin y al
cabo, están más abiertos a todo lo que se les ofrece. Por tanto, los
mensajes que adquieran a esas edades formarán su yo futuro, y de ahí que
este tipo de letras sean tan peligrosas.
¿Cuál sería el segundo motivo?
La música une.
Después de todo, a lo largo de la historia, ha creado movimientos como
el punk. Y además, durante la adolescencia es la época en la que más se
quiere estar en grupo. Entonces, si alguien pone una canción con letra
sexista es más fácil que nadie diga nada por miedo a destacar. Y eso
cuando se dan cuenta de que la letra es sexista, porque en muchas
ocasiones el mensaje se les mete de manera subliminal.
¿Y el último?
La música se ha
convertido en una mercancía que se consume a todas horas, sobre todo
los jóvenes. Muchos no pueden vivir sin ella, porque forma parte de su
ocio. Por ello, al ser un elemento tan importante en su vida, los
mensajes que adquieren a través de este canal calan mucho más entre
ellos.
¿Cómo abordar el asunto?
Estamos en una
cultura que se cree la ilusión de la igualdad en la que vivimos, sobre
todo la gente tan joven. Esto es un retroceso y la única manera de
atajarlo es mediante la educación. En su día cantábamos cuando íbamos de
excursión letras como “le daba, le daba y le daba unos palos que la
consolaban”. Aunque sea de una forma “más sutil”, a día de hoy sigue
habiendo violencia contra las mujeres en letras como esta. Y el problema
es que no se pueden prohibir. Pero lo que sí que se puede es transmitir
unos valores para que se den cuenta de que lo que escuchen les
condiciona y así puedan actuar en consecuencia.
Foto: Archivo AmecoPress. Carmen Díez, profesora de la UPV/EHU, especialista en género y antropología feminista.
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