1/03/2016

Contratransferencia y narcisismo de Fromm



Víctor Saavedra*
En una de las entrevistas con Jorge Velazco, cuando ha relatado la anécdota citada, yo comento que el mismo Fromm con su contratransferencia habría fomentado el afán de poder que anidaba en De la Fuente, con su gran ambición, prepotencia y desprecio por todo ser humano que se interpusiera en su camino, como lo ha demostrado la historia posterior. Esto, agregué, ayuda a comprender el miedo que se generó en el grupo del Instituto Mexicano de Psicoanálisis, AC (Impac) hacia De la Fuente con el fantasma de que el día que faltara Fromm aquél iba a destruir al instituto y al grupo.
“Efectivamente –respondió Jorge–, en los tiempos en que el doctor José Laguna fue director de la Facultad de Medicina, De la Fuente arremetió contra el Impac y contra la inclusión del Curso de Especialización en Psicoanálisis impartido por el instituto en convenio con la dirección de Estudios Superiores, y quería que se rescindiera y, por tanto, no continuar con dicho convenio”.
Pero nos estamos adelantando en el tiempo, puesto que en 1958 De la Fuente era el favorito de Fromm. En su práctica de vida surgen otras facetas de Fromm. Con todo el poder que le concede la transferencia en tanto sicoanalista y como Maestro, y ungido como el creador de la interpretación verdadera del sicoanálisis, hace uso y abuso de ese poder sobre sus discípulos y sobre sus analizandos. Ya vimos cómo lo usó con Raoul Fournier para expandir su movimiento, su influencia y su pensamiento, como moderno profeta que desea que llegue la buena nueva hasta los más recónditos confines.
Tal parece que en la relación Fromm-De la Fuente los dos querían ser admirados, servidos, reverenciados, cada quien a su modo. La relación con los otros discípulos –analizandos fue de dominio-sumisión. (La historia de Freud con Jung se repite). Los dos tenían fuerte ambición de poder, de fama, de reconocimiento público. Los dos eran fuertemente narcisistas y se respetaban como contrincantes coludidos en su propio campo. Los dos eran hombres con un yo fuerte, con una seguridad ontológica básica. Los dos provenían de una clase social burguesa, los dos eran independientes, económica y socialmente. Y tal parece que los dos se midieron como iguales y con una mutua atracción narcisista y autoritaria; Fromm veía en De la Fuente al hijo que hubiera querido tener. Y esta admiración y preferencia se la comunicaba de alguna manera a De la Fuente.
¿Cómo llegó a voltearse el proceso, cuándo y de qué manera se ejecutó? De esa fecha a 1963 Fromm cambia la correlación de fuerzas: Aniceto Aramoni y Jorge Silva (otros discípulos-analizandos del primer grupo), entre otros, logran convencer a Fromm del peligro potencial que representa De la Fuente y, al principio, en secreto, se planea una estrategia y una política institucional, y con el pretexto de la necesidad de que el grupo tuviera su propia sede, se construya un instituto.
Es allí donde Fromm valora con cuidado quiénes de sus discípulos-analizandos le son y le pueden ser fieles y leales seguidores, cuidadores y defensores de su obra. Para esto se planea que al crearse el Instituto Mexicano de Psicoanálisis, AC, desaparezca la antigua sociedad y ésta se divida en dos, entre el Impac y una nueva entidad, la Sociedad Psicoanalítica Mexicana, AC. En el staff del instituto, en los puestos directivos, quedan los fieles a Fromm, los puros, y a De la Fuente se le deja fuera, como presidente de la Sociedad Psicoanalítica Mexicana, AC, espacio para contener (en su doble acepción gramatical) a los egresados de los siguientes cursos de formación sicoanalítica para que no invadan el nuevo Castillo de la Pureza.
* Psicoanalista. Autor de La promesa incumplida de Erich Fromm

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