1/03/2016

Entramos ya al ojo del huracán de la crisis general en México


    
I.- Entramos ya al ojo del huracán de la crisis general, puesto que han sido suspendidos los pagos de los gobiernos, con la promesa de que dentro de seis meses empezarán a cubrirlos, lo cual es otra mentira. No hay liquidez, o sea no hay dinero para pagar. Los subsidios necesarios han sido cancelados. Las empresas privadas que surten a Pemex de bienes y servicios no reciben ningún pago y les dijeron que esperen. De no poder hacerlo, que soliciten préstamos. O se declaren en quiebra técnica o en quiebra de liquidación, ya que estando el precio de barril a menos de 35 dólares, la empresa en vías de privatización (aunque ya nadie la quiere por el desastre petrolero), prácticamente está en quiebra. Lo que le impide distraer lo poco que le entra que no sea para pagar a sus empleados y para la secretaria de Hacienda, en una rebatiña para apuntalar la mentira de que la economía nacional, privada y pública, no está decreciendo lentamente y nos tiene metidos en una devastadora recesión que arrastrará el país a un desastre económico de más desempleo, mucho más pobreza y una baja alarmante del consumo.
II.- La suspensión de pagos que calla el gobierno federal, se debe a que nuestro capitalismo es únicamente de los Slim, Bailleres, Azcárraga y los ricos, millonarios y multimillonarios, que no han invertido en la planta industrial y la tienen casi parada; la agricultura está disminuida, y los trabajadores sólo producen lo mínimo en el contexto de la disminución de exportaciones, y la compra masiva de granos en el exterior para sostener un mercado a medias. Al suspenderse los pagos se generaliza y agudiza la crisis de más de 100 millones de mexicanos que ya sufren las consecuencias de los malos gobiernos. Hay una equivocada conducción de las administraciones y una pésima gestión económica nacional. Navegamos a la deriva. Y no hay alguna estrategia para enfrentar la crisis que como un mar embravecido y una tormenta se abate sobre la nave estatal.
III.- Suspender los pagos es una medida gravísima. Y más que no lo avisen abiertamente de cara a la Nación. Las empresas están quebrando. Se despide a empleados públicos. Los bancos continúan con su veracidad, preparándose para irse sobre los cuentahabientes morosos. Y hay encarecimiento de los bienes de consumo necesario. Estamos en medio de una crisis general que se administra con puros buenos propósitos de que “vamos bien”, cuando la mayoría de los mexicanos se da cuenta de que algo grave está pasando. Y no pocos de ellos sufren las consecuencias de la suspensión de pagos municipales, estatales y federal que anuncia que las cosas empeorarán. Ya era hora de que estuviera constituyéndose un presidencialismo para enfrentar la crisis. Pero nada hacen allá arriba, como si la crisis fuera algo pasajero; pero todo parece apuntar a una catástrofe económica con implicaciones políticas. Hay un profundo malestar social, porque aumentan las desigualdades, la pobreza ya alcanzó a 60 millones; y el desempleo rebasa los 40 millones que sobreviven en las actividades informales

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