La respuesta será despiadada, sentenció François Hollande la noche misma del viernes, cuando aún no se aplacaba el ulular de las ambulancias en París. La reacción estará
al mismo nivelque los ataques, remachó su primer ministro, Manuel Valls. Al día siguiente un enjambre de aviones dejaron caer una veintena de bombas sobre posiciones del Estado Islámico en la localidad siria de Raqqa, la cual ha sido ya golpeada por ataques aéreos estadunidenses y rusos.
Los medios occidentales aseguran que los hospitales no reportaron
bajas civiles por esa acción, pero varios videos sugieren lo contrario (http://is.gd/p5tsGp, http://is.gd/ti7Mgx, http://is.gd/vQaSkT). Por su parte, la organización pro occidental
Raqqa está siendo masacrada en silencioinformó el sábado y el domingo, vía Twitter, que en una treintena de ataques fueron bombardeados el barrio de Al Hason (donde murieron cinco personas, incluida una niña), el edificio de la corte islámica, la estación de bomberos, el estadio, el museo y un hospital (http://is.gd/dLixmD). Si la respuesta ordenada por Hollande aún no ha causado muertos civiles es seguro que los provocará, porque es
despiadaday
al mismo nivelque el de los atacantes de media docena de lugares públicos parisinos y porque no hay manera de demoler a bombazos una ciudad sin matar a personas inocentes. Así es la guerra.
Lo que no queda muy claro es la conformación de los bandos en esta
guerra. Es cierto que Estados Unidos, Rusia, Irán y Francia se han
encontrado en el mismo lado en contra del EI, pero Washington quiere
acabar con el gobierno sirio, en tanto que Teherán y Moscú pretenden
salvarlo. Estados Unidos, Irán y Rusia quieren además fortalecer al
régimen de Irak, pero Obama mantiene intactos los vínculos de su país
con Turquía y Arabia Saudita, señalados desde hace tiempo como
patrocinadores del Estado Islámico.
Francia, por su parte, mantiene una ofensiva militar
antiterroristade 12 mil efectivos, cientos de vehículos y decenas de aviones en Mauritania, Malí, Níger, Chad y Burkina Faso, además de sus bombardeos a Siria (http://is.gd/OXVSgQ).
Para mayor confusión, las organizaciones armadas
fundamentalistas tampoco se caracterizan por la unidad: al Estado
Islámico se oponen Jadhat al Nusra, cercana a Al Qaeda; la milicia
chiíta Hezbollah (respaldada por Teherán), y una alianza variopinta
denominada Frente Islámico, enemiga de Al Assad y apoyada por
Washington.
O sea, no estamos ante una guerra entre cristianos y musulmanes ni
frente a un nuevo conflicto Este-Oeste, ni nada parecido. Los que se
parecen entre sí son más bien los inocentes masacrados en Francia y
Siria –por más que los primeros tengan un nivel de vida muy superior a
los segundos– y los líderes de los países y de las facciones
involucradas. Por su parte, Obama, Putin, Hollande y Valls parecen
empeñados en borrar toda diferencia entre ellos y los mandos del EI –Abu
Bakr al Baghdadi, Abu Muslim al Turkmani, Abu Ali al Anbari, entre los
más conocidos– mediante golpes aplastantes,
despiadadosy
al mismo nivelque las agresiones recibidas.
Esta es una guerra contra la gente y la mejor manera de atizarla es
caer en los alineamientos precocidos, en las piedades industrializadas y
en la trampa del desprecio xenofóbico al sufrimiento de los demás. Las
víctimas de París no están en competencia con las de Siria ni con las de
Líbano ni con las de Guerrero, ni hay motivo para perder la humanidad
hasta el punto de regatearles la empatía en nombre de la solidaridad con
Ayotzinapa o con los palestinos. Los bandos pasan por encima de las
fronteras y pueden definirse así: quienes tienen las armas y los que
caen bajo el fuego de ellas.
Twitter: @navegaciones
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