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Los datos indican que más de la mitad de las mujeres victimas de violencia de género son asesinadas por su pareja o parientes cercanos
Marcha en El Salvador, en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer,
celebrado el 25 de Noviembre de 2018
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Es
una realidad en todo el mundo: el mayor peligro que pueden enfrentar
las mujeres está en sus propios hogares, de acuerdo con un nuevo informe sobre homicidios en el mundo realizado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito.
En
2017, más de la mitad de las mujeres víctimas de homicidio fueron
asesinadas por su pareja o parientes cercanos, según el informe. Además,
los investigadores concluyeron que los esfuerzos realizados en algunos
países para frenar estos asesinatos mediante nuevas estrategias
jurídicas y programas sociales no han logrado avances tangibles.
El
reporte, publicado el 25 de noviembre para coincidir con el Día
Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, analizó
cómo se relaciona la violencia contra las mujeres y las niñas con su
estatus y su papel en la sociedad.
Asesinar
a una mujer es “un acto letal a lo largo de un continuo de
discriminación y abuso basados en el género”, escribió Yury Fedotov,
director general de la agencia, en el prólogo del informe. Estas son
cuatro conclusiones destacables del reporte.
La
mayoría de las víctimas de asesinato son hombres. Sin embargo, es mucho
más probable que las mujeres mueran a manos de los allegados más
cercanos.
Al
analizar los datos, el informe determinó que aproximadamente uno de
cada cinco homicidios es perpetrado por una pareja o un familiar
cercano, y las mujeres y las niñas conforman la mayoría de esas muertes.
De
las casi 87.000 mujeres reportadas como víctimas de homicidio doloso en
todo el mundo durante 2017, alrededor del 34 por ciento fueron
asesinadas por su pareja y el 24 por ciento por un familiar.
El
índice más elevado de mujeres que murieron a manos de su pareja o
parientes se encontró en países africanos (una tasa de 3,1 víctimas por
cada 100.000 mujeres), seguidos de naciones del continente americano
(con una tasa de 1,6 víctimas por cada 100.000 personas de la población
femenina). El índice más bajo fue el de Europa (0,7 víctimas).
Los datos en la actualidad incluyen ciertas salvedades.
Los
investigadores indicaron que no es posible registrar con precisión los
asesinatos relacionados con el género que ocurrieron durante conflictos
armados, por lo que las cifras verdaderas en ciertas regiones podrían
ser mucho más elevadas de lo que señala el informe. Asimismo, los datos
no incluyen los homicidios irresueltos que posiblemente se hayan dado
por el género de la víctima, y los analistas dijeron que muy a menudo la
violencia contra la mujer no se reporta.
El
informe tampoco dejó claro de qué manera ni si tomó en cuenta la
violencia en contra de las mujeres transgénero en las estadísticas. Un
vocero de la oficina de las Naciones Unidas no respondió a la petición
de comentarios al respecto.
Jodie
Roure, profesora en el John Jay College en Nueva York y quien ha
realizado investigaciones exhaustivas sobre la violencia contra la
mujer, recalcó que las prácticas de recopilación de datos varían de un
país a otro.
“Estos
datos tienen ciertas limitaciones”, explicó Roure. “¿Son un reflejo del
panorama completo? No, pero lo importante es hablar al respecto, porque
hace poco tiempo no lo estábamos haciendo”.
La culpa la tiene el sexismo; las mujeres también pueden ser perpetradoras.
A
la raíz de la violencia doméstica contra las mujeres y niñas están las
normas sociales que imponen que el hombre tiene autoridad del hombre
para controlar a la mujer. Investigaciones al respecto que cita el
estudio de la ONU revelan que los hombres y los niños que se atienen a
las perspectivas estereotípicas sobre los roles de género —por ejemplo,
que los hombres necesitan tener sexo más que las mujeres o que los
hombres deben dominar a las mujeres— son más propensos a ser violentos
con su pareja.
El
reporte encontró que los hombres que matan a su pareja de sexo femenino
por lo general mencionan haber tenido problemas con el alcohol, celos y
miedo al abandono. En cambio, las mujeres que habían matado a su pareja
de sexo masculino con frecuencia mencionaron que habían soportado
largos periodos de violencia física a manos de esa pareja.
A
pesar de tratarse de casos excepcionales, las mujeres también pueden
ser responsables de la violencia de género. Por ejemplo, puede que
algunas parientes cometan homicidios por honor, en los que las
familiares asesinan a una niña o mujer por supuestamente haber
deshonrado a su familia.
Existen
muchas otras motivaciones detrás de los asesinatos por razón de género,
a decir del informe. Entre ellas están la orientación sexual o la
identidad de género de la víctima; las amenazas que enfrentan quienes
hacen trabajo sexual; en el sur asiático puede ser por disputas sobre
las dotes matrimoniales, o incluso acusaciones de brujería en África,
Asia y las islas del Pacífico.
Algunos
países ya tienen leyes en contra del feminicidio, pero no se ha llegado
a un consenso sobre lo que significa ese término.
La
palabra feminicidio se acuñó por primera vez en la década de 1970 en
referencia a los asesinatos de mujeres y niñas. En años recientes, ha
habido insistencia, en particular en Latinoamérica, en que se utilice el
concepto con el fin de crear nuevas categorías legales y políticas
públicas.
El
año pasado, el presidente de México, Enrique Peña Nieto, hizo un
llamado en su país para erradicar “una cultura machista profundamente
arraigada”, que “a fin de cuentas en verdad genera violencia en contra
de las mujeres”. Después del asesinato de una mujer que fue parcialmente filmado,
los brasileños usaron las redes sociales para exhortar a la gente a
intervenir y detener la violencia doméstica. En Perú, las participantes de un reciente concurso de belleza montaron una protesta; enumeraron las estadísticas sobre los feminicidios en vez de dictarles sus medidas a los jueces.
En
septiembre, la Unión Europea y las Naciones Unidas lanzaron un programa
conjunto dedicado a combatir el feminicidio en América Latina. Sin
embargo, el informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga
y el Delito descubrió que no existe una definición estandarizada del
término, lo cual ha derivado en una gran diferencia en las prácticas
jurídicas y de recopilación de datos.
Los
nuevos programas y leyes han logrado sensibilizar al público con
respecto al tema, aunque la cantidad de estos asesinatos no ha
disminuido en comparación a 2012, cuando Naciones Unidas realizó un
estudio similar. No obstante, el informe concluye que se deben tomar más
medidas a fin de ofrecer más servicios para las mujeres, así como
cambiar las convenciones culturales.
“Una ley por sí sola no es suficiente”, comentó Roure. “Debe haber una estrategia integral y holística”.
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