Por: Rosalinda Hernández Alarcón*
Hablar sobre violencia contra las mujeres es un asunto que merece la atención de todas las personas, ya que muy difícilmente se encontrará algún núcleo familiar o comunidad ajenos a esta problemática social que tanto daño causa, y cuyas dimensiones son en verdad graves, pues existen nuevas amenazas, tanto en Guatemala como en otros países donde se privilegia el capital, el armamentismo y el poder militar.
En estos días, a través de redes sociales, se difunde una mano en señal de alto contra esa violencia patriarcal y mensajes #niunamenos con el propósito de llamar la atención sobre el feminicidio y otras formas de violencia contra las mujeres que se registran diariamente, pero que igual afectan a hombres, a la niñez y a la juventud.
La razón de hacerlo es que en el imaginario social aún predomina la idea errónea de que es un tema que corresponde básicamente a las mujeres.
Estas acciones y otras más convocan a que nadie se sienta ajeno a estos hechos de violencia y a transformar actitudes, ya que tales agresiones suceden por comportamientos aprendidos durante siglos, la violencia no es natural del ser humano; es a partir de malas crianzas con ideología patriarcal que se establecen y reproducen las relaciones de poder desiguales, así como las actitudes autoritarias y sumisas.
Todavía se considera como normal que unos sean los que mandan y otros los que obedecen, que unos tengan el privilegio de decir qué está bien y qué no, que los “superiores” sean los que ejerzan el control de los “inferiores” en todos los espacios de la sociedad, tanto a nivel privado como público.
Así hay patriarcas ejerciendo un poder abusivo con impunidad en la casa, en la escuela, en los espacios laborales y culturales, en las instituciones públicas, etcétera, sin ignorar que algunos son mujeres.
Entre los pronunciamientos que se empiezan a conocer en el marco del 25 de Noviembre, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, se reivindica el significado de la seguridad con justicia entendida como el ejercicio de todos los derechos y satisfacción de necesidades.
“Una vida en paz, con tranquilidad y alegría en todo tiempo y lugar”, lo que debe ser garantizado por el Estado y fiscalizado por la sociedad, según la Alianza Política Sector de Mujeres.
Esta convergencia, que aglutina a más de 30 agrupaciones, asegura que la militarización es fuente de violencia contra las mujeres y los grupos marginalizados a partir de que su función principal es la dominación de grupos sociales a través del uso de la fuerza, además rechaza la proliferación de armas y empresas privadas de seguridad, cuyos dueños y directores son militares o ex militares.
Al defender una vida libre de violencias, precisa, “es fundamental avanzar en la eliminación de raíz de todas las formas de impunidad en el país, las comunidades, las familias, en las relaciones personales y de todo tipo”. Sin duda, esta afirmación tiene gran validez: los abusivos están en todas partes.
*Periodista mexicana, residente en Guatemala y coeditora de la publicación feminista LaCuerda.
Especial
Cimacnoticias | Guatemala, Guate.-
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