De aeropuertos y borregos
Desde ya, ¿fuego amigo?
Desde que comenzó a circular
la noticia, producto de una filtración, no pocos detractores del nuevo
gobierno se frotaron las manos ante lo que parecía una contradicción
entre el anuncio, en octubre pasado, de cancelar la construcción del
Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) y la decisión, ayer, de
postergar el cierre de esa obra por razones financieras.
El tiroteo mediático comenzó antes de que el gobierno de López
Obrador detallara de qué se trata y con base en qué tomó dicha decisión,
la cual pospondría, tal vez, hasta el final de la segunda quincena del
presente mes, la cancelación de las obras de la terminal área en
Texcoco.
Como es clásico, la bola de nieve de la presunta contradicción se
hizo cada vez más grande ante la falta de reacción, acción y precisión
de los encargados de la comunicación social del gobierno entrante, los
cuales, cuando menos hasta ahora, han demostrado que están en pañales en
la materia y dejan mucho que desear.
Suficiente fue una filtración a modo –el fuego amigo ya comenzó– de
la minuta del nuevo consejo de administración del Grupo Aeroportuario de
Ciudad de México (GACM), cuya instalación se llevó a puerta cerrada
para que los detractores del nuevo gobierno entendieran lo que a sus
intereses conviniera, es decir, que ya como presidente de la República,
López Obrador reculó y la construcción del NAIM mantendría la ruta
originalmente trazada por Enrique Peña Nieto y sus amigos.
El citado consejo de administración lo encabeza el secretario de
Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú, y en él participan
Antonio Canchola, Graciela Márquez Colín (secretaria de Economía),
Josefa González Blanco (titular de Medio Ambiente), Antonio Herrera y
Simón Levy, mientras el nuevo director del GACM es Gerardo Ferrando
Bravo. Entonces, ¿quién filtró la minuta?
Para nadie es secreto que los convocados por Enrique Peña Nieto para
repartirse el jugosísimo pastel del NAIM están como buitres, siempre con
la esperanza de retomar la construcción de ese aeropuerto, de tal
suerte que son promotores de todo tipo de borregos, en el entendido de
que orden y contraorden sólo generan desorden, y a río revuelto,
ganancia de pescadores peñanietistas.
Finalmente, la Secretaría de Hacienda salió a explicar de qué se
trataba todo esto y tiró por la borda la versión de que el gobierno de
López Obrador se echaba para atrás y la construcción del NAIM mantendría
su marcha. Lo mejor del caso es que la Secretaría de Comunicaciones y
Transportes –oficialmente responsable de este asunto– no dijo ni pío.
Pero, bueno, Hacienda divulgó un comunicado, que en su parte medular detalla:
En breve, el Fideicomiso del Aeropuerto de Ciudad de México (Mexcat) llevará a cabo una transacción dirigida a los inversionistas tenedores de bonos internacionales de Mexcat. Actualmente el valor de las cuatro series en el mercado asciende a 6 mil millones de dólares. La transacción es parte de un plan integral para atender los derechos contractuales de todas las partes interesadas en el desarrollo de infraestructura aeroportuaria en el área metropolitana de Ciudad de México.
Asimismo,
MEXCAT buscará comprar parte de la deuda vigente, con lo cual se prevé reducir el apalancamiento del fideicomiso de forma significativa y modificar los convenios de emisión de cada uno de los valores, así como los acuerdos relacionados con éstos para eliminar ciertas obligaciones y eventos de incumplimiento relacionados con el proyecto del aeropuerto de Texcoco y liberar el gravamen sobre la tarifa de uso aeroportuario (TUA) y otros activos provenientes de un potencial aeropuerto en Texcoco. Los valores seguirán siendo garantizados por los derechos al cobro de la TUA y otros activos derivados del aeropuerto Benito Juárez.
Las rebanadas del pastel
Y sobre todo esto, ¿qué dijo el vocero presidencial, Jesús Ramírez?
No hay confirmación ni desmentido sobre esa supuesta minuta. ¡Ole!
Twitter: @cafevega
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